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Un siniestro malvado
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Israel · 18-21, M
On Roll.
** En los orbes de aquella bestia se reflejaban los voluminosos colores radiantes, estos que son fáciles de discernir por causa del despoblado nocturno, hasta que esos rayos de luz lograron capturar toda la fisonomia del Rōnin y así localizándolo.

Fue espectador de tan maravillosa maniobra con sus aleteos hasta que empezó a tomar un vuelo sostenido como si estuviese manteniendo la posición mientras poco a poco su vuelo iba disminuyendo lo que representa como un descenso, el batir de sus colosales alas a su ritmo generaron ciertos alborotos en el entorno, ramas quebradas y árboles que se iban desplumando al paso de las rafagas, mismas que también molestaban al japonés no obstante este se oponía y toleraba su causar violento.

Estruendo se producieron y eran de las ramas crujiendo, el posar del Dragón trajo consigo un tenue temblor en la superficie, la distancia entre ambos no es tan larga o era más bien el tamaño ingente de aquella cosa que lo hacía parecer tan cerca (?)

Feroz gruñido desató y su efecto dejo un tanto atónito al esgrimidor, leve temblor hizo asistencia en el bosque.

— Esta bestia está endemoniada, su peligro es palpable —

Musitó observando el poderío del animal en sus actuares, se imagina como sería en batalla dicha criatura sobrenatural porque la realidad es que parece ser evocada del erebo.

Su mirada investigadora y furibunda lo sigue apuntando como si fuese el hallazgo por el cual está aquí, el nerviosismo, la angustia y la incertidumbre llenaron el lugar, ¿pues que podrá suceder?
Presenciaremos la batalla de un un hombre contra semejante fiera (?)
Los ojos de Jūbei en el proceso empezaron a distinguir algo bastante "singular" un flugor parece irradiar desde el lomo del dragón, como si fuese un beso de Zeus, el bullicio generado símil a un poderoso trueno fue el complemento para que evocase algo sumamente misterioso.

La luminosidad intensa descendió, el desmesurado brillo se empezó a desvanecer y fue cuando se empezó a ver la imagen de apoco de un guerrero esbelto cuyo traje plateado era de reflejo para la luz lunar encumbrada, aquello incluso molestaba los ojos del esgrimidor pero su mano izquierda fue suficiente para llevarla a los ojos y entre los dedos poder apreciar la figura adyecente. Aquel venía con un pulimentado caparazón pero sin casco, Jūbei logró apreciar confusamente aún así, el rostro de aquel varón y para sorpresa, se le hacía conocido.

— Esto debe ser una broma —

Una expresión sátira acompañada de una picarona sonrisa manifestó el duelista, lo más impresionante era que él también poseía o mejor dicho ostentaba esa tensión igual o incluso más que el impetuoso dragón, aquel sujeto si su memoria no le traiciona es el paladín que en su aposento recibió a Jūbei para pactar una alianza y volverse un hombre más en sus filas de la etnia Armada Superior.
Sus pasos asemejaron a los segundos de un reloj, que grandeza se debe tener.
Jūbei ahora con más confianza decidió también dar pasos para acortar la distancia entre ambos, al unisono de sus caminatas Jūbei soltó palabras y preguntas.

— Sir. Se me hace inusual tu presencia por estos lares ¿O es que necesitas de mis servicios? —

Aún así, la sensación gélida atrapaba al oriental, como si fuese un hormigueo por su piel, era de la presión en el ambiente que ejercen, el panorama a la vista del espadachín era bastante magnífica, la bestia domada detrás mientras que el hombre gladiador al frente. **
Off Roll
 
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Israel · 18-21, M
Soundtrack de la escena: https://youtu.be/wCVdVPl9o3M?si=2fES9VoOnjR8MApF
On rol
** Fácil le fue degollar al Daimyo en un acto sigiloso burlando las instalaciones de su recinto, ya poco a poco su listita se va achicando, anhela aún más encontrar al Shōgun pero los diablos del Aki nu hacen lo imposible para que el trabajo de encontrarlo le sea difícil, sin embargo no se rinde y hace todo lo posible para enfocarse en su venganza.

