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26-30, M
ᴘᴏʀ ғᴀᴠᴏʀ, ʟᴇᴇ ʟᴀ ᴅᴇsᴄʀᴄɪóɴ ᴘᴀʀᴀ ɴᴏ ᴛᴇɴᴇʀ ᴘʀᴏʙʟᴇᴍᴀs.
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HadesAidas · M
** Con antelación arguyó la contra medida enemiga develada fácilmente ante su atento mirar. No más que su indecible experiencia basta para deducir el asedio básico de un buen guerrero comúnmente. Por esto, conforme el antgonico cirnio a lo alto su hacha en evidente intención, la objetividad defensiva en él se insinuó casi naturalmente. Gracias a su previa guardia adoptada, no fue más aque valerse de la acogida fortaleza en las extremidades bajas debido al estado de flexión para dar una larga zancada con su pinrel diestro acompañada de un rechazo al suelo con la izquierda fraguando un buen desplazamiento hacia su trasera. Su intención abría sido no permitir en más mínimo toque por parte de la ofensiva, sin embargo, el sonido estridente, de esos que es mejor no oir y saber su procedencia, y una indeseada vibración a su pecho aducen a lo contradictorio, pues, en la parte del pecho el peto metalico habría sido violentado efimeramente por el filo del arma contraria dejando un corto surco, no a tal de pasarlo completamente pero, una huella de cierta profundidad si sería existente. Su alargada cabellera y parte de la capa se ondearon hacia en frente atrasado al acto, mas, ofreciendo cierto engalanado superficial al hecho.
El pie diestro se planta en el suelo al compás que el cuerpo del regente toma equilibrio al ascentar el otro. la mano siniestra iría a la altura del cuello tirando de la capa que queda sostenida en alto al finalizar del nuevo establecimiento mientras que la de la lanza se retrae un poco hacia atras de su torso. No perdió ni un instante para procurar un trazo diagonal descendente de izquierda a derecha con la estirada zurda delineado por la amplia capa frente a si mismo como una pasajera pantalla en compaginacion con un paso de su pie derecho hacia la delantera, al culminar el viaje de la lobrega tela frente así se podría evidenciar de manera, posiblemente sorpresiva ante el adverso, la lanza ya yendo en avanzada rauda migración con la punta amenazando repentinamente la parte baja y central del abdomen antagonico con el designio de ahondarse en la zona y perforar el intestino que por ahí supone que surca así como parte de la vejiga demandando a un escandaloso sangrado de la mano con agudo dolor y un inmediato diluimiento colateral del enfoque energético conseguido. El alcance de su siniestro sería perfectamente verídico pues, el largo brazo y la lanza sujeta a ecletico de su forja aportan a un rango suficiente considerando que el alejamiento defensivo apenas fue lo preciso para salir del área de peligro y no representó un extravagante distanciamiento.
Por lo anterior se avizora su actual postura con el pie diestro marcando la delantera, ambos en breve flexión, la mano izquierda en una posición baja sosteniendo el harapo y como no decir el matiz carmesi que ahora tintura sus retinas diluyendo el tizne bruno como reflejo a las emociones de tension y alegría morbida anidando en su mente conforme se desarrolla la punga.
Pero no sólo acaece esto... El vitae energetico en sus adentros se pasea por cada rincón de su biología, una borrasca arreciante inundando cada vez más sus causes naturales en presagio de lo violento y tragico donde se crea tal teatro funesto. **
 
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-El amor por las batallas podria ser aquello que une a todos los guerreros en el mundo, pocos son los que combaten solo por la obligacion de hacerlo; gloria, honor, conquista, lujuria, sin importar cual fuese el mayor impulso de estos, la sed de sangre era lo que mayormente dominaba a los usuarios de las armas, y Siegfried era uno de estos.-

-Ira era el pecado bajo el cual habia nacido, y guerra fue la influencia que termino volviendolo un jinete tras heredar el puesto de un guerrero del pasado, como viajero, tendia a verse metido en conflictos, sin importarle el bando o las razones, siempre terminaba alzando sus armas para uno o el otro lado, y esta no era la excepcion. Sus espadas tenian el filo de cada una bañado en un sangriento rojo, cabezas decapitadas, miembros amputados o cortes letales eran el rastro que el manejo de sus armas dejaba en la contienda, sin duda alguna era un guerrero nato. Su cuerpo llevaba una armadura negra cubriendo tanto brazos como piernas y torso, poco comun en aquellos lares, no habia duda que se trataba de un extrangero. Cuerpos caian a su diestra, hasta finalmente hacerse con una pila sobre la cual este se posaria victorioso, estaba haciendo una rapida celebracion.-

