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真夜中のふり [ + 21 , GORE , HORROR & DRAMA. ]
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HABLEMOS DE LAS COSAS QUE IMPORTAN, NACHO.


[med]El problema del mundo moderno es la falsa «autoconfianza», cosa que habita a la vez en los propios magus que nos distinguimos siempre con optimismo como mejores que las masas. La vida humana es, en esencia, antiindividualista. Los magus, por el contrario, somos antagonistas del concepto de vida colectiva porque nuestro poder yace en la esfera individual de la propia voluntad individual.
Cuando me encontraba formando en el Consejo, sentía un gran repudio por los demás hombres y mujeres de mundo: Para mí ellos eran basura. Todos me imitaban, todos querían ser yo. No era algún tipo de persona en especifico, todos eran igual de vacíos, ya que eran incapaces de sentir confianza de resolver sus problemas con sus propias habilidades, ni siquiera podían satisfacer sus propias necesidades. Los humanos así viven, aislados y perdedores.
Esto es lo que pensaba antes, antes de que los tiempos cambios y yo entendiese que, si los humanos eran o no estúpidos, aquello verdaderamente no interesaba. No interesaba en verdad ningún tipo de cuestión que no fuera llenar ese «hueco» en el interior. Ese «hueco» es generado por la angustiosa realidad de estar vivo, pero nutrido con la felicidad de las emociones reales, las construidas y las espirituales.
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CREO QUE LO MEJOR ES QUE VEAMOS A OTRAS PERSONAS


[med]Seijun pasó la noche cantando, sentado en la vereda del bar que le da su nombre: Midnight Pretender. Era una tarde cercana a la Navidad del 1990, momento donde estaban muy de moda los bártulos y la heroína. "Vete a la mierda" le dijo a los turistas ese día, esas fueron las ultimas palabras que les dijo también a su Familia, de hecho, las misma frase también fue dirigida al Consejo de Magus antes de su exilio. No había alcohol que pudiera dormir esa horrible despedida, porque las drogas nunca pueden ocultar las huidas (en el mundo de las drogas el escape es la utopía). Las sustancias lastiman, el amor también, muchos creen que Seijun abandonó a los Magus por su ambición desmedida, una gran falsedad. A él no le importaba mucho la ambición, en todo caso, le importaba el poder, pero es otra historia esa. De no haber sido capaz de huir del Consejo, ahora probablemente sería el líder de los Heraldos de Kaitan, ¿habría sido capaz el mundo de soportar eso?
Seijun pasó un año entero sin coger, sin siquiera sentir el calor ajeno. No se tocaba, no exploraba su cuerpo, veía su propia piel con una sensación de antropólogo con terror a lo desconocido. Con timidez, en ese momento entendió que probablemente necesitaba un beso o dos. Él se había olvidado de hacer el amor, se había olvidado porque tampoco conocía otros tipos de amor: Afecto familiar, amistad, compañerismo. Conocía mucho el placer y el goce, pero realmente hacerlo requería un poco de amor, de otro modo solamente eran dos o tres cuerpos adheridos al cemento. La madurez para los magus es el dominio de las emociones, Midnight Pretender no sabe si las posee, las conoce bien por otros, más no por él mismo.
La magia de él se debilita cuando no aparecen preguntas, cuando no hay lamentos. Que se esfume el dolor es que se esfume el amor. No alcanza con comprender, hay que vivirlo. Su promiscuidad se alejaba bastante del ideal de "Morir joven" porque sus sueños implicaban una trascendencia real, el nihilismo de los artistas se los dejaba a ellos. Lo que él quería era energía infinita, dominar una magia que permitiese entender: Pasión, amor, dolor, pena, putrefacción y tiempo. Todas esas cosas, interesantes para cualquier hechicero, en él tenían un efecto motivador.
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[code]Ha pasado mucho tiempo,
y yo ya no puedo llorar.
Mi cuerpo se ha secado,
antes en mi alma había colores,
hoy hay astillas y ruinas.
Me duele haber dejado de ser hermoso,
pero a la vez
es bonito saber que
no hay lugar adónde ir.
[/code]