Con andar hombruno en un viaje nocturno y de eminente riesgo al exponerse a amenazas, sabiendolo perfectamente; el va tras el gobierno y "viceversa" algún emisario sin lugar a dudas tiene la tarea, del heraldo se desconoce, por ende mucha prudencia ofrece en el camino gélido del bosque.

Conjunto de luces misteriosas radian con intensidad, cambian las naturalezas en las tonalidades esto parece ser muy inusual, Jūbei lo divisa a lo lejos, de apoco el fulgor se nota mortecino.

— Pero que mierda... —
Expresó sorprendidamente

Colosal figura se encumbra en la bóveda haciendo ver a los vetustos árboles insignificantes en tamaño hasta entoldar a los mismo. Atónito quedó el Samurai al contemplar semejante bestia, el dragón mitológico remueve sus alas haciendo eso claramente se dejó entender su fuerza abismal sacudiendo las hojas de los habitantes arboreos, hasta el propio Espadachín se vió un tanto agitado luchando con la fuerza de los vientos.

— Maldito animal, ni pienses que seré tu comida, no señor. —

Su mano diestra de inmediato llevó al pomo circular de su ninjatō, empuñando con fuerza.
Su kimono de verde oceánico danza al ritmo violento al igual que su hakama (pantalón).
Sus ojos expresaron gallardía ante la adversidad, la bolsa de armas en su cintura guinda y baila al son de la corriente, con su mano libre sostuvo el sombrero de paja posandola por encima, su melena negruzca y alborotada revolotea de igual manera.

Sensación de ardor en su pecho hace acto de presencia, un destello tenue resplandece, vibra, y se produce en el sello de pentagrama invertido que lleva grabado, esto es obra de quién más si no es de el ente corpóreo de naturaleza maligna que se anda manifestando en el cuerpo de Jūbei, el supo discernir el peligro y actuó considerando la situación, de la imagen del Rōnin empezó a emanar una con aceleración la energía/magia obscura de matices negras y pinceladas púrpuras, como si de un manto que envuelve la figura completa, y esto lo entendió bien Jūbei, pues hizo lo más óptimo que fue administrar la energía correctamente por su cuerpo canalizando aquello para tenerlo a disposición, por el momento no hace ningún movimiento en falso, espera pacientemente el actuar de la bestia.. **
Off rol..
Su respiración agitada se fue calmando a medida que escuchaba el inusual dueto de voces, lejos de provocarle temor, como a muchos, a ella podían calmarle su ansiedad. En parte, se sentía como lo que muchos llaman un "hogar" ante su presencia, aunque fuese un simple bar y la muerte llamara la puerta, aunque estuviese con sus labios completamente empapados en licor; su tranquilidad le transmitía también tranquilidad, y aunque sí, estaba molesta al verlo ahí tan plácidamente disfrutando de los placeres mortales, su corazón también regocijaba de felicidad al ver a su querido padre luego de tanto tiempo. El temor de su alma al ver tan macabra escena hace unos instantes se desvaneció a medida que escuchaba al rubio hablar, con su voz que también parecía endemoniada, era como si, de alguna forma, le transmitiera confianza.

— Podríamos ser demonios similares, pero al menos soy bonita. Esa cosa de allí fuera es horrible. — Cambió su voz, ya no se notaba alterada, habló hasta en un tono de broma e infantil, como si se quejara de las verduras en su plato con cuatro años, mientras hacía una mueca de desagrado.

Particularmente cargaba en su uniforme policial armas de fuego, pero para su desgracia esta vez venía aún vestida de camarera. Su ropa y lo demás lo dejó en la taberna donde estuvo trabajando. No lo pensó antes de escapar de la señora que le gritaba, venía completamente limpia, podía decir que hasta parecía inofensiva a la vista.

