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Desde lo cielos, mientras aún descendía y tras haber traspasado la gruesa capa de oscuridad, Sol pudo observar como el caos se apoderaba de la población.

Pequeños incendios forestales y de algunas viviendas, era la única luz en medio de todo el caos.

Finalmente sus pies tocaron el suelo. Era fresco, y el césped bajo sus pies, expedía un delicioso y perfumado aroma que la diosa solía disfrutar durante sus días sobre la tierra, pero ahora, solo le provocaba una dolorosa desazón ante la idea de que todo aquello pudiera verse afectado por un mal desconocido.

Miró hacia el cielo apagado, llenándosele el pecho de una extraña sensación que se iba acrecentando cada vez más ¿Enojo? ¿Tristeza? ¿Incertidumbre? No, parecía algo más, quizás el miedo a que las repentinas sospechas se hicieran verdad. Empezó a andar por un improvisado camino entre los altos árboles del bosque, siguiendo el rastro de caos y destrucción. Incluso la fauna silvestre parecía temer al desconocido mal al evitar salir de sus guaridas a pesar del paso de la diosa que se apoyaba con cada paso en su tridente.

De pronto, un fuerte estruendo desde quién sabe dónde la hizo detenerse de inmediato. Un haz de luz, se dirigía rápidamente hacia la diosa, arrancando desde las raíces, árboles, arbustos, levantando incluso rocas e iba dejando una zanja de escombros a su paso.

Se hizo a un lado para evitar el impacto de una poderosa lanza que ante la mirada atónita de Sol al reconocerla, se giró sobre su centro como un boomerang, volviendo rápidamente a las manos de su dueña.

Mostró en su mirar la sorpresa, la decepción y sobre todo, el terror ante la expectativa de lo que hubiese estado a punto de ocurrir si no hubiese tomado la precaución de evitar la trayectoria de su arma.

—¿Hermana…? —Preguntó con voz trémula, apoyando su tridente a Sol, con un brillo más intenso e inusual ante la presencia de Luna. Dio un paso hacia a ella, a pesar de que el tono que usara en su voz, no se asemejara en absoluto al de la gentil hermana a quien, a decir verdad, hacía mucho se había distanciado de ella.

Sintió entonces una punzada en el pecho por la culpa. Si su hermana se había alejado ¿Por qué no se acercó a ella entonces? Tragó saliva, intentando aliviar el remordimiento y dio otro paso para iniciar su andar.

—¿…Que has hecho…? —Le preguntó entonces, esperando todo fuese un simple error, un mal entendido, sin embargo, el tridente de sol adquiría cada vez más brillo, no solo iluminando el camino, sino que pareciera responder en advertencia y protección de la deidad.

—Anda, volvamos. Aún estamos a tiempo, arreglaremos todo esto y no habrá pasado nada. ¿Te parece? —Extendió su mano diestra hacia Luna, esperando que ella aceptara y volver juntas.-

Los ojos de Joe recorrieron la fisonomía femenina en cuestión de segundos. Nada más con entrar al recibidor, la pelirroja había capturado su atención y eso era 'admirable' dado a la cantidad de mujeres que entran y salen de la librería, todas descartadas como los pétalos de una flor en ese tonto juego del 'Me quiere o no me quiere'. Sorprendía también lo hermosa que la encontraba: frente alta, nariz perfecta, labios carnosos, cabello rojo y bonitos ojos. El cabello de Joe tiende al enmaraño, y los ojos rezuman noches donde el sueño no tocó su cama, mientras que el cabello de la chica denota un meticuloso régimen de constantes cepillados y cremas; los ojos van a tenor con lo demás: pocos rastros de desvelo pero sí toques de tristeza. Con todo y eso, la encuentra encantadora.


