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真夜中のふり [ + 21 , GORE , HORROR & DRAMA. ]
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[med](・ω・)☞ Tu vida de nada vale, solo eres una estela de polvo que, sin lugar a dudas, volverá a la absoluta oscuridad. Olvidada por Dios, olvidada por los demonios, solo quedará un alma lamida y tragada, que ya no será tuya, sino de la solitaria oscuridad.
(・ω・)☞ Tu vida de nada vale, solo eres una estela de polvo que, sin lugar a dudas, volverá a la absoluta oscuridad. Olvidada por Dios, olvidada por los demonios, solo quedará un alma lamida y tragada, que ya no será tuya, sino de la solitaria oscuridad.
(・ω・)☞ Tu vida de nada vale, solo eres una estela de polvo que, sin lugar a dudas, volverá a la absoluta oscuridad. Olvidada por Dios, olvidada por los demonios, solo quedará un alma lamida y tragada, que ya no será tuya, sino de la solitaria oscuridad.
[/med]

UN GRUPO DE ASESINOS SIN NOMBRE.

[med] Claramente los asesinos no se ponen nombres, y resuena un poco estúpido, pero está es la historia de un grupo de asesinos sin nombre y, como si fuera poco, un Amante de la Medianoche. Mas vale dejar constancia que el nombre de “Amante de la Medianoche” es igual de tonto que ponerle nombre a una cuadrilla de cegadores de vidas. Pero está historia es todo menos ridícula, a lo mejor será bizarra como lo es la vida bajo mis ojos.
El día que conocí al Amante de la Medianoche fue una noche en el barrio rojo, nos cruzamos en la esquina del nuevo bar YunaYuna. El bar había abierto hace poco, y se parecía mucho a los bares que podían encontrarse en Palermo viejo, en mi querida Argentina, es decir un antro oscuro y antiguo, que llevaba luces de neón de manera extravagante, como una luna fabricada en un cielo artificial. Yo estaba en el lugar, como en todos los sitios. Fui con deseos de coger, de llevarme una chica al cuarto, pero la verdad es que me había cansado de fingir tener suerte en el amor o que estaba esperando a alguien. Simplemente miraba hacía los lados, anhelando cruzar los ojos con la belleza del lugar. Bebía un gin con tónica aguado, porque tenía limón, cosa que hasta yo sabía que no utilizaba en este tipo de trago, pero al idiota de la barra nadie le había enseñado. En este lugar nadie tenía idea de cómo se debían hacer las cosas. Cuando lo ví, supe que era él. Seijun es un amante de la medianoche en todo sentido; me sacaba dos cabezas por lo menos y diría que alcanzaba los dos metros. Era asiático. Poseía un cuerpo proporcionado, casi como el de un deportista, sonreía a todos y llevaba una remera negra muy ajustada a su cuerpo, junto con unos pantalones decorados con una cadena que pendulan cuando se movía.
Seijun se llamaba, pero yo todavía no lo sabía, para mí era el Amante de la Medianoche, porque justo mi reloj daba aquella hora, y siempre a esa hora, sin saber bien las razones, sonaba una alarma que hacía vibrar mi mano derecha por un largo minuto. Yo jamás la apagaba. Él llevaba un largo vaso de un trago frutal, quizás una sangría, pero las luces del lugar me impedían verlo bien.Aún así, esos mismos rayos artificiales hacían su cara hipnotizante, pues sus facciones eran absolutamente toscas y no necesariamente bonitas, pero daban una sensación de belleza que no sabía explicar. Su cabello era del color azabache, muy liso y largo, aunque por alguna razón lo llevaba amarrado en una cola de caballo mal hecha. Junto a Seijun, había dos mujeres mucho más bonitas que él pero que estaban profundamente drogadas, demasiado drogadas. Sus ojos eran de cristal, e invitaban a hundirse en ellos, no bebían licor sino agua. Sus vestidos estaban muy adheridos a sus cuerpos, pieles de víboras o escamas que hacían a estas lamías modernas tentadoras para cualquier persona que viviera caliente como yo, pero ese es otro tema.
Ellas danzaban el trap cómo las latinas, pero ciertamente eran europeas, Seijun no bailaba y solamente se balanceaba con su vaso de lado a lado, manteniendo cercanía con las mujeres, que no dudaban en enlazarse entre ellas, coquetearse y re-pegarse conforme la canción sonaba. No entendía bien la letra, pero los bajos saturaron las paredes y detectaba un par de rimas o dos. Que el amante de la medianoche no bailase me decepcionó un poco, principalmente porque hubiera pensado que se trataba de un samurai haciendo alguna especie de kata o de movimiento marcial, pero eso a la vez le daba un aire misterioso, que aún así tenía más suerte en la lujuria que nosotros.
Tras media hora, terminé mi vaso, no invité ni me acerqué a ninguna mujer, tampoco nadie se me acercó, ni siquiera un hombre. Nada. Pagué mi trago, fui hacía la calle, subí a un taxi y eso.[/med]
 
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