[med]Los amantes de la medianoche guardan las penas de todos, en ellos no se malgastan los besos o las caricias. Seijun tiene una espalda ancha, como la de un marinero de Macao, pero que solamente carga con el peso de un cuerpo desnudo. La vida nunca es demasiado justa, por eso existen respuestas que traen justicia al alma: El placer y el dolor, ¿por qué escapar de algo así? No le interesaba precisamente tener la razón, porque no le interesaba diferenciar en estar errado o acertar. Todo era lo mismo. A veces, la personas solamente buscan sentirse relajados de la vida dura, prefieren un poco de evasión. Seijun aprendió así a diferenciar del sexo por consuelo, sexo por estrés, sexo por obligación. Amor, amor y amor. Amor entre amigos, amor entre parientes, amor entre personas, entre cosas. El mundo se había llenado de amor, cada condón usado poseía una enorme dosis de amor. Era sustancia de milagros. El amor, incluso sin poseerlo, es material de ensoñación, por más irreal que suene. Al igual que la luna al sol, existen luces que penetran la piel de las personas, bajo el lente de neón, así uno se da cuenta de lo vivo que se encuentra.
El amor es indeterminado, es anti cualquier eticidad, norma y moral. Lo bello natural es infinito, pues ha nacido del Engaño. Los humanos creamos el amor, o el amor nos creo a nosotros. Eso da igual, porque cuando intentamos definirlo se nos escapa, ahí es donde yace su belleza. No importa el cambiar el narrador, nadie se encuentra leyendo esto ¿o sí? Es una reflexión personal de una bitácora similar a las que Seijun posee. Al intentar perseguirlo, he estudiado sus anotaciones con el terror de convertirme en ellas. Me enfrento a un psicópata que no ve la negatividad del mundo como algo malo, pero a la vez, no la alienta del todo. Solamente tolera diferencias o hecho consumibles para su hechicería, en cierto sentido es casi un animal que sobrevive en la jungla de cemento. Él se esconde bajo los títulos de la moda, la inclusión y la diversidad, todo es una mentira, es meramente una ola que se levanta para arrollarlo con todo. Este mundo humano solamente se convierte en telarañas sobrehiladas de rutinas, hechos y obligaciones: El placer-dolor como guía....Verga.

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UN VIAJE AL EXPEDIENTE DEL AMOR


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Contemplando las vidas ajenas frente a la propia: Lo más cringe de la semana.
Soy inversor en Dating Apps, como en "Meet Japanese Singles" para aquello que les interea hablar con gente desconocida en un bar. El problema radica en aquellos que anhelan encontrar su otra mitad a base de la intuición. El amor es abierto y libre, pero atado a la cadena de hierro de poseer un culo rígido, redes sociales estéticas y un ex novio con condena en pausa.
¿Cómo puede gozarse el amor de forma completa? Se hace gracias al miedo, se hace gracias a la realidad perpetua (las cosas que hacemos han de tener racionalidad) y gracias a los miles de duros golpes que la vida nos causa. Cuando yo miro a un hombre o una mujer espero una reacción física, como que se me pare la verga. Si nada me pasa viendo un cuerpo, viendo un par de carnes con forma y un sentido nervioso que las moviliza, descarto a la persona. Por el contrario cuando veo un cuerpo que no posee limites para el número de cosas que produce en mí, se convierte en el amor de mi vida.
Un par de extranjeros van a un bar y son amantes, se besan en público para exteriorizar el dolor de vivir en la deriva de la vida. Me gusta ver el sexo como desgaste, especialmente por como forma un paisaje de cuerpos, de marcas y de fluidos. Hace ya mucho que veo en ellos como el color se apaga de ello al verse, la pasión se extingue destruyendo el sentimiento que fundó esa pasión inicialmente para volverse una ilusión de guerra, de tragedia. El propio amor se vuelve una burla del sueño húmedo que fue. Sus ojos se ven cansados, su cuerpos agotados, sus miembros ya se han acostumbrado a sus texturas y se han erosionado como rocas. Se acaban las caricias, las mentiras dejan de ser medicina y pasan a ser una droga de uso cotidiano. El dolor pierde su belleza y se vuelve eso: Dolor.
La ternura extinguida se vuelve energía, se vuelve poder. Los sentimiento que no se dicen y que no se ruegan terminan volviéndose un licor que muchos magus utilizan. Un buen magus, especialmente los Heraldos o los König saben trabajar esas cosas, al igual que un productor de vino, un hechicero es capaz de convertir los sentimientos en una energía que incorpora gran parte de sus dones.
Un magus que no se conoce así mismo es un magus que no puede utilizar magia. Tras abandonar la humanidad mundana, un hechicero descubre la realidad. Los lazos se convierten en artificiales pero a la vez en sagrados, y a la vez resulta tentadora la idea de profanarlos. Muchos curan su sopor con adicciones mundanas como alcohol, drogas o clubes nocturnos. Cuando se aprende a conjurar, se entiende que ese poder desleal y nunca fiel es lo único que se tiene realmente. Hace ya mucho tiempo que uno deja a preguntarse que es lo real, que es lo falso y que es lo triste de la vida. El sentido de la existencia se vuelca en miles de rostros que caminan en las calles, representando el llanto de cada alma incapaz de vaciarse, reflejando lo cruel de la ignorancia. El capitalismo y la vida moderna encausan la distorsión para volverla plástica, practica y tangible usando el amor como control (como tipo de control) pero tampoco logra frenar el aumento de la desgracia que adolece a todos por igual. Es un poco como poseer el arma contra la cabeza, y ser uno mismo el que dispara.