— Déjame ver — Siempre era el mismo ritual. Entretejer una manera de acercarse a la chica de sus sueños -temporal- y ayudarla. Tomó el libro de regreso, quitándole el polvo de la cubierta con la palma de la mano y desarrugar el imperfecto tras la caída. — Oh, es un buen libro. "Cuando el corazón perdona" de Ruth M. Lerga. Una lucha constante de voluntades, malentendidos, celos y gran variedad de situaciones entre una pareja aristócrata que jura haberse olvidado. A pesar de ello, el destino insiste en juntar sus caminos. Es bastante bueno, ganó un premio a Novela romántica en 2011. Si yo fuera tú, lo llevaría sin dudarlo. —



Le regresó el libro para que eche un vistazo. Letras moradas enroscadas a los extremos; la fotografía de una mujer blanca, desde los labios hasta la cintura, el resto del rostro era un misterio, entallada en un vestido lila con encajes en el cuello y hombros; manos delgadas, finas, envueltas celosamente bajo guantes de raso acordes a la tela del vestido; 349 páginas de ilustre idilio. Una reliquia literaria.

— ¿Qué dices? ¿Lo llevarás? — Joe gesticuló una sonrisa que guardaba bajo candado la ansiedad por saber algo tan básico como su nombre. Bien, no era el típico galán de telenovela pero el alto conocimiento en títulos, historias y autores garantizaba una charla amena. Señaló el mostrador con la cabeza. El muy tunante ya lanzaba la invitación a su zona de confort, donde las redes esperaban por capturar a la chica.

La historia del Grial había estado presente en todas las etapas históricas, pocos sabrían de esto, pero la leyenda cambiaba dependiendo la era, desde grandes batallas entre Servants por obtenerlo…hasta la unión de ellos para impedir un cambio histórico. Sin duda era una reliquia que concedía el deseo que fuese y normalmente caía en manos equivocadas.

Todo el lugar parecía que se derrumbaría, aquel fragmento comenzó a regenerarse, el circulo brillaba mientras la figura femenina aparecía frente a los ojos de la vampiresa, sus ojos permanecieron cerrados hasta que finalmente aquel desastre parase y todo estuviese en paz, finalmente aquella mirada de la guerrera se centró en la contraria.


-Sentí una interesante convicción…además de que no puedo creerme que alguien dañase mis posesiones de este modo…da igual…a partir de este momento te reconozco como mi Master en este tiempo que luchemos lado a lado…parece que no debo decirlo, pero mi nombre es Scathach.

La reina de la tierra de las sombras estaba parada observando su alrededor, procesando toda la información que se le había dado sobre la era donde había llegado.

- ¿Cuál es tu deseo? ¿Cuál es tu pelea? Prepararse para la batalla es la parte más importante para un guerrero, cada estrategia y movimiento es esencial

Sentencio mientras la tela de su boca desaparecía y en cambio un velo adorno su cabello, era un rumor el duro carácter de la asesina de dioses, los libros la describían como alguien que reinaba y entrenaba con una fuerza mayor que la de cualquier ejército, por ello algunos decían que tenía la fuerza de un monstruo…aunque los libros no mentían ella no poseía un carácter de barbaros, solo parecía difícil de tratar y directa con sus misiones.

(...)


Como una tormenta invadió los aposentos en un baño de arena y aire furioso que los inmuebles tendían a ser removidos de sus sitios originales abriendo paso a la figura ennegrecida quien se alzaba entre la arena.

▬ Que descaro tan grande osan cometer seres inferiores. ▬ La voz grave hacia un ligero eco en los aposentos. Más que enorgullecido por la repentina invocación, estaba enfurecido.

Observo los laterales, los emblemas en el suelo lo tenían limitado a más movimientos, su poder mágico incluso era menos del 20% por el incompleto llamado sin un recepto mágico o algo que le proporcionara el mana necesario. Cambio su semblante, el tono de voz y con serenidad levanto la cabeza, observando al par de extraños examino cuidadosamente quien de los había hecho el llamado, para su sorpresa no se trataba de un mago o un conjunto de sacerdotes, sino de dos simples individuos.

▬ ¿Y bien? ¿A qué viene el llamado tan innecesario? ▬ Si bien formulaba preguntas, no se esperaría nada bueno pues los llamados a los Dioses no eran más que caprichos ordinarios para obtener poder o riquezas, pero llamarlo a él en especial solo significaba una cosa y era traer a la vida a un ser querido.