Ha! -En la vida de un guerrero, la euforia del combate los encendia de tal manera que les hacia creer que el mundo se arrodillaba ante sus pies, ese era el momento de Siegfried, sentia que estaba conquistandolo todo. Es que acaso alguien podria bajarlo de esa nube?-
HadesAidas · M
(Soundtrack: https://www.youtube.com/watch?v=fLs46N5otpk&list=RDfLs46N5otpk&start_radio=1
)

** Ante la expectación del halo solar y el celestial, aquel extravagante nórdico hace aparición en el enverdecido perímetro. Bullicioso y escandaloso claro es, mas, hades mantiene su semblante en estática expresión de serenidad inconmovible ante tal llegada. -Espero hoy si haya sido tu día de baño.- Expresa evidentemente mofándose al evocar el desagradable miasma de aquella vez en el opuesto conforme, en los sótanos de su anatomía corrientes energéticas se acaudalan en un constante vaivén por el cuerpo del eterno empezando a inundar en sobre medida cada célula, cada ápice de si al pasar el efímero tiempo siendo no más que el presagio de la dilación energética en disposición a lo venidero.
En paralelo pero de manera apresurada su diestra pierna sitúa un paso hacia el frente, flexiona ambas rodillas e inclina su torso hacia la delantera para con la potencia de sus músculos bajos efectuar un rechazo al suelo que lo incardina en vertiginosa corrida siendo delineada por surco de hojas que se levantan del suelo tras su transición como resultado de la tribulación eólica y así mismo, su capa y cabellera atrasadas al desplazamiento. Es como tal aquello que permite amainar distancia entre ambos a un metro y medio, allí donde al frenar tal corrida es arquitecto de una postura de perfil derecho con ambas piernas flexionadas breve-mente así como su zurda mano mudaría flexionándose hacia la parte baja de su espalda para morar allí.
La larga lanza, de más de dos metros, agarrada desde su centro no perdió fluidez conforme el frenon para ser emitida velozmente por un fuerte estiramiento de la extremidad diestra en busca de alcanzar el pecho enemigo, allí donde normalmente se ubica el corazón y con la puntiaguda hoja penetrar hasta atravesar por completo el cuerpo antagónico, en el transcurso dañando corazón y uno de los pulmones llamando así a una posible rauda muerte.
Los ojos del azabache se ciernen absortos sobre la silueta enemiga en busca de dirimir lo que se geste ante su guardia mientras en los interiores su poderío asciende implacablemente. **
HadesAidas · M
** Como emblema matutino se origina en la línea montañosa del horizonte el emerger del astro solar quien en pleno albor mañanero espolborea calidos rayos apenas templando y dorando las hectáreas arboladas fomentadas por docenas de kilómetros entre muros de montañas.
Las criaturas despiertan con diluir de la nocturna y melodías de pájaros extingen lo silente del panorama cuando las diversas y coloridas flores también eclosionan maravallando la óptica ambiental con su arte innato.
El crujir de unas ramas auguran una criatura pesada deambulando por las sendas naturales, sus pasos aplastan las secas y crujen las hojas que tapizan los irregulares suelos para así revelar a esta efigie. Un suntuoso masculino bendecido con piel tan blanca como la nieve, cabellera lacia alargada y abundante cayendo hasta un poco más allá de la paleta. A su semblante la semi poblada barba ofrece aires de varonil gallardia al imponente aspecto.
Unas brunas vestiduras se ciñen a su fornido biológico resaltando un peto compuesto por múltiples placajes metálicos contiguos. De este se desprenden unas hombreras de igual forja las cuales caen por el lateral externo de los brazos llegando casi a la altura de los codos, seguido, se dan los guanteletes aplicados desde el umbral de los antebrazos hasta cubrir por completo las manos culminado con aguzadas puntas en la simulación de los dedos de los guantes, aunque claro, con los debidos diseños de pliegues especiales especialmente en las zonas de articulación.
Sus pasos propician sonatas propias del avance al las botas metálicas, parte del equipamiento, asentarse bruscamente por el terreno admitiendo estabilidad, pues, así serían tales ascienden también, con sus piezas cilíndrica acogiendo las canillas y toda la sección en redondo así como las de los muslos al seguidas piezas de igual forma proteger aún encima de las pronunciadas rodilleras para concordar el gran protagonismo de la armadura sobre el cuerpo del soberano. Bajo tales artículos sería existente tanto la camisa como el pantalón de negro matiz que hacen perfecto conjunto.
Una atezada capa se remonta al exterior la cual se insinúa por sobre sus contornos, mas, dejando libre el posterior del cuerpo para permitir ver parte de sus atavios.
Sostenida en su mano diestra va su inseparable compañera de litigio, una sobrenatural aparente lanza oscurecida la cual expresa extrañamente dos piezas cortas salientes hacia los laterales a no muchos centímetros de la hoja semi romboide tradicional en este tipo de armas.