[med](・ω・)☞ Tu vida de nada vale, solo eres una estela de polvo que, sin lugar a dudas, volverá a la absoluta oscuridad. Olvidada por Dios, olvidada por los demonios, solo quedará un alma lamida y tragada, que ya no será tuya, sino de la solitaria oscuridad.
(・ω・)☞ Tu vida de nada vale, solo eres una estela de polvo que, sin lugar a dudas, volverá a la absoluta oscuridad. Olvidada por Dios, olvidada por los demonios, solo quedará un alma lamida y tragada, que ya no será tuya, sino de la solitaria oscuridad.
(・ω・)☞ Tu vida de nada vale, solo eres una estela de polvo que, sin lugar a dudas, volverá a la absoluta oscuridad. Olvidada por Dios, olvidada por los demonios, solo quedará un alma lamida y tragada, que ya no será tuya, sino de la solitaria oscuridad.
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UN GRUPO DE ASESINOS SIN NOMBRE.

[med] Claramente los asesinos no se ponen nombres, y resuena un poco estúpido, pero está es la historia de un grupo de asesinos sin nombre y, como si fuera poco, un Amante de la Medianoche. Mas vale dejar constancia que el nombre de “Amante de la Medianoche” es igual de tonto que ponerle nombre a una cuadrilla de cegadores de vidas. Pero está historia es todo menos ridícula, a lo mejor será bizarra como lo es la vida bajo mis ojos.
El día que conocí al Amante de la Medianoche fue una noche en el barrio rojo, nos cruzamos en la esquina del nuevo bar YunaYuna. El bar había abierto hace poco, y se parecía mucho a los bares que podían encontrarse en Palermo viejo, en mi querida Argentina, es decir un antro oscuro y antiguo, que llevaba luces de neón de manera extravagante, como una luna fabricada en un cielo artificial. Yo estaba en el lugar, como en todos los sitios. Fui con deseos de coger, de llevarme una chica al cuarto, pero la verdad es que me había cansado de fingir tener suerte en el amor o que estaba esperando a alguien. Simplemente miraba hacía los lados, anhelando cruzar los ojos con la belleza del lugar. Bebía un gin con tónica aguado, porque tenía limón, cosa que hasta yo sabía que no utilizaba en este tipo de trago, pero al idiota de la barra nadie le había enseñado. En este lugar nadie tenía idea de cómo se debían hacer las cosas. Cuando lo ví, supe que era él. Seijun es un amante de la medianoche en todo sentido; me sacaba dos cabezas por lo menos y diría que alcanzaba los dos metros. Era asiático. Poseía un cuerpo proporcionado, casi como el de un deportista, sonreía a todos y llevaba una remera negra muy ajustada a su cuerpo, junto con unos pantalones decorados con una cadena que pendulan cuando se movía.
Seijun se llamaba, pero yo todavía no lo sabía, para mí era el Amante de la Medianoche, porque justo mi reloj daba aquella hora, y siempre a esa hora, sin saber bien las razones, sonaba una alarma que hacía vibrar mi mano derecha por un largo minuto. Yo jamás la apagaba. Él llevaba un largo vaso de un trago frutal, quizás una sangría, pero las luces del lugar me impedían verlo bien.Aún así, esos mismos rayos artificiales hacían su cara hipnotizante, pues sus facciones eran absolutamente toscas y no necesariamente bonitas, pero daban una sensación de belleza que no sabía explicar. Su cabello era del color azabache, muy liso y largo, aunque por alguna razón lo llevaba amarrado en una cola de caballo mal hecha. Junto a Seijun, había dos mujeres mucho más bonitas que él pero que estaban profundamente drogadas, demasiado drogadas. Sus ojos eran de cristal, e invitaban a hundirse en ellos, no bebían licor sino agua. Sus vestidos estaban muy adheridos a sus cuerpos, pieles de víboras o escamas que hacían a estas lamías modernas tentadoras para cualquier persona que viviera caliente como yo, pero ese es otro tema.
Ellas danzaban el trap cómo las latinas, pero ciertamente eran europeas, Seijun no bailaba y solamente se balanceaba con su vaso de lado a lado, manteniendo cercanía con las mujeres, que no dudaban en enlazarse entre ellas, coquetearse y re-pegarse conforme la canción sonaba. No entendía bien la letra, pero los bajos saturaron las paredes y detectaba un par de rimas o dos. Que el amante de la medianoche no bailase me decepcionó un poco, principalmente porque hubiera pensado que se trataba de un samurai haciendo alguna especie de kata o de movimiento marcial, pero eso a la vez le daba un aire misterioso, que aún así tenía más suerte en la lujuria que nosotros.
Tras media hora, terminé mi vaso, no invité ni me acerqué a ninguna mujer, tampoco nadie se me acercó, ni siquiera un hombre. Nada. Pagué mi trago, fui hacía la calle, subí a un taxi y eso.[/med]
BESO NEGRO ✈ TECNICA DEFINITIVA :
Ahora me he convertido en la Muerte.

