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— Lo único que debo hacer, mi querida Miss Evania* es trabajar la arcilla. Es decir, —Hizo un moviento de manos, como si evocara memorias viejas o tratara de darle continuidad a algo. Últimamente le gustaba emplear metáforas, y parecía que ella podía entenderlas o servían para enredarla más.— ¿Has visto como se moldea la arcilla para formar jarrones? Bien, tú serás la arcilla y yo seré el alfarero. —Bebió algo de café y dejó nuevamente la taza. Se saboreó esa amargura en los labios, ese dulce néctar que le servía como tranquilizante y catalizador de la hoguera en que vivían sus pulmones.— Solo debo darte la forma adecuada, debo presionar, debo dejar de preguntar o insistir, atacar cuando menos lo esperes, bombardear de preguntas o ignorarlas por completo. Que todo sea repentino, actuar cuando menos lo esperes y no actuar cuando más lo esperes. Es simple: Debo darte la forma que deseo con mis acciones.

Asintió lento, su mirada no se apartó por completo de ella pero se volvió un tanto confiada y socarrona cuando entrecerró los ojos y la curva de sus labios se formó en una sonrisa burlona, con sorna. Pero que trató de ir difuminando con un lento movimiento de cabeza en negación.

— Te puedo presionar tanto que no tengas más remedio que decirme tu secreto para evadir mis actos. O puedo dejar de interesarme en él hasta que sientas la necesidad de contarlo, porque ya no me será interesante y querrás obtener mi atención de nuevo; me vas a consentir —Murmuró aquello, mas abrió los ojos un tanto más antes de continuar con la parte final de su discurso, misma parte que él conocía a la perfección y que había llegado a investigar. Era la principal razón por la que sabía que los secretos no podían ser eternos pese a todo, pese al esfuerzo que fuera puesto en persuadir a los demás o tratarlos de engañar al forjar un mundo idóneo en el cual vivir y encerrarse para siempre. Relamió sus labios y finalmente sentenció:— O simplemente puedo esperar a que cometas un error y seas expuesta por tu propia inseguridad, por ese temor que tienes ante lo que guardas con tanto recelo. Y —Una última mirada inquisitiva pasó de Evania hacia el vaso con preparado de extractos naturales, regresando nuevamente a la chica. Sin duda, existía algo más por allí escondido que sólo una receta casera para agua con color exótico.

— Créeme cuando te digo, que jamás podrás esconderlo para siempre y, cuanto más miedo tengas de lo que estás escondiendo o los alcances cuando se descubra, más rápido caerás en un error y terminarás por exponerte ante todos. Y, solo hasta ese momento, te darás cuenta que los años de vida que gastaste en ocultarlo han sido en vanos. Pero vamos, ¿cuál es el trato que propones, niña? Incentivame a averiguar más de ti. Demuestra que tienes madera para los tratados.

Una sonrisa apareció en su rostro, extraña a decir verdad, era como de felicidad, de risa y al mismo tiempo de reto. ¿Qué podía suceder si seguía jugando con la presión de la mujercita delante de él? ¿Explotaria como él lo hizo en algún momento o sabría mantener la calma? Era algo... Que quería experimentar y documentar por cuenta propia.
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El tacto de Evania le pareció ciertamente... Inusual. No sólo por esa extraña suavidad sino porque, incluso para alguien como él que tenía una temperatura cálida, la chica estaba medianamente fría. Además de que el contacto había sido tan fugaz como un parpadeo. Ello sólo le daba más indicios de que Evania escondía algo. Y él estaba dispuesto a indagar por todos los caminos posibles, incluso los imposibles. Cuando un dragón sentía curiosidad debía saciarla a cómo lugar diera, pero estaba aprendiendo a ser paciente y aquella sería una enorme prueba.

Bebió una vez más, sin cuidado alguno pese a la temperatura del café; cualquiera habría hecho una mueca arisca o ezclamado alguna maldición mientras se abanicaba la boca y la lengua, pero Skyler no se inmutó ni por un segundo, era como si tomase una bebida casi fría. Cerró los ojos y dejó lentamente la taza, aunque la volvió a mirar de reojo. El doctor de la Industria. ¿Qué había de diferente entre el doctor de la industria y algún particular o privado? No mucha ciertamente, a no ser que algo en su salud estuviera relacionada con el secreto que guardaba. Era una nueva pieza, la cual solo debía ver si embonaba o no en su rompecabezas.