Salió detrás de su padre cerrando la puerta tras ella, ya que parecía que a Génesis le encantaba tanto el bendito licor de allí, se propuso no permitir que tal criatura le hiciera nada a la taberna. Vió el arma y escuchó las palabras de su progenitor, de inmediato recitó su hechizo de Cryokinesis que le permitía manipular y crear hielo, frío y lo que esto conllevaba. La temperatura disminuyó considerablemente a su alrededor y un pico de hielo fue creado en su mano, similar a una estaca de no más de veinte centímetros, con esquinas afiladas; y como el hielo por si solo era frágil lo impregnó de Valiryum para darle más resistencia y su toque especial, lo que le dió a ese la particularidad se verse en un azul opaco, por el color gris de su energía. Estaba lista para un combate, tenía la intención de clavar la estaca en el corazón de tal mounstro si tenía la oportunidad, _(Sin importar que seas, si se desintegra tu corazón mueres ¿No?)_.

Escuchó de nuevo el horrible chirrido que presenció ante la muerte de la anciana, sabía entonces que ya estaba aquí; y lo vió, volando sobre ellos, parecía que esperaba que salieran de la taberna, sus enormes alas y la sombra proyectada daban fácil la ubicación de tal bestia, venía por ellos, descendía a gran velocidad, como si tuviera la intención de clavar sus afiladas garras de golpe sobre sus cuerpos. Le fue familiar, así murió la anciana, podría ser su forma habitual de matar.
La noche había caído minutos después de su llegada y se tornó en un pueblo fantasma. Con el último resplandor de rayo de sol, toda ventana y puerta de las pocas casas habitadas fueron cerradas. Ni una luz dentro permanecía, los faros también parpadeaban, como si al caer la noche todo se inundara de una profunda oscuridad. Podía sentirse el temor de la gente, mientras Alessana avanzaba a pasos lentos, cautelosa y vigilante de su entorno, sentía como ese pueblo había sido invadido por el miedo. Su energía, cual receptora, había sentido la presencia imponente de Génesis que no se hallaba muy lejos, sin embargo era un peligroso sendero.

— Niña, no deberías deambular fuera de noche — Resonó una voz anciana y aspera, como si su garganta fuese quemada, hablaba con dificultad, observando desde la rendija de una vieja casa de madera. Parecía que tal vieja se dedicaba las noches a mirar. — ¿Eres acaso estúpida? Vete a tú casa — Continuó su voz, entre un par de tocidos y con claro gesto gruñón.

Alessana la miró, solo se alcanzaba a ver su ojo por tan pequeño hoyo, y ni una luz había encendida en tal choza vieja, con rosarios en las puertas y cruces en los jardines — Busco a alguien. — Respondió la joven en voz suave — ¿Que hay en aquella dirección? Donde se alcanza a ver una luz que destaca en esta penetrante oscuridad. —


— Una taberna. Solo los borrachos y los locos salen a esta hora.— Siguió con su voz ronca hasta detener su habla en seco, un silencio se presentó antes de que ella misma volviera a tomar palabra. — Escondete, rápido. — Fue lo último que dijo antes de que su ojo desapareciera de la rendija, se notó un temor profundo, llenó de horror, como si estuviera ante el mismo demonio. La curiosidad e ingenuidad de Alessana le llevaron a acercarse un par de pasos a la casa vieja mientras se quejaba de la actitud de anciana, molesta.

— Pero a que tanto le temes... — Su voz fue interrumpida por un estruendo que culminó en la demolición de la vieja casa. Una criatura que parecía salida del infierno, con enormes alas, y un "chirrido" horripilante no había tardado nada en dar fin a la vivienda. La joven pelinegra logro ver en instantes como la anciana ahora yacía sin vida entre las garras de tal criatura y en cuestión de instantes paso a ser un cuerpo de carne molida.