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[med]La memoria de un magus tiene muchos recovecos, y muchos olvidan de donde vienen. La magia en si misma no tiene limites, pero si se necesitan limites para usarla correctamente. Yo, y al igual que los Heraldos de Kaitan, creen que se debe unificar la inteligencia purificada de todo lazo (la sustancia espiritual es el nihilismo absoluto), dominando así su propio ser con una voluntad firme y estable, habiendo renunciado a toda moralidad, a toda visión y a toda sensación que no sea el propio sentido de su senda. Así es como se retira todo afecto, toda aversión, todo miedo y toda pulsión, el magus se vuelve un ser en una constante soledad impersonal, que domina completamente su mente y su cuerpo, así pudiendo crear un yo profundo que no solo rechaza el egoísmo, sino también la justicia y los instintos construidos. Se libera todo sentido de "mí" y también de "tuyo".
Admito que se siente nostálgica la idea romántica de hacer magia, es como el sexo fácil o el sushi de Okinawa, pero la razón de porque he luchado contra el Consejo y me he negado a continuar con los dogmas de los magus es por la mera razón de que mi propio poder me maravilla. Es el poder de convertirse en un ser descorazonado y mortal, ¿por qué tanto poder? La respuesta es sencilla: Porque he perdido el absoluto miedo a la muerte, me he convertido en ella. Ya no temo a las tormentas de la vida, al imponente flujo de la sangre cuando un cuerpo acaba de cortarse, cuando mi cuerpo se eleva con la espuma de la contaminación en las ciudades, cuando consumo el veneno. Si la vida pudiese llorar, lo haría, porque ya no queda nada más que un alma transparente en un mar de ponzoña que ha parado de fluir.
Los sabios y los eruditos se masturban pensando en la idea de que el tiempo jamás para, nunca deja de fluir. Todo es infinito, todo es un ciclo que jamás terminará. El Caos es eso, la semilla cae y se hace flor, las vergas se paran y sale semen de ellas. Todo vuelve a empezar para bien o para mal, sin embargo, yo he logrado alcanzar un estado tan avanzado que puedo hacer que las flores se marchiten y que jamás vuelvan a abrirse.
¿Es mi poder tan banal y superficial para compararse con los designios de la muerte? No, no lo es. Yo soy una persona, un humano y la muerte es una nube oscura. Me encantan las cosas superficiales, me aburren las falsas profundidades, por eso he construido esta técnica definitiva para borrar de la existencia todo lo que tenga cerca. El viejo puto de Oppenheimer tenía muy clara la idea de la bomba y el poder verdadero de la muerte absoluta, ese hombre imitó a la magia e imito a Kaitan casi a la perfección, y yo le he imitado a él. No me pregunten de donde viene nuestra obsesión, pero la idea de que el Olvido definitivo alcance todas las cosas es algo que me arrastra hacía la idea romántica de borrar la existencia completa.

"Ahora me he convertido en la Muerte" es mi técnica definitiva, una forma de expandir la esencia del Magus fuera del cuerpo para crear así, un efecto de destrucción masiva conformado por la propia expulsión de la magia interna en forma de espectral.