— Todos tienen memorias impecables para algunas cosas, para otras son vagos recuerdos. Pero que saben venderte muy bien como la verdad —Agregó tras apoyar el codo derecho en la mesa y el menton en la palma extendida. Soltó un suspiro, uno perezoso y cansado hasta cierto punto, como si estuviera cansado de las cosas, de la situación. Mas era causado por la lluvia que lo abrumaba, una tarde así le recordaba a una trágica noche de su vida, pero prefirió eliminar el recuerdo.— Hay cosas que no recuerdas, pero los demás tampoco, así que vendes una historia bien elaborada de lo que sucedió. La memoria perfecta no existe, ni puede ser creada. Incluso las computadoras tienen defectos, debes ampliar más la memoria, debes eliminar archivos antiguos para almacenar los nuevos, debes crear respaldos de datos y recordar dónde los has guardado. Nada es perfecto en el mundo, Evania; quizá solo la naturaleza, pero incluso ella comete errores —Nuevamente bebió, le gustaba el cambio de actitud de la chiquilla, pues le presentaba un nuevo reto.

Un trato por un trato. Era justo, era un trueque usual de algunos mercados de Nijail, Sulphurur e Ishtheldian, reinos donde lo más valioso que se podría poseer y heredar era el conocimiento, porque no existía nada más poderoso ni difícil de derrotar que la ciencia, la experiencia y el conocimiento. Anticiparse era una de las reglas básicas del campo de batalla y de las clases donde la mente era carta maestra para ganar. ¿Qué le podía pedir Evania y cómo podía zafarse de ello sin verse involucrado del todo? Un secreto por otro secreto le parecía justo pero, ¿qué era lo que ella podía saber y qué no? ¿Hasta dónde le debía permitir el conocer su secreto más grande? Ya no sólo de trataba de ser un dragón, sino príncipe de una nación y descendiente de un antiguo linaje de dragones? No. Era pronto para revelar cualquiera de los dos.

Skyler terminó por resignarse, incluso cambió la postura a una más relajada. Demasiado a decir verdad, pues deslizó un tanto el cuerpo sobre la silla hasta que gran parte de la espalda baja dejó de sentir el respaldo, y tomó el cuchillo de la mesa para poder mirarlo con atención, pero sin tanta importancia mientras lo jugaba entre las manos. Veía su reflejo en el metal, tocaba la punta chata y calculaba el peso excesivo del mango.

— En realidad sí, trato por trato me parece justo. Pero no es tan... Divertido —El draki apartó la mirada de la hoja del utensilio y llevó la vista hacia Evania, sin interés, fue más para incentivar la curiosidad. Él no era un hombre fácil de manejar, y su carácter irracional podía salir en cualquier instante, era por ello que debía aprovechar esos momentos de lucidez en los que sus ideas brotaban con más fuerza y cuidado.. Cada paso dado le auguraba un éxito o un fracaso, pero quería apuntar alto. Así como ahora la señalaba con el mango del cuchillo tras sostenerlo por la parte ligeramente filosa.— Porque conozco los secretos, conozco a personas que guardan secretos y las he estudiado. —Mintió, usual del dragón, pero vendía una verdad a medias también.— Y sé que puedo obtener la verdad tarde o temprano sin la necesidad de formar un trato o alianza donde salgas... Más beneficiada que yo —Aquello lo admitió sin rodeos, sin miramientos o vergüenza alguna, incluso levantó los hombros para quitarle algo de seriedad. No le preocupaba perder, y tampoco ganar. Porque no había nada valioso para él en juego.— Pero —Acotó y dejó el utensilio en la mesa, fue entonces que su mirada regresó a clavarse en ella sin intenciones oscuras, era meramente seguridad, confianza y quizás algo de frialdad lo que mostraba en esa expresión; pero tenía una neutralidad bastante marcada, y ni hablar de la seriedad.