La brisa mañanera engulle al vetusto varón condenado al contoneo tanto a su cabellera como la capa la cual se muestra de intenso carmesí en su tejido interior.
-.....-
La mutes del sujeto precede su gran presencia, tanto física pues goza de gran estatura con 210 centímetros, cuerpo robusto y apariencia severa, como mística al ser una entidad divina la cual tal vez sea una esencia asimilada por los más sensibles a tales entes.
Los oscurecidos oculares del dios, discurren por el entorno en busca de lo que ha venido a encontrar, pues, un pacto caprichoso sería el que lo presenta en tales jardines selvaticos, un encuentro inconcluso de una semana atras que debe ser solucionado para saciar los instintos brutales de dos criaturas violentas a su modo cada una. Finalmente se sitúa en un claro del bosque, allí se abre por un par de decenas de metros de radio un espacio donde el terreno se hace un poco más uniforme, donde la profundidad del paraje vista desde los ángulos intenternos parece insondable y el cotorreo de las aves se pierde en la lejanía reduciendose a lo sutil. Allí, se ubica en un extremo mientras cuidadosamente acaricia con sus peligros dedos enguantados la crecida barba en su rostro y aprovechando la temperancia del ambiente desenboca un suspiro al son que observa el celeste inmaculado sobre sí de manera efímera manteniendo la expectativa de lo que espera sea una idílica contienda. **
HadesAidas · M
** Un lindero por el torso ajeno labro el ápice de su compañía bélica para contenerse por resistencia ejercida por la mano a altura de medio cuerpo opuesto. Sus dilados sensoriales no captan violencia alguna en una rauda respuesta. Algo que desorbita la mente del eterno. -¿Qué?- Sería el murmullo que exhala en recepción a tal comportamiento. Sigrid habría hecho un acercamiento incómodo donde su aura pestilente embalzama el aire oscilante al derredor y claro, el olfato de Aidas recoge tal aroma resultando en el fruncimiento de su ceño.
Simplemente vio como aquel enorme y mal oliente varón mudo inesperadamente las intenciones y aparenta retirarse sinicamente de lo qué auspicio con su osadia inicial.
-Shj...- libera otro suspiro en beneplácito de lo sucedido mientras recompone la lanza a una posición yerta y abandona la postura de su zurda.
Al carecer de basó ahora, entonces se lleva directamente la botella a la boca y desborda un gran sorbo el cual saborea con conford, mismo que vacía el cantaro vidrioso. -Bien...- se levanta de su silla, saca de un bolsillo 3 monedas de oro y se las tira al cantinero quien yace acurrucado en pánico por la reciente escena. -Dame otra botella de estas mismas. - Demando, sin embargo el pobre sujeto no mostraba reacción alguna para salir de su letargo. -umm... la tomaré yo entonces- se introdujo hacia la góndola de los licores y agarró una botella llena para después darse media vuelta y avandonar el sitio llevando en su zurda el licor y en su diestra la lanza. Obviamente iría tras el nórdico descarado, no porque quiera ir a seguirle buscando pelea, aunque tampoco le desagrada la idea, mucho menos quiere compartir un baño con tal ser, pero si hay algo que lo caracteriza es la curiosidad por las especies de los distintos universos por los que deambula, en especial los humanos, aunque el varón de antes no actúa muy humano que digamos, no obstante logró despertar la incertidumbre en el alto caballero.
En fin, la curiosidad le acecha la mente, ascuas de lo que podría ser tal "engendro" a su parecer le incitó a ello. Por eso, no perdió tiempo al salir y con su vista, bajo el ungido lunar ubicó al preeminente Sigfrid quien iría más adelante. A paso acelerado pero sin dejar de lado su aparente expresión adusta así como sancadas que no desgualetan en lo mínimo su gallardia. Le sigue siendo el artifice de constantes tonadas al sus suelas metálicas topar el suelo con constancia. Aprovecha para tomar un trago cada ciertos pasos, como si de extraña manera estuviera desarrollando un gusto especial por el sabor de aquella bebida, o tal vez, sería que la cantidad de alcohol ingerido empezó a insinuar algún efecto inicial en la razón del altivo. (?)
-No sabía que los animales primitivos tomaban baños en las noches de luna llena. ¿Es algún gaje de la evolución animal?- Alzó su enronquecida voz con evidente maña hacia el antagonico asgardiano. **
HadesAidas · M
** El extravagante estímulo violento del opuesto aturde el festivo ambiente. La reacción del nórdico habría sido sumamente vehemente, mas, no es algo que el celestial no previera, pues precisamente esa era la idea, provocación. Como vestía primitiva es legible y perturbable a voluntad, o eso cree el soberano quien ahora sí delinea en una tenue curvatura en sus carnosos labios ufano de lo acaecido. Avistando la contrariedad dirime fácilmente el objetivo, por lo que le basta con inclinar su torso hacia atrás lo suficiente como para no ser alcanzado por la puntera del armamento pero no perder el equilibrio. En paralelo habría elevado su diestra mano conforme la lanza empieza a transitar por su frontal, el guantelete metálico abraza en un agarre el arma cerca a la finalidad opuesta a la punta dando paso a una estridente sonata y fricción de metales expidiendo incontables chispas multi-tonalidad al intenso desliz. No ofrecería pausa en la fluidez del movimiento, conforme se asegura el agarre su fuerte extremidad desata un apremiante trazo semi-circular ascendente por la izquierda y descendente por la derecha. Permitido por el extenso alcance de su brazo estirándose así como de la larga lanza el alcance del estoque seria mayor a dos metros amenazando con infligir un superficial corte vertical descendente empezando por la frente, bajando a la nariz y boca alcanzando el eclético entre ambos pectorales así como cursar por el centro del abdomen. Posiblemente, el corte propiciado por la aguzada hoja de la sobrenatural lanza no entre más que un centímetro, esto debido al distanciamiento entre ambos y la falta de potencia en el hacir por la forma tan inapropiada en la que se esgrime el artículo. Sin embargo, tal vez esto fuera suficiente para llamar al efluvio del tan escandaloso carmesí así como dolor agudo por la alargada incisión a causar.
Compaginando con la constitución de la ofensiva, su zurda mano presurosamente iría rumbo hacia la zona baja de su espalda para flexionarse acomodando el ante brazo en horizontal.
Evidentemente no se levantó de su silla, boato de altivez su majestad se toma el tiempo de medir a su desafiador burlona-mente, aparentemente escatimando las posibilidades bélicas enemigas.
-Un perro tan poco manso requiere adiestramiento- Su grave como ronca voz sentencia iniciada la obra bélica.
Sus sentidos como vista, oído e incluso, instintos combativos, una vez entrado el encuentro se convierten ensimismados del entorno, así mismo estaría él de dispuesto a desatar la contienda del otro mostrar digno nivel. **
HadesAidas · M
** La escenica entrada del nordico hace plantar la atención de Hades hacia el porton frontal, claramente se le hizo singular un tipo de tal altivez y ni hablar de su porte aparentemente bélicoso, no obstante, su semblante no abandona la expresión austera que le adorna dándole aires de estoica elegancia.
Apenas lo escanea por unos instantes para después dar vuelta y continuar con su bebeta. Esto no significa que tal no llamará su curia, sólo que al verlo caminar directo hacia la barra, deduciria su próxima cercanía. Y así fue.