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Grité: La promiscuidad no da felicidad, solo da vacío. Aún así, por algo los dioses nos dieron verga y vagina, justamente para hacer la voluntad divina de dar o recibir placer, entonces, gracias a las infinitas formas de goce nos condenamos a nosotros mismos en la tortura eterna de la satisfacción. Sigo al placer infinito, lo sigo y siempre espero repetirlo, jamás nada me satisface, todo me cansa pero, por fortuna, todo puede ser remplazado o cambiado. No importa si alguien te ama, puede luego amar a alguien exactamente igual a ti pero sin tus errores, tendrá otros, pero no tendrá los tuyos. Lo mismo que el odio, puedes odiar a alguien y luego odiar a otro: El político de turno, tu ahora ex pareja, tu nuevo jefe. La vida es deliciosa porque esta plagada de remplazos, siempre se puede dar vuelta la pagina, desaparecer y reaparecer con otro rostro. Creo que, al igual que las demás personas del mundo, tengo una tendencia deliciosa al cambio.
Nada puede planearse verdaderamente, todo es cambio y todo es caos, ese el precepto de los Magus, incluso lo más disciplinados entienden que da igual el pensamiento, da igual la ciencia y da igual la magia, nada puede escapar a la triste hermosa realidad del absoluto desorden en el cual vivimos. Aún así, los humanos han logrado crear hermosas ilusiones como las preferencias, las costumbres, las ideologías, los fetiches sexuales y los gustos. Somos individuos iguales, solamente que podemos escoger distintas mentiras para fabricar diferencias.
Cuando me siento feliz o me siento triste las cosas son las mismas, voy a algún antro a perderme en la música de Yasushi Ishii o de Tomoko Aran, porque si algo amo son las canciones populares de décadas pasadas, un reflejo de que siempre se puede escapar de la imaginación y entrar en el terreno de la melancolía, donde la tristeza se hace colectiva. La música es eso, colectivizar emociones. En los antros comparto piel con gente fría, con gente con calor y con gente con drogas, me gusta el roce de la piel y que nadie se mire directamente, parece que en ese lugar; un antro famoso todos nos sentamos frente a las luces refinadas de neón a simplemente desnudarnos de la cintura para arriba, no, no, nos desnudamos el alma, eso hacemos. Nos desnudamos las almas, nos abrimos nuestras cabezas y pensamos que en ese instante nada más existe que el placer inmediato, otra vez presos de nuestras propias locuras. Me concentró en mirar sus rostros alargados, sus ojos enrojecidos y sus penes erectos en pantalones de cuero, penes alargados y delgados, vaginas de labios inestables que gotean el rocío que da aliento al club. Me drogo hasta que ya no puedo distinguir nada, ni un rostro, ni un labio, nada. No quiero expresiones en las caras, no más, solo quiero lo extremo: Amor alocado, gritos de dolor, idilios que escapan para no volver.
Me he convertido en un crisantemo ahogado en alcoholes y en drogas, me encantaría guardar en una maldita valija todo lo que implica el arte del amor, el goce de la pelea y la iluminación que solo la magia da. Golpea mi cabeza, no quiero controlarme, quiero ser extraño en un mundo de conocidos. Presionaré mis labios en un beso con todo aquel que marque la diferencia, mataré a todos aquellos que no, me he cansado de que las calles estén repletas de basura que camina. Yo amo la basura, y no puedo dejar de pensar en ello. Algún día moriré, algún día antes de morir entenderé la vida misteriosa llena de lamentos para volverme más fuerte. Seré una seda oscura, un terciopelo que es moldeado en las manos de los Dioses, si es que existen, ahí seré derrotado pero feliz, hasta ese día simplemente iré por la vida escapando de las falsedades del mundo: La riqueza, la burguesía, la clase trabajadora, el sexo, las drogas, la sanidad, las hamburguesas de tres pisos de carne con dos de queso y la espuma del semen. La realidad se construye así, no creas que es un delirio, solo soy un hombre que nunca ha sido capaz de decidir nada por si mismo, por ende, como una tienda de flores, solo existo para asimilar que la belleza es efímera y jamás eterna, como estás palabras o las flores pasadas la medianoche. [/med]