— Lo único que debo hacer, mi

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— No, temo que estás equivocada allí, Evania —Se aventuró a decir tras un nuevo mordisco que proporciono a su galleta. Prácticamente había aguardado a que ella terminase de hablar puesto que su interés estaba prácticamente puesto en el curioso preparado que ella tenía. ¿Qué diablos era eso y cómo es que podía beberlo? El color verde que tenía la bebida le causaba una sensación incómoda, si que prefería imaginar que era algún preparado de pepino, apio y perejil o cosas así. Quién sabía.— Nadie posee una impecable memoria, ni siquiera está cerca de la perfección. Siempre hay fallos o puntos ciegos que no puedes evadir. Incluso en papel, habrá cosas que olvides en su momento. Como el donde dejaste el contrato, cuáles son los días que tiene validez y cuando es la fecha de culminación.

Tomó su taza, bebió con cuidado. Últimamente era más metódico en muchos aspectos, pero sentía que debía tener especial cuidado con Evania. A simple vista, le parecía una chiquilla bastante inusual, además de distraída al por mayor. Y, ciertamente, incluso dudaba de que pudiera llegar a cumplir su palabra él mismo. ¿De verdad sería capaz de devorar a la niña? Ni él lo sabía, su carácter comenzaba a hacer más suave y los arranques de ira se volvían poco constantes, pero sus instintos animales afloraban con mayor facilidad. Quizás, algún día, podía perder el control delante de ella.

— La petición era simple, y quizá sosa. Pero debías de traerme algunas... Amistades —Suavizó la palabra, aunque claro, su voz denotó el sarcasmo en su tono. Skyler no buscaba amigos, no los necesitaba, suficientes tenía recientemente en Nijail y en Terra como para preocuparse de aumentar los números. Pero siempre era bueno tener bocadillos extra para cuando fuera necesario probar un sabor distinto a la ternera o el pescado.— Si no cumplías con tu parte, yo me encargaría de ti. Pasarías de benefactora a presa en cuestión de segundos. Y, aunque pareces ser astuta, se necesita más que eso para engañarme.

Un suspiro brotó de sus labios, pero el mismo murió rápidamente cuando sus labios se curvaron dando paso a una sonrisa más divertida que tenía notas de malicia y también de una muy relajante tranquilidad. Su secreto estaba más que a salvo y, sin importar qué hiciera ella, jamás podría saberlo. A menos que perdiera el control por completo, aunque para ese entonces sus huesos ya estarían siendo consumidos por las llamas del infierno que producía.

— Te daré ventaja esta vez y lo llevaremos a tu modo. Lo mantendremos en papel, será una firme alianza entre Evania Röwksotf y Skyler Dussart. Beneficio de uno a uno. Yo ganaré tranquilidad, y tú ganarás un día más de tranquilidad también, ambos ssremos felices. —Asintió. Llamó una vez más a la camarera, necesitaba una taza más de café. Cargada, sin azúcar o crema, y que estuviera sumamente caliente. Era una forma rara que tenía de tomar algunas bebidas, lo hacía sentirse más tranquilo y apaciguaba algunos instintos piromanos. Finalmente, estiró la derecha sobre la mesa en dirección a Evania.— ¿Te parece pactar el inicio de un nuevo trato entre nosotros? Prometo que tendrás los beneficios que esperas, porque, al final, te darás cuenta que ambos saldremos ganando en esto. ¿Qué dices? ¿Te retractas o te mantendrás firme contra la tempestad que está por avecinarse ante ti? Porque jamás he fallado a mi palabra, Evania, te puedo garantizar que todo será perfecto.

Skyler la miró fijamente. Sus ojos, que durante la reunión se mantuvieran calmos, parecían hacerse más pesados y afilados, sin intención alguna de apartarse de su presa. Era una forma inconsciente de meter presión, puesto que solía ser la costumbre que recién había adquirido después de tantas reuniones parlamentarias a las que debía acudir. Tenía que mostrar serenidad, determinación, confianza y, sobre todo, que dominaba la situación para seguirla guiando hacia el camino que deseaba.

— Si aceptas también guardaré tu secreto de que te gusta beber clorofila. O de que introduces algunas cosas extrañas para darle un mejor gusto a tus bebidas. —Entrecerró los ojos, la sonrisa volvió a sus labios y negó lento con una muy ligera risa.— Es que tú estás escondiendo un secreto muy grande, muy dentro de ti, ¿es cierto, Evania?
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De un tiempo para acá y sin saber plenamente los motivos, Skyler le daba más prioridad a la meditación, prefería analizar los movimientos de todos los entes de su entorno y después ejecutar una acción. Pero con Evania, ciertamente era un tanto complicado.. Tenía una actitud extraña, como perdida del mundo, distraída, desenfocada de lo importante.