No se quedaría a presenciar tal escena más, ni mucho menos a enfrentar a tal criatura, corrió tan rápido a la taberna como le dieron sus pies, la muerte de la vieja la había dejado en total shock, no podría describir la sensación que sintió al ver el cuerpo demolido, le recordó a la muerte de su madre y un par de lágrimas salieron al verla. Mientras corría comprendió el cambio de voz de la vieja pero ¿Cómo la hallaron? Posiblemente la anciana no era su objetivo, ya la habrían matado si andaba de mirona, sino ella ¿Tendría algo que ver con su magia? Tenía muchas preguntas en su cabeza y sentía culpa, pero ya al fin había llegado a la taberna. Entró y cerró la puerta de un golpazo. Se notaba agitada. Vió a un tabernero sorprendido por la rudeza de su entrada y a su padre tomando una cerveza en la barra, relajado, no le sorprendería su llegada, era claro que la esperaba.

— ¿Qué haces aquí tan relajado con esas cosas infernales allá afuera? — le replicó con ligera molestia, aunque era más por su shock.
AkiyamaMasao · 100+, M
[med]Final apoteósico de un principio:[/med]

Ellos no lo saben pero caerán, el descender será tan abisal que las vísceras de la cordillera se volverá algo superficial, somero ante aquella inicua veracidad.
Se perderán donde los sueños se originan, donde las terribles pesadillas consumen y vuelven la esperanza una utópica fantasía.
Nace un ignorado pero a su vez conocido mundo, un lugar que es olvidado cuando los vivos despiertan; un lugar donde huyen y buscan paz por las taciturnas noches. Pero ahí es donde los emisarios entran, siendo los futuros cazadores que engullirán toda tranquilidad que los perversos y oscuros pecadores decidan en la ensoñación encontrar. No sin antes aventurarse por cada confín de esa dimensión sin aparente fin.

“Carnifex” fragmenta los eslabones que lo tenían encadenado a las tinieblas y al abrir sus violáceos ojos emerge en aquellas tierras enlazadas con lo inimaginable, relacionadas con los mórbidos misterios.
Desorientado, ¿que había pasado?
Tembloroso, ¿qué clase de Dios Exterior era Nyarlatotep?
Suspiros agitados, Él era caos puro y si transmitía ese temor... ¿Hasta dónde podía llegar el cósmico poder de Azatoth?
Que una minúscula porción de él descansa en esas dimensionales armas, fraguadas por su locura en el medio de la infinidad y afiladas por sus anhelos en el nunca jamás.

Entiende su rol, ahora como un peón pero uno directo a la coronación. Servirá y en su debido momento, al lado de los Pentadimensionales gobernará.
Acepta la arma cubierta por el fulgor de lejanas galaxias y retorcido don que otorga a su fausto portador.
La guarda junto a Dorīmukirā, la asesina de sueños, ambas sujetas por su cinturón y otorgadas por un Eterno y un Exterior.

– Te dije que eran reales, extranjero. Y ahora andas condenado a servirles, como su herramienta.
Abandona el estúpido orgullo, se de utilidad y nosotros te pensamos recompensar.


Atisba el primero de incalculables peldaños, una escalera circular que desembocaba en los abismos que estaban a punto de conocer.
No tenía horizonte alguno y por una u otra razón no percibía el Noxius que lo une a su maestro, la conexión nociva latente en los adentros de sus cuerpos.
No había miedo pero si incertidumbre, ¿dónde diablos estaban que no podía ubicar al susodicho?
Las opciones se reducían a bajar y al son de sus ideales dio umbral a esa caminata que podía llevarlos al fin o a un enriquecedor inicio de nuevos y taumatúrgicos viajes.
AkiyamaMasao · 100+, M
El declive no languidece en las vísceras de esa cordillera tapizada con pintorescas puridades.
Pero si se enardece un tumulto en las susodichas profundidades, los primitivos pingüinos se dejaron abrumar e indirectamente maniobrar.
Furibundos abandonaron las más espesas esquinas y envueltos en vesania se abalanzaron en dirrección al descenso mortal.

Como un inquisidor analizó, con calma observó.
Comportamiento hostil, sin hacer sentido animal. Sin duda se repitió lo mismo que a los guardias americanos, era obra del meteorito que cuando se sentía en peligro programaba un sistema de supervivencia alterando las conciencias, como le había intentado anteriormente seducir a él.