[med]El porno me pone hipertenso, hipersensible. Ya no puedo soportar seguir viviendo en el mismo mundo que las personas ¡Las detesto! Por eso me he mudado en el lugar que más puedo detestar libremente a las personas: El barrio rojo. El olor a aire acondicionado, el olor a las drogas, puras me gustan menos y adulteradas me dan dolor de cabeza, el olor a comida rápida para llevar, sushi en mal estado, las películas porno en blanco y negro, el olor a vómito.
Todo aquel que no es yo, me imita, me imitan deambulando por las mismas pensiones que yo, por los mismos callejones, por los mismos coños y los mismos anos por los que antes me he corrido. Hoy había un tipo inconsciente en el baño de mi bar. El desmayado era alguien que no conocía, yo no tenía certeza de su nombre, pero de alguna forma se parecía a Seijun mismo, ósea yo. "Otro imitado" pensé, pues no todos son capaces de seguir los senderos de la verga, de los coños y de la mierda con mi misma capacidad. Al final, confuso y conmocionado lo devoré, solo para intentar mostrarle a su alma lo horroroso que podía ser el mundo. Empecé por sus dedos, que tiesos y duros no tenían más sabor que un hielo seco que pude haber sacado del refrigerador.
Cuando llegué a morder su cuello, empezó a llover. Cuando llueve recuerdo lo que leí en un libro, o lo que me comentaron alguna vez: Cuando la lluvia cae, el cielo y la tierra están fornicando. No tengo ni puta idea de que significa, pero las tripas, las tripas adornaban el bello ajeno, poseía una cara verdaderamente preciosa. En ese instante me di cuenta que pocas cosas me gustaban más que los cabellos oscuros, y los ojos grandes, en cambio, apreciaba los cuerpos diminutos. Luego de comerlo, me fui a la sala de baile.
Recuerdo que en 1970 no existían las discotecas, solo había algunas salas de baile a las que la gente de todas las edades y clases sociales iba a bailar, no sé, vals o foxtrot como si fuesen los yankees cuando ocuparon Japón en la Segunda Guerra. Fue recién en los 80 cuando empezaron a poner turbulentos clubes, las pandillas de moteros se peleaban entre ellos casi todas las noches y la yakuza manejaba el mercado de las drogas.
Yo me la pasaba bailando con bellezas clásicas, y me besaba con unas cuantas, sin embargo lo que más disfrutaba era que me la chuparan en el baño mixto del fondo, una novedad occidental. Me gustaba pensar que la otra persona oraba, oraba y me adoraba cuando la metía dentro de su boca. Sin embargo, eso me cansaba, me agotaba pensar que mi falo solo daba placer a la otra persona ¿por qué debía dar solo placer? Es decir, me gusta la sensación de eyacular en bocas ajenas, pero siempre creí que podía dar más de mi, por eso una vez, cuando una muchacha de Shangai me felaba, y la noche sin luna nos protegía, fui invadido por un sentimiento de tristeza que llevo a mi mano a sacar la navaja del bolsillo. Uno siempre debía salir con cuchillo cuando salía a bailar, pues nunca se sabía cuando todo podía terminar en una pelea, así que estaba preparado. Cuando a un hombre se la chupan, el hombre se convierte en presa, en comida, por eso debía ser muy sabroso para mi amante de medianoche, alce la navaja y me corté por completo el vientre, sentí un frío que me recorrió todo el cuerpo, sentí mucho dolor, pero pese a eso, sentí que por primera vez en mucho tiempo el sexo empezaba a tener sentido. Las oleadas de sangre empezaron a regar mi camisa, y por una romántica razón, llegaron a la boca ajena, incluso a mis testículos, pues ella seguía mamando sin parar. Claro que eso le hizo frenar, gritando histéricamente al ver a su amante de medianoche de esa manera, con el espíritu tan elevado. Puedo jurar que temblé como nunca, pero no pude eyacular hasta que dirigí la navaja directamente contra su tripa, y una vez que la hoja se clavó, la saqué y la volví a meter tantas veces que mi mano se entumeció. Me quedé inmóvil un instante, empecé a sudar, pero me sentí muy feliz. Estaba sintiendo algo, había matado y perdido el control, lo cual era terrible, pero había cumplido finalmente la meta de los intelectuales: Encontré el sentido de la vida. Esa noche dormí feliz, mirando el techo con expresión desconcertada.
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[med]Una vez, ella y yo estuvimos viendo una película casera y, una vez terminada, nos pusimos a fornicar. No gemía cuando la penetraba, tampoco cuando ella lo hizo. Al final dije: "Llevo mucho tiempo sin coger con nadie". Esas palabras le dejaron helada, lógico, como una tundra. Supe ahí que hacer el amor sin tristeza de por medio no tendría sentido, incluso cuando la tristeza fuese controlada, los pensamientos tenían un componente erótico más importante que el del ancho de una verga o la suavidad de unas tetas.
Esa noche después de matarla me pregunté a mí mismo: De todas las veces que he hecho esto, ¿ha valido alguna vez la pena? Es decir, hace ya muchos años que yo había decidido mi destino como Magus. Pero en ese momento yo ya no tenía a nadie a quien preguntarle, le pregunté a ella, pero estaba muerta, por ende no contestó.
Era muy bonita, como todas las mujeres y hombres del mundo, me visitó esperando que la devorase, cosa que hice, por ende no había arrepentimientos. La llevé a numerosos videoclubes en quiebra para poder comprar algunos dvds de películas que me gustan, voy a obviar su tipo, porque la temática era clara. Fuimos a una pequeña tienda para ocupar nuestras horas sin drogas o alcohol, las películas eran lo más cercano a eso. Si fuese por mi persona, pasaría todos los días viendo filmes, nunca me cansaría. Volviendo al tema, tras la acción cinematográfica la besé, la acaricié. Su piel era suave, muy blanca, incluso en estás épocas cualquier japonés tiene gusto por la claridad de una mujer, y está en particular resplandecía como la luna misma. Los cuerpos frágiles son los que mejor manejo y los que mejor se dejan manejar, los muslos temblorosos son mi especialidad, mientras que las bocas jadeantes son mi señal favorita.
Aunque parezca raro, yo siempre hago el amor de la misma forma. Daba placer con la boca, usaba mi arete como pincel y mi boca como cachorro hambriento, me gusta cuan repulsiva suena esa metáfora. Verla correrse me gustaba, porque parecía que se escapaba de mi departamento y viajaba muy lejos, a un mundo lleno de sueños. En ese momento, yo la maté para quedarme con su alma, lo hice de forma brusca y sin pensarlo, así su alma escapa lentamente de su cuerpo, dejándole inmóvil por siempre, perdida entre los colores de las luces de artificio y los vapores del sexo. Al final, la besaba apretando con fuerza su boca. Me encendí un cigarro, me masturbé frente a ella, pues recordé que me lo había pedido. Por alguna razón, ella ambicionaba con que en su lecho de muerte, un hombre se corriese en homenaje, si a su alma le gustó aquello o no, no podría saberlo, pero le dejé unos gemidos de canto fúnebre.
¿Qué estará pensando el asesino y la asesinada? Pensarán algunos, la realidad es simple: Nada en particular. Me encantaba regalarle flores a las personas pero también me gusta matarlas. Mientras caminaba por las calles de la ciudad, pensaba que quizás la cosa podría haber sido distinta, es decir, podríamos habernos quedado bebiendo, fumando o oyendo música.