Autista.

Parpadeó varias veces antes del nuevo sorbo de café que le energizó a momentos. Sí, había pensado con calma en las palabras de Evania, y no veía ningún contra para sostener todo mediante algún diplomático escrito, después de todo así funcionaban todo en Nijail; muy contados eran aquellos osados que solo deseaban valerse de la palabra para mantener promesas, y sobretodo alianzas de paz. Finalmente suspiró y dejó la taza casi vacía cuando la mesera se acercó a entregar los pedidos. Incluso ella se encontraba extrañada del peculiar pedido de la chiquilla.

Sin poder evitar aquello, Skyler miró con atención el vaso de agua mientras que se daba el lujo de comer una galleta. ¿Es que aquella niña solo iba a tomar eso? ¿Agua y nada más como una vil planta? Enarcó una ceja, y la galleta crujió entre sus dientes cuando finalmente la quebró. Le picaba la necesidad de soltar su idea para despejar sus interrogantes, pero debía focalizar el punto de aquella reunión y llegar hasta él. Evania solía dudar de sus propias palabras, o eso le daba a entender ese tono. Era el momento de tomar ventaja de ello.

— Tienes razón, deberíamos de hacer un esfuerzo porque este trato sea más un ganar ganaf que un tirar y aflojar. —Skyler habló tras dejar una porción de galleta sobre el platillo con las demás, los negocios eran prioridad sobre la comida. Además, ¿qué sentido tenía que él comiera si ella solamente iba a beber esos malditos vasos de agua? Seguía con esa duda, pero ya después tendría tiempo de investigar.— Pero, primero quisiera saber la verdad. Nunca me han gustado las mentiras, siempre las he odiado. Así que volveré a insistir y quiero la respuesta correcta para ti. —Hizo una pausa densa, sus ojos miraron a la ventana, pero después regresaron a Evania. Tal vez la intimidación no funcionaba igual con ella que con el resto. ¿Cómo tratar con alguien así? Qué más daba. La seguridad era su principal arma.

— ¿De verdad recuerdas el trato? —Inquirió más calmado, pero mantenía fuerza en la voz y determinación. No parecía tocarse el corazón ni por un segundo, aquello no le importaba y tampoco era motivo para quitarle el sueño. Parpadeó lento en un análisis de sus expresiones, aunque sus ojos terminaron por volver hacia el vaso de agua. Quería entender qué clase de trauma podía tener para no consumir ni una sola migaja de alimento.— Sí, tener un trato escrito ayuda bastante. Pero hay muchas diferencias entre los pactos de palabra. ¿Qué es más fácil de quebrar para ti, Evania?

Su pregunta vino acompañada de un rexlinar en la silla. De la mesa, tomó una servilleta de la cajita metálica que contenía más hojas de papel, y también se hizo de la cuchara para té que usara para revolver el café. Colocó ambas sobre la mesa, y después las empujó con cuidado delante de ella. Tanto tiempo entre importantes mandatarios y hombres de ciencia, le habían dado la oportunidad a Skyler de ir templando su carácter para tolerar la variedad que ya existía. Finamente, explicó el principio no básico de aquello.

— Los hombres que tienden a dudar de su propia capacidad para cumplir sus promesas, prefieren utilizar el papel. Porque les da más seguridad y tienen un testigo claro de todo lo que sucede en sus vidas. Es una forma efectiva de asegurar que ambos lados cumplan con las condiciones que se han establecido y que no se entrometan aquellas que jamás fueron puestas sobre la mesa. Pero —Bebió, necesitaba una pausa dramática para planificar y guiarla hacia el punto que él quería.— A veces la palabra es mejor, porque te da credibilidad, porque te permite ganar la confianza de los demás, porque te da algo lo cual aferrarte en los momentos de oscuridad. Porque eso es algo que el hombre siempre ha buscado: Creer. Y mientras más creas que eres capaz de cumplir tu palabra, más lo serás del otro. O quizás más dudes de él pero... ¿Qué la vida no es un riesgo? Todo se trata de ganar, o de apostar, pero siempre dependerá de las cartas que elijas para jugar. Podrás cambiarlas conforme avanzas, o te podrás quedar con la idea de que tu mano es ideal.

