46-50, M
Un siniestro malvado
About Me About Me NotesThe Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
AkiyamaMasao · 100+, M
Se envolvían en un mundo prístino exento a los estatutos universales del tiempo, un lugar primigenio aún encadenado a la naturaleza originaria y truculenta de los ancestrales eones.
El era eterno pero aún así se veía conmovido por el corazón arqueológico de esa cordillera que a perdurado congelada por eras.
Sus abisales y violáceos ojos viajaban entre las tinieblas, pudiendo atisbar a través de ellas.
En el descenso súbito se presenciaban bajorrelieves anormales labrados con una técnica rudimentaria pero a su vez excepcional, figuras horrorosamente familiares, aún siendo simples grabados transmitían a flor de piel el temor cósmico, un pavor galáctico, ¿será que esas criaturas cilíndricas habitaban este mundo desde sus inicios y ellos eran los humanos de otra época?
Pensamiento que lo perturbó y ciertamente le dejó esa rimbombante reflexión en su mente.
Por el fugaz viaje no contemplaba del todo las inmaculadas imágenes ofrecidas por la entretalla; más no había que ser un experto historiador para entender que detrás de esos escalofriantes dibujos había una ilustre técnica artesanal y quién fuera que hizo eso estaba muy adelantado a los tiempos que hoy en día corren.
– ¡Maldita sabandija, cierra tu sucio hocico y no deslustres con tu lengua a los “Dioses Otros”
Quítate de mi camino que me andas haciendo perder la poca paciencia que me queda!
Le fastidiaba como no se puede imaginar los vocablos fuera de lugar del rubio, ¿quién se creía?
Él era escoria ante el abismal divisar de los “Exteriores”, lastimosamente ellos no contemplan a basuras, de lo contrario ya habría recibido el castigo sideral de esas bestias pentadimensionales. Por infortunio le tocará lidiar con él o deshacerse de su presencia lo más temprano posible, idea que no le agradaba ya que se estaban adentrando a las fauces umbrías la montaña, un abrupto accionar y quedarían sepultados por la infinidad.
El pensamiento más lógico es llegar primero al meteorito opalescente y llevarse los minerales arcanos que pueda traer del más allá.
– No es tu tesoro, bazofia.
Yo estuve aquí mucho antes de que el meteoro cayera del espacio, por ende merezco ese regalo que se me fue otorgado.
El era eterno pero aún así se veía conmovido por el corazón arqueológico de esa cordillera que a perdurado congelada por eras.
Sus abisales y violáceos ojos viajaban entre las tinieblas, pudiendo atisbar a través de ellas.
En el descenso súbito se presenciaban bajorrelieves anormales labrados con una técnica rudimentaria pero a su vez excepcional, figuras horrorosamente familiares, aún siendo simples grabados transmitían a flor de piel el temor cósmico, un pavor galáctico, ¿será que esas criaturas cilíndricas habitaban este mundo desde sus inicios y ellos eran los humanos de otra época?
Pensamiento que lo perturbó y ciertamente le dejó esa rimbombante reflexión en su mente.
Por el fugaz viaje no contemplaba del todo las inmaculadas imágenes ofrecidas por la entretalla; más no había que ser un experto historiador para entender que detrás de esos escalofriantes dibujos había una ilustre técnica artesanal y quién fuera que hizo eso estaba muy adelantado a los tiempos que hoy en día corren.
– ¡Maldita sabandija, cierra tu sucio hocico y no deslustres con tu lengua a los “Dioses Otros”
Quítate de mi camino que me andas haciendo perder la poca paciencia que me queda!
Le fastidiaba como no se puede imaginar los vocablos fuera de lugar del rubio, ¿quién se creía?
Él era escoria ante el abismal divisar de los “Exteriores”, lastimosamente ellos no contemplan a basuras, de lo contrario ya habría recibido el castigo sideral de esas bestias pentadimensionales. Por infortunio le tocará lidiar con él o deshacerse de su presencia lo más temprano posible, idea que no le agradaba ya que se estaban adentrando a las fauces umbrías la montaña, un abrupto accionar y quedarían sepultados por la infinidad.
El pensamiento más lógico es llegar primero al meteorito opalescente y llevarse los minerales arcanos que pueda traer del más allá.
– No es tu tesoro, bazofia.
Yo estuve aquí mucho antes de que el meteoro cayera del espacio, por ende merezco ese regalo que se me fue otorgado.