La vida es asquerosa y estúpida. Si tomarás las vidas de todas las personas del mundo, probablemente no hay lugar para tanta pena, para tanta tristeza. Por eso, en vez de caer en ataques de locura, de ansiedad o de dolor, he aceptado esconderme entre los venenos de la noche, entre sus luces. Yo no soy un humano, soy un Magus. Los Magus son llamados de forma muy fácil: Los que Saben. Pero lo que sabemos no podemos decirlo, no al menos con palabras, lo diremos metiéndonos droga en el culo, o haciendo lo que yo hago todos los días. Escribo esto porque quiero que te asustes, que tengas terror. La vida solo son deseos desvanecidos, y yo necesito los tuyos. [/med]

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[med]Un viejo puto llamado Masuno creía poder definir una cultura en pocas palabras, como si fuese una extraña ecuación a despejar. La verdad es que en lo particular, las explicaciones cortas me tienen los huevos podridos de una manera que ni yo creía real. Los budistas nipones sostenían que hay que ser impasible, incluso cuando soplan ocho o diez vientos, básicamente decían que no importa lo que te pase o te digan, nunca hay que dejarse llevar por esas cosas. Una sola palabra puede dañar más que una puñalada: Ya no te amo, estás despedido, atropellaron a tu perro Hachiko. Blabla. No importa, se entiende. Los comentarios negativos deben olvidarse por completo, pero también los positivos.
Todo debe dar igual, hay que hacer oídos sordos a cada cosa que nos dicen. La mente zen budista es un poco eso para mí, me esfuerzo para siempre estar de buen humor y tranquilo. Pese a gozar de los placeres mundanos, de los más exquisitos vicios y de enamorarme de los más bonitos venenos, jamás me apego a nada, no tengo apego por absolutamente ninguna cosa. Ni tampoco a las personas. No me aferro a nada, todo tiene su distancia diametral. Esta es la sabiduría de Buda, pero deformada por los degenerados. Al final, todos coincidimos que la verdadera libertad solo existe cuando la mente se libera de cualquier atadura, y hablo absolutamente de todas, de todas, sin importar cual.[/med]

