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26-30, M
ᴘᴏʀ ғᴀᴠᴏʀ, ʟᴇᴇ ʟᴀ ᴅᴇsᴄʀᴄɪóɴ ᴘᴀʀᴀ ɴᴏ ᴛᴇɴᴇʀ ᴘʀᴏʙʟᴇᴍᴀs.
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HadesAidas · M
** Como emblema matutino se origina en la línea montañosa del horizonte el emerger del astro solar quien en pleno albor mañanero espolborea calidos rayos apenas templando y dorando las hectáreas arboladas fomentadas por docenas de kilómetros entre muros de montañas.
Las criaturas despiertan con diluir de la nocturna y melodías de pájaros extingen lo silente del panorama cuando las diversas y coloridas flores también eclosionan maravallando la óptica ambiental con su arte innato.
El crujir de unas ramas auguran una criatura pesada deambulando por las sendas naturales, sus pasos aplastan las secas y crujen las hojas que tapizan los irregulares suelos para así revelar a esta efigie. Un suntuoso masculino bendecido con piel tan blanca como la nieve, cabellera lacia alargada y abundante cayendo hasta un poco más allá de la paleta. A su semblante la semi poblada barba ofrece aires de varonil gallardia al imponente aspecto.
Unas brunas vestiduras se ciñen a su fornido biológico resaltando un peto compuesto por múltiples placajes metálicos contiguos. De este se desprenden unas hombreras de igual forja las cuales caen por el lateral externo de los brazos llegando casi a la altura de los codos, seguido, se dan los guanteletes aplicados desde el umbral de los antebrazos hasta cubrir por completo las manos culminado con aguzadas puntas en la simulación de los dedos de los guantes, aunque claro, con los debidos diseños de pliegues especiales especialmente en las zonas de articulación.
Sus pasos propician sonatas propias del avance al las botas metálicas, parte del equipamiento, asentarse bruscamente por el terreno admitiendo estabilidad, pues, así serían tales ascienden también, con sus piezas cilíndrica acogiendo las canillas y toda la sección en redondo así como las de los muslos al seguidas piezas de igual forma proteger aún encima de las pronunciadas rodilleras para concordar el gran protagonismo de la armadura sobre el cuerpo del soberano. Bajo tales artículos sería existente tanto la camisa como el pantalón de negro matiz que hacen perfecto conjunto.
Una atezada capa se remonta al exterior la cual se insinúa por sobre sus contornos, mas, dejando libre el posterior del cuerpo para permitir ver parte de sus atavios.
Sostenida en su mano diestra va su inseparable compañera de litigio, una sobrenatural aparente lanza oscurecida la cual expresa extrañamente dos piezas cortas salientes hacia los laterales a no muchos centímetros de la hoja semi romboide tradicional en este tipo de armas.

La brisa mañanera engulle al vetusto varón condenado al contoneo tanto a su cabellera como la capa la cual se muestra de intenso carmesí en su tejido interior.
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La mutes del sujeto precede su gran presencia, tanto física pues goza de gran estatura con 210 centímetros, cuerpo robusto y apariencia severa, como mística al ser una entidad divina la cual tal vez sea una esencia asimilada por los más sensibles a tales entes.
Los oscurecidos oculares del dios, discurren por el entorno en busca de lo que ha venido a encontrar, pues, un pacto caprichoso sería el que lo presenta en tales jardines selvaticos, un encuentro inconcluso de una semana atras que debe ser solucionado para saciar los instintos brutales de dos criaturas violentas a su modo cada una. Finalmente se sitúa en un claro del bosque, allí se abre por un par de decenas de metros de radio un espacio donde el terreno se hace un poco más uniforme, donde la profundidad del paraje vista desde los ángulos intenternos parece insondable y el cotorreo de las aves se pierde en la lejanía reduciendose a lo sutil. Allí, se ubica en un extremo mientras cuidadosamente acaricia con sus peligros dedos enguantados la crecida barba en su rostro y aprovechando la temperancia del ambiente desenboca un suspiro al son que observa el celeste inmaculado sobre sí de manera efímera manteniendo la expectativa de lo que espera sea una idílica contienda. **
 
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