Las ancestrales criaturas eran lo de menos, ya que por sus graznidos se escuchaban lo suficientemente lejos.
Lo intrigante era lo que se manifestaba al final del temeroso túnel, una luz... una que cegaba, con malicia o esperanza.
Siguió deslizándose hasta que llegó al precipicio y antes de abandonar la rampa helada, saltó. Aprovechando la energía cinética y el corrupto Noxius que fortalecía cada confín de su cuerpo, salió propulsado cuán bala revestida de una aura fatídica y cayó en un cráter que anteriormente era la cumbre de una meseta.

– Aquí estoy ante ti, déjame sorber esa oscuridad y permíteme usarla para naufragar entre el espacio sideral.


Continuó, avanzando a la misma velocidad que Génesis, el usurpador. Pero adelantado por la ventaja que hace segundos le sacó.
No había pavor en sus adentros, confiaba en los Exteriores y que esa lobreguez no se alzaría contra él.
Incursionó en esas densas tinieblas, eran palpables, increíblemente agobiantes.
Habían tantas sensaciones para describir, como si un millar de ojos le acechaban y en palabras inexistentes le reclamaban de que no debía estar ahí.
Aún así no retrocedió y en el camino unas luces opalescentes danzaron en sinfonía con el abismo, como si su esencia fuera la misma aunque la tonalidad difería.

– Es cautivador, ¿no?
Aún ahogadas fluyen entre el vacío y no pierden su brillo.

No hubo rincón del reino donde no se supiera la noticia del fallecimiento del doctor Rodolf y los extraños sucesos que vinieron con su muerte, todo viajero se encargada de llevar el mensaje a cada pueblo que visitaba, y algunos agregaban además su historia propia. Se escuchaba de todo: desde gente que aseguraba que el propio demonio habitaba el llano afectado hasta que no era más que una mentira tal noticia, pues, sencillamente, para muchos era difícil de creer especialmente aquellos que vivían en los pueblos más alejados y tranquilos.

La noticia llegó a oídos de Alessana en una tarberna donde ahora servía de mesera, llegó a ese alejado pueblo del Sur hacía un par de meses y creyó que apostar sería buena idea para sacarle dinero a los pueblerinos e irse de ahí en un par de días, pero su suerte la traicionó y terminó en deuda y trabajando para pagarla, aunque más que eso el sitio le pareció agradable. Escuchó muchos rumores por días, cada día venía una versión distinta, pero todos concordaban con lo mismo: algo extraño pasaba en ese poblado luego del fallecimiento de tal Doctor. Sus ansías por averiguar que era real y que no la mataban. Tenía pensado ya que partiría hacia aquel famoso lugar, aunque un sentido de responsabilidad por su deuda la atormentaba.


No se hizo esperar la llegada de un ave conocida a la taberna, cargando consigo una carta para la joven, que sin esperar la leyó al instante en que la recibió. No era impresionante lo que decía, algo que ya imaginaba, pero libero su mente al momento y sin pensarlo dos veces se dispuso a marchar en ese mismo momento.
— Debo irme, pero le prometo que saldaré mi deuda en el futuro. — Dijo a la dueña, misma a quien debía, y mientras esta le insultaba a gritos Alessana salió corriendo, y justo frente aparcado estaba el viejo carro de madera que usaban en la taberna para traer la mercadería, atado al caballo, era lo más cercano de transporte que tenía y de igual forma ya le debía a la mujer. — No estará tan mal si también tomo prestado su caballo ¿Verdad? Se lo devolvé de todas formas...— Se dijo, ingenuamente. Y como no tenía tiempo de desatar al caballo del carruaje porque la furiosa mujer la seguía a gritos, no tuvo de otra que hacer un robo en combo, con la culpa en sus hombros pero la emoción a flote.