Un trago más abocado a sus fauces embadurna tal escencia al paladar y lengua, de forma menos intensa al principio, claro está, debido a rapida la asimilación del delicioso sabor. -Ahj...- Suspiro con sutilesa en respuesta al llegado.
Aquel osado enorme acoge la supuesta renegrida lanza del ex-olimpico sin modal previo alguno, si la escudriña con viveza notaria sus detalles raros pues aparenta un tipo de salientes o piezas en horizontal a varios centímetros distanciados de la de la hoja, justo en el tubo, además, bajo estas forjas, una muy atenuada marca como simulando alguna frontera entre dos partes.
Aidas permitiría tal en aparente taciturno, mientras lentamente decanta más del licor en el recipiente hasta colmarlo. -Conjeturo, que al parecer, tú eres de esos quienes creen gozar de tal vigor como para saltarse las normas y pasar por encima de los demás. Lo supongo porqué... tal vez yo soy así (?) y como omitir tu dramática entrada...- determina en son de asentar el embargado baso sobre el tablon, lo deslizaria con intensidad hacia el nórdico al son que menciona. -¿...Quieres un trago?- Evidentemente la forma en que lo gesta es sarcasmo maquiavélico, buscaría que el bazo al llegar al borde con vertiginoso deslizamiento caiga y desemboque el contenido sobre la parte baja del cuerpo ajeno en post de afrenta hacia tal "grandulon" a su parecer, indignamente pretencioso. **
HadesAidas · M
** Entonces la oscuridad se hace del firmamento y la negrura ejerce hegemonía en aquella nocturnal inmaculada permitiendo a vástagos de la noche, vestías del monte, emergen para la caza en los extensos boscosos que rodean los alcázares aglomerados concibiendo un pequeño pueblo levantado entre las enverdecidas extensiones montañosas. La silente serena es escasamente interrumpida por los murmullos de ventolinas orlando con heladas el levantamiento humano cuando a las puertas del asentamiento aparece una oscurecida como enigmática efigie rondando por las lóbregas y solitarias sendas siendo denotada la sonata de sus pasos metálicos inhibiendo el taciturno en su deambular constante, pues, se trata del beduino celestial del multiverso, un singular nómada cuya procesión curiosa trata de un constante éxodo y hoy como tal, el azar lo arriba a tal sitio donde esperaría pasar un rato afable.