La vida en un parpadeo se disolvía como sal en un vaso de agua, el único rastro que quedaría a través del tiempo serian los recuerdos en las memorias de aquellos que continuaban vivos tal y como sucedía con los Dioses antiguos. Si bien los antiguos escritos manifestaban estas existencias como seres supremos no había una certeza real de su existencia en la tierra más que las palabras trazadas en aquellos pliegos que, generación tras generación eran olvidadas, el avance de la historia, la humanidad misma, volvían estos hechos simples cuentos para generar temor o respeto a las colosales construcciones antiguas esparcidas alrededor del mundo.

O por lo menos los cuentos podían ser una realidad...

El plano astral no era para nada parecido a los cuentos de hadas trazados en libros antiguos y tampoco era un infierno carmesí reinado por flamas y lamentos. Muy opuesto a esas creencias, el espacio cerrado era un cuarto amplio, alumbrado por dos antorchas en los extremos delanteros superiores a la habitación y frente a cada individuo que había fallecido yacía Anubis. En la Duat, el espíritu del fallecido era guiado por el dios quien extraía mágicamente el Ib y lo depositaba sobre uno de los dos platillos de la balanza el cual hacia contrapeso con la pluma de Maat, situada en el otro platillo, formulando preguntas acerca de la conducta pasada se dictaría su destino.


▬ Las malas acciones son cada vez más constantes, se ha perdido la buena voluntad en los hombres ▬ Hacía mención cuando la balanza se postraba mas del lado del corazón, a su lado yacía Thot quien servía como escriba y entregaba los resultados de las preguntas formuladas a Osiris.

▬ ¿Esperabas algo bueno de ellos? Son inferiores a nosotros.

El juicio llegaba a su fin y el consejo de 42 sacerdotes no se hacia esperar en aclamar por Ammyt (el devorador de los muertos) la cual fue interrumpida por plegarias sonoras que retumbaron con eco en la sala, plegarias que no eran para honrar a los Dioses si no para invocarlos en la tierra misma.

▬ ¿Cómo es posible que alguien sea capaz de recitar esto? Thot, tu eras el responsable de salva guardar... ▬ Entre más se acercaban a finalizar la invocación, más pesadez caía sobre el Dios quien abrumado y desorientado por el inusual llamado dejaba caer la balanza, el ritual había sido interrumpido y eso ya era imperdonable. El destello como consecuencia del llamado ilumino la sala, desapareciendo en una ola de arena que no dejo evidencia de su paradero.


(...)

O: Muy bien. -Mencionó enérgica y con amabilidad levantándose de su asiento y caminando a la puerta.- Sígame, le haré un recorrido por todo el sitio. -Dijo brindándole el paso a la nueva integrante del equipo de salud encaminado a la psiquiatría, cerrando la puerta de su oficina a sus espaldas y dejando al señor Snoval a cargo de la jefatura mientras está ausente con la nueva trabajadora.- Snoval, saldré un momento para capacitar a nuestra nueva integrante, quiero que hagas un oficio explicando ahora que la señorita Mercy Brown es ahora la encargada oficial del caso de la pequeña Sapphire, cuyo número de expediente es el 942.

-La noticia cayó como balde de agua helada en el regordete hombre, quién observó con verdadera inquietud que alguien tan joven y de belleza sin igual fuese a encargarse de una niña con graves problemas para socializar, aunado a la trágica historia que le encaminó a permanecer interna en ése sitio.- S: Si, jefe. -Dijo sin replicar comenzando a escribir en la computadora como el obediente y fiel secretario de aquella frívola y demandante mujer. Poco a poco, lo pasos de aquel par de tacones resuenan sobre el frío piso del pasillo, llegando de por medio a un recibidor lo suficientemente amplio que está encaminado a una cafetería para el personal o visitantes, al fondo hay un enorme patio repleto de árboles, bancas y un jardín precio.-