[med]Ni siquiera sentía real apego a Kabukicho, por más que sea como mi amante. Simplemente me perdía entre sus calles y callejones. Yo pensaba que existían distintos ciclos lunares, distintos ciclos de fiestas, festivales y jolgorios. Siempre pensaba que mi barrio era como darme un baño de espuma confortable. Ya hace mucho que nadie muere en el barrio, en los años setenta, siempre había distintos muertos que dejaba el frío o los vicios en el barrio rojo, si uno tenia el placer de salir en esas épocas a caminar cerca del amanecer, tenías el privilegio de encontrar alguno de los innumerables cadáveres que yacían en las veredas. El mundo era muy grande, pero todos los cadáveres se agrupaban en el mismo lado. En realidad, a mí siempre me hubiera gustado viajar al extranjero, ver distintos lugares en el mundo y conocer todos sus secretos, pero daba igual, mi cuerpo estaba lleno de cenizas por dentro, y me sentiría abrumado de tener que ocultar lo que soy. No podría cambiar jamás el aire que porto, mi aroma lleno de almas, un aroma repleto de espíritus dulzones que he devorado, fornicado o maltratado. Al final ninguna persona podría entenderme, ni siquiera yo mismo, pues nadie entiende a la muerte, ni a lo que pasa después de la misma. No entendemos tantas cosas que resulta imposible contarlas a todas, por ejemplo: La conducta de nuestros amigos, la de nuestros padres, las razones de las guerras, de la muerte y la miseria, las palabras de Dios o los celulares de tapa desplegable. De todas formas, siempre hay un extraño lugar para intentar entender la belleza, la juventud, las comidas deliciosa y la propia esperanza que habita en el caos. Los muslos de una mujer que se abren funcionan como un puente hacía el futuro desde un pasado triste, eso es lo que yo pienso.

[center]No me gusta pensar, siempre sueño y creo:
Las cosas mueren, nacen y se hacen bellas.
Las calles lloran sin necesidad de lluvia
es que ya se han perdido muchas almas
y todas ellas tienen pena.




--- Nelson Mandela.[/center]

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[med]La vida en Kabukichō se ha vuelto aburrida, cambian los lugares, pero cambian para peor. Antes eran una mierda, ahora es una mierda aún peor. A pesar de que la vida nocturna del barrio rojo siempre fue un hervidero de degenerados, con seguridad puedo decir que hasta ellos han cambiado. Las noches entre los callejones no tienen más ese misterio que las películas de yakuzas poseen, el cual fue real hace ya muchas décadas y que ahora se extinguió para siempre. Deambulan aquellos que son como yo, empezando a olvidar nuestros nombres, desde el trayecto inicial con los molestos arcos hasta Shinjuku se plaga de bares, entre lo cuales se encuentra el Midnight Pretender, mi bar, con un nombre puesto en honor a Tomoko Aran. Muchos directamente me llaman así, y me siento bastante extraño al respecto, pero en el fondo entiendo que eso es correcto, pues yo no soy ya una persona, soy el barrio en si mismo, soy parte del ecosistema en su ocaso. Es obvio que lo defenderé hasta el final, está es mi casa.

Rojo en Hebras ya no existe, Tokio Groove tampoco. Han cerrado para siempre y en su defecto, han abierto molestos clubes de computadores, salas de juego para extrañas atalayas de la cultura adicta a los efectos especiales, a los personajes de curvaturas irreales y a las competencias. Lollipop Origami está vacío, sin un alma, ni siquiera a mis degenerados les apetece estar ahí, están aburridos, estamos aburridos de nosotros mismos. Es probable que yo, como propietario, vea una oportunidad de dedicarme a lo mismo en algún momento, y mi bar se convierta en una sala llena de personas que se niegan a tomar pastillas, a inyectarse, o a fornicar como salvajes. Solo querrán una sala iluminada llena de teclados brillantes, computadores enormes, sillas cómodas y gaseosas heladas, todo para conectarse en el mundo de los videojuegos. Para los degenerados honrados como yo, esos placeres son muy tontos, especialmente porque nos fascinan las drogas, las rameras y los desechos. Entendemos nuestros vicios como vacaciones imperfectas, es decir que pueden ser buenas o pueden ser malas. No hay nada más exquisito que un mal viaje, o una mujer con un abrigo rojo y nada debajo. Esas pequeñas expresiones son lo que más importan en la vida.

Kabukichō es un largo pasillo que una vez floreció, daba calor a sus habitantes y se convertía en un sitio mágico donde cualquier tipo de placer, diversión o vicio podía materializarse. [/med]