Los nubarrones del cielo siguen su tránsito, se marchan y en ello dan paso a la luna quien ofrece su repentino brío en forma de hilos blancos plateando los recintos con intensa luminiscencia que llena su ausencia. Ahora de manera más clara se especta la efigie de este ser: Un alto varón cuya alba piel parece acoger fulgor propio al adjudicársele el de la soberana, una larga cabellera es distinguible y como no mencionar tales atavíos renegridos constando, a la superficial expectación, de una larga capa de cuello alto pigmentada en atezado por fuera e intenso carmesí por dentro la cual se sostiene al cuello por una delgada tira dejando parte del posterior descubierto para avistar lo que parece un oscuro peto compuesto por distintas placas el cual desciende hasta la mitad de su anatomía dando paso a unos negros pantalones descendentes hasta embutirse en unas alargadas botas metálicas que resuenan a cada paso por la adoquinada calle. A si mismo se revela un brazo fuera del ocultismo de la capa en el que se horma visible una sección de hombrera descendiendo por el lateral del brazo hasta casi el codo para dar paso a una pieza cilíndrica en el visible ante brazo como parte de un guantelete terminado en aguzadas puntas en los finales de los dedos que abrazan una supuesta lanza de similar tamaño a su portador.

En su turismo avisto una casa etiquetada por un letrero como bar, no tendría nada mejor que hacer para pasar la noche, a pesar de que el licor no es de sus favoritismos, no vendría mal alguna bebida y tomar reposo después de un largo viaje a pie. En el letrero también habría un aviso a la prohibición de armamentos en el tomadero, algo que él decide ignorar con la más viva intención de burla y generar molestia, es de su gozo escudriñar las reacciones de los mortales, en especial tiene un sesgo favoritico en su curiosidad por los humanos en sus distintas apariciones, le agradaría generar impactos o reacción en los que estén allí al desobedecer sus normas y ver que harían.

De repente atraviesa la puerta frontal del local ingresando a los interiores, su peculiar presencia resaltada en su aspecto varonil por tal barba semi poblada, ojos severos y sus preeminentes 210 centímetros de estatura le preceden en imponencia enseñoreada de la majestad que exhala al deambular con paso lento y constante, incluso, para quien tuviera cualidades especiales posiblemente seria apreciable de manera ambigua la esencia especial del eterno que envuelve a tal ser siendo como tal la esencia de un dios. Inevitable es que mucha atención de los ebrios se centrara en él mientras hace su imponente pasarela hacia la barra, el cantinero estaría absorto, apenas balbuceo recalcando la prohibición de armas al ver la lanza, mas, hades haría ignorancia de ello respondiendo con una hostil mirada que acobardaría a un ser totalmente normal, y el pobre hombre sin palabras solo decidió asimilar lo sucedido y no poner pereques al recién llegado, “por lo supuesto hasta ahí” el resto tomo la misma opción. Se sentó en la barra frente al encargado y no demoro en hace demanda de un cántaro entero del mejor licor que tuviera, no sin antes dejar reposar la lanza a su lado sobre la misma barra. El dependiente llevo consigo una botella de bebida la cual descorcha en frente del azabache, al son que la reposa sobre la enmaderada mesa junto a un cristalino baso. Hades mismo se tomaría la tarea de verter el líquido enrojecido entre el recipiente hasta llenarlo. EL dulce olor que exhala la sustancia es percibido por el olfato de su majestad quien esboza una leve sonrisa en señal de complacencia para después decantarlo un largo y profundo trago sentido armónicamente por su lengua siguiendo por su garganta otorgando una sutil sensación agridulce que embadurna su interior. Luego solo soltaría un relajado suspiro mientras murmura para sí mismo: -Bueno, no vienen siendo más que cobardes normales, aunque doy un punto… hace siglos no probaba un licor tan bueno.- Exclama en bajo soliloquio. **