Recorrió apenas poco más de un kilometro para darse cuenta lo lento que viajaba, sin demora, ya alejada de la taberna, desató el caballo del carro dejándo este último atrás. Ya, sin inconveniente alguno, cabalgó veloz por los prados sin detenerse más que para otorgarle descanso al animal cada cierto tiempo, y pasadas 7 horas de viaje llegó al lugar que indicaba la carta.
— ¿Tienes hambre? Yo también. — Habló naturalmente, como si el caballo pudiese entenderle, mismo que se notaba severamente cansado por el viaje. No traía más que unas cuántas monedas encima que dió para que alimentaran al potro y se encaminó ella por el pueblo en busca de Génesis.
AkiyamaMasao · 100+, M
Odisea, una que no estaba dispuesto a olvidar y haría todo para profanar ese mundo hermético aún sojuzgado por los prístinos estamentos. Sin importar que el epílogo como bestia acechaba, que el crepúsculo de la historia se profetizaba.
Pero aún no estaba el fin y le tocaba surfear por ese ancestral confín, regateando con dificultad y con su tabla de glacial los impedimentos que en forma de riscos se amontonaban en su camino.

– ¿Qué es eso?

Con sus flamantes y abisales ojos presenciaba algo inaudito o mejor dicho; prodigioso.
Animales con las efigies de un pingüino, pero los actuales eran unos muy primitivos, de titánico tamaño. Primorosos y únicos, con una arquitectura ósea predilecta para aquellos regímenes donde lo brutal era esencial, donde la naturaleza estaba en su primera forma, la fenomenal.
Cautivado por esos seres primordiales que en el pasado eran los... ¿reyes?, no...
Ellos se manifestaban como inofensivos, fundidos con las tétricas tinieblas. Hasta tímidos, temiendo... Pero de algo más, algo grande que repta más allá de lo superficial, que mora en lo más profundo.
Lógico, si estos eran los que residen en lo decadente de la cadena alimenticia... ¿Quiénes perduraban en la cumbre de la antedicha?, ¿y continuarán aquí?
Fue ahí cuando percibió una presencia que se escabullía por las sombras y que de manera empalagosa consumía lo ya transcurrido. Estaba lejos, pero no lo suficiente.

¿La sientes, extranjero?

Preguntaba al rubio, el “Carnifex” no sentía el terror después de todo ya había experimentado esas escenas de ficción.
Pero no estaba confiado, su eterno cuerpo respondía a esa amenaza latente aglomerando el Noxius que corroe el vitae, continuando con ese mecanismo que circulaba por su nociva sangre. Ya una vez fue herido de mortal manera, no iba a sucumbir nuevamente por su soberbia. Los monstruos no son humanos, había aprendido la lección.

Caía por la inclinación infinita que había en ese acantilado meridional, por la simple gravedad.
No había notado si era agua o simple hielo por lo que se deslizaba con su tabla, le daba igual, requería aceleración.
Por eso se inclinó hacia un lateral y dejó de tener en la vanguardia a Génesis. En un santiamén movió su mano a la pared helada y clavando sus dedos se impulsó adelante, sobrepasando por primera vez al opuesto y acercándose al tesoro cósmico de “Ellos.”
AkiyamaMasao · 100+, M
Se envolvían en un mundo prístino exento a los estatutos universales del tiempo, un lugar primigenio aún encadenado a la naturaleza originaria y truculenta de los ancestrales eones.
El era eterno pero aún así se veía conmovido por el corazón arqueológico de esa cordillera que a perdurado congelada por eras.
Sus abisales y violáceos ojos viajaban entre las tinieblas, pudiendo atisbar a través de ellas.
En el descenso súbito se presenciaban bajorrelieves anormales labrados con una técnica rudimentaria pero a su vez excepcional, figuras horrorosamente familiares, aún siendo simples grabados transmitían a flor de piel el temor cósmico, un pavor galáctico, ¿será que esas criaturas cilíndricas habitaban este mundo desde sus inicios y ellos eran los humanos de otra época?
Pensamiento que lo perturbó y ciertamente le dejó esa rimbombante reflexión en su mente.
Por el fugaz viaje no contemplaba del todo las inmaculadas imágenes ofrecidas por la entretalla; más no había que ser un experto historiador para entender que detrás de esos escalofriantes dibujos había una ilustre técnica artesanal y quién fuera que hizo eso estaba muy adelantado a los tiempos que hoy en día corren.