-Aquí puede usted venir a tomar un refrigerio, el desayuno de los pacientes comienza a partir de las 8:30 am, a las 11:00 am las actividades lúdicas se realizan por grupos de edad, primero los niños y adolescentes, a las 12:00 los adultos y adultos mayores, no pueden convivir unos con otros para evitar violencia en general, nuestros enfermeros están lo suficientemente capacitados para manipular a todos los casos que aquí se presentan. Ahora, iremos por el elevador, quiero que conozcas a la paciente que he asignado especialmente para usted y de lo cuál estoy segura que habrá un avance, su perfil ha sido uno de los mejores que he visto, así que tengo la plena confianza en su trabajo y dedicación. -Concluyó apretando el botón del elevador, mismo que abrió sus puertas, acto a seguir, marcó el quinto piso, cerrando así las puertas y sin demora alguna, les dejó en el piso asignado, para entonces, la mujer salió caminando con breves pasos hasta quedar afuera de una habitación.- - Aquí es. ¿Trae todo lo necesario? Si requiere de algún material, Javier, el enfermero estará aquí afuera en caso de que requiera algo con la atención de la niña -Argumentó abriendo la puerta, estando ahora ahí dentro la pequeña que hace unos momentos había estado afuera en el patio, tenía sus ojos cristalinos por las lágrimas y una marca rojiza en la mejilla producto de una cruenta bofetada.- O: Muy bien Sapphire, ella es la psicóloga Mercy Brown, trabajará en conjunto contigo, así que sé buena niña y cuéntale todo desde aquel día. -Con la mirada volteó a ver a la joven, dejandola ahora a solas con la menor y cerrando la puerta detrás de ella.-

-Sapphire soltó un suspiro y permaneció en silencio, sentada en aquella cama con la mirada cabizbaja y la existencia quebrantada, sólo ansiaba la muerte.-

— ¡Mi señora! ¡Mi señora! —

Una joven doncella de dorados caireles, tiraba con miedo de la túnica de la Diosa que observaba atónita, como una gruesa capa de oscuridad cubría el globo terráqueo dejándolo en tinieblas.

De pie, desde el extenso jardín de girasoles que ella misma había cuidado desde hacía milenios atrás, en los terrenos de su templo, se preguntaba qué clase de fenómeno sería ese.

Debía haber una explicación lógica. Su luz había sido opacada sin más, cuando el manto oscuro se extendió y eso solo podría haberlo hecho otro Dios. ¿Sería acaso una prueba de los grandes Dioses para la humanidad que ella debía superar?

Tal vez debía poner al tanto a su hermana, aunque por una parte, pensó que tal vez sería algo que ella sola podría solucionar. Sonriendo confiada, irradió su luz hacia la tierra, más brillante, más cálida, con la intención de romper la barrera que se había cernido sobre la humanidad y disiparla por completo.

Mientras tanto, bajo aquel domo de oscuridad, gritos de histeria y preocupación en la tierra se hacían escuchar. Madres acunando a sus hijos entre los brazos que aterrados lloraban por la repentina noche a pleno medio día. Hombres con antorchas, dispuestos a proteger las aldeas de las bestias salvajes y nocturnas que aprovechaban la confusión para cazar.

Y delincuentes, ladrones, violadores y pederastas, acechando a nuevas víctimas, bajo el cobijo repentino cobijo que les brindó la oscuridad.

Sol jadeaba agotada, incrédula. Su luz no había logrado traspasar.


—¿Qué clase de poder es este…—

Se preguntó mientras se recomponía, aferrándose a la mano de su doncella que no se había querido separar de ella en ningún instante. No había nada que de lejos pudiera hacer, debía actuar de manera directa. Su cuerpo se cubrió de una brillante y dorada luz, que enceguecería a quien estuviera cerca.
Cuando la energía divina se disipó, mostró nuevamente a la Diosa, en una nueva vestimenta. La túnica se convirtió en un vestido más ceñido, de un brillante color blanco, con detalles dorados similares a las lenguas de fuego solares, delineando el escote, las mangas y la bastilla de su vestimenta. En su mano derecha, se había materializado un tridente dorado, que destellaba con luz propia, iluminando el camino de la diosa que se encaminaba hacia el sendero de losas que se iba formando en el infinito y que le guiaban hacia el globo terráqueo, sin imaginar si quiera, la dolorosa verdad que se encontraría al llegar.