¡Maldita sabandija, cierra tu sucio hocico y no deslustres con tu lengua a los “Dioses Otros”
Quítate de mi camino que me andas haciendo perder la poca paciencia que me queda!



Le fastidiaba como no se puede imaginar los vocablos fuera de lugar del rubio, ¿quién se creía?
Él era escoria ante el abismal divisar de los “Exteriores”, lastimosamente ellos no contemplan a basuras, de lo contrario ya habría recibido el castigo sideral de esas bestias pentadimensionales. Por infortunio le tocará lidiar con él o deshacerse de su presencia lo más temprano posible, idea que no le agradaba ya que se estaban adentrando a las fauces umbrías la montaña, un abrupto accionar y quedarían sepultados por la infinidad.
El pensamiento más lógico es llegar primero al meteorito opalescente y llevarse los minerales arcanos que pueda traer del más allá.

No es tu tesoro, bazofia.
Yo estuve aquí mucho antes de que el meteoro cayera del espacio, por ende merezco ese regalo que se me fue otorgado.

AkiyamaMasao · 100+, M
Aúlla el arma y en manada las balas naufragaban por los confines del prístino y esotérico espacio meridional. En el trayecto las antedichas se divorciaban pero aún así perduraban entrelazadas en lo que respecta a la búsqueda de finiquitar aquella vehemente carrera en el continente austral.
Bufa silente, cuán sanguijuela su único propósito era fastidiar más lo ayudaría a completar el labor al posteriormente hacerlo mamar.(?)

En los instantes que decepcionado suspiraba, realizaba un diminuto salto a la vanguardia en el cual flexionando sus piernas las recogía hacia atrás. Evadiendo dos de las municiones que clamaban sentir cada extremo bajo de sus tibias. La última que emergió de las fauces metálicas del armamento anhelaba proclamarse vencedora ante los intentos fracasados de sus gemelas; que probablemente por el ángulo en la cual fueron disparadas terminarían desembocando en la vastedad de aquel manto frío que en esos dominios parecía infinito.
La menor de todas bien temeraria fue frontal, más el gen perdedor que compartía con sus hermanas no tardo en llegar. Aún suspendido en el aire y a quemarropa replicó el movimiento anterior, desviando con su única y amada mujer —como él afectuosamente le nombra a su Kuroi bara— la bala que como la primera, impacto con la cruel realidad vestida de un férreo metal.


Protagonizaba el poder —Noxius— de los Eternos que gracias a ellos presumía de bienestar después de esquivar a bocajarro unos violentos disparos.
Volvió a caer al gélido granizo y sostuvo su impetuosa embestida en la cual no le perdió el paso al extranjero.
Ahora ileso del peligro reptante decide concretar un diálogo con aquella bestia que al hablar daba la impresión que gorgoreaba con un litro de espeso y viscoso semen en su gaznate.


–Cuida tus palabras sabandija, ya que no querrás sentir el furor cósmico de la muerte errante. Vete de este lugar ya que ese meteoro me fue entregado por los Dioses Exteriores, un regalo por la devoción que les guardo. No eres digno de algo de ellos!

Sustentaba ese argumento que le fue concedido tal meteorito que arribaba de una galaxia pasada y en demasía distanciada.
El plano conocido se apagaba y las tinieblas dominaban en aquel territorio abismal donde la parca se vuelve tu amiga y el horror tu más grande seguidor.
Las fosas hambrientas tentaban a los intrépidos aventureros que consciente o inconscientemente se direccionaban a las entrañas de un mundo jamás pisado, de un mundo precámbrico posiblemente aún encadenado a las leyes del primitivo y hostil antaño.