Encogió los hombros. Hizo una pausa breve de nuevo, en esta ocasión para mirar su teléfono celular. Estaba repleto de algunos mensajes innecesarios y de poca importancia. Lo guardó en el bolsillo y regresó la vista hacia ella.

— ¿Qué es lo que tú propones? Usa tus palabras para convencerme de aceptar un trato escrito. Caso de no lograrlo, automáticamente este será de palabra porque... ¿Debo recordarte que ya me habías dado tu palabra de cumplir?
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Gracias por aceptarme. Espero podamos llevarnos bien y tener de esa manera un buen rol.
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“Yo no incumplo un trato una vez cerrado.
Pero solo acordamos los fines, los medios, los decido yo.”

Existen momentos de la vida y situaciones en los que la duda siempre termina siendo efectiva, dominante y logra salvar a demasiadas personas de cometer el peor error de sus vidas. Y las consecuencias evadidas pueden catalogarse según su gravedad; están aquellas donde puede perderse algo intangible o tangible que puede recuperarse en el futuro, a largo plazo quizá, y también están aquellas donde se juega lo más valioso que uní posee: Vida. Ya sea la propia o de algún familiar cercano, finalmente no hay nada más valioso que ello, y puede ser desde una apuesta para ganar el paso al tren, desde saltar de un enorme edificio o un absurdo desafío entre niñatos de preparatoria para ver quién salta desde más alto.

Pero la duda no solo puede salvar, también puede condenar. Y es que mientras más haces dudar a la persona sobre sus capacidades para afrontar el problema, más se aviva el deseo existente de competir por superioridad, para aumentar el ego y demostrar todo aquello de lo que se es capaz, los riesgos no importan, porque están en juego cosas importantes: La dignidad, el ego y la valentía. La estupidez es aparte, es más como la sal y pimienta de la receta: Rara vez puede faltar, le da el sabor adecuado y la cantidad puede variar al gusto de cada quien.

Y para un dragón como lo era él, no había nada mejor que disfrutar de los pequeños vacíos legales que se podían forjar en las alianzas y ser utilizados a su gusto y necesidad, generalmente la segunda. Tal cual había sido el caso de su encuentro un tanto inoportuno con la señorita Röwksotf. Pero, sinceramente, no tenía idea de cómo podía exprimir esa clase de coalición, mucho menos era su intención forjar algo tan grave, sin embargo, tenía que admitir que le gustaba la intriga y el poder jugar con los términos y condiciones del trato.

— Y ya que no te has olvidado del trato que tenemos, el cuál claramente recuerdas —Skyler hizo un movimiento de cejas un tanto curioso, fue casi como un baile el que realizaron junto con sus ojos en dirección a Evania. Poco después solo mantuvo la ceja derecha un tanto elevada. Ella sí recordaba su palabra, ¿verdad? Como fuese, no veía necesario el repetirle que su palabra, sobre conseguirle amigos para el almuerzo o sería ella la próxima, se mantenía aun intacta.

Aquel café parecía ser un buen lugar. Tenía un ambiente cómodo, con un reducido número de personas, probablemente porque la lluvia que comenzaba a aumentar los asustaba. Y porque, de por sí, el lugar no tenía demasiados clientes frecuentes por la lejanía en relación con el centro. Skyler miró su café, era negro como su cabello desalineado y el traje sastre que vestía para la ocasión. Negocios eran negocios y ameritaba una buena imagen.

— Creo que podemos comenzar a establecer un par de ideas más importantes sobre tu papel. Ya que no hay mucho que sepa uno del otro, ¿no lo cree así, Miss Evania? —Inquirió con un tonto un tanto cantarín, sin embargo, se mantuvo tan estoico, neutro y bajo como el tono usual en la voz de Skyler. Había aprendido a ser calmo, y es que no podía perder el control en un sitio tan reducido y con una nueva amiga delante suyo. ¿Qué iba a pensar Evania al momento de ver todo el establecimiento en llamas? Eso claro, si es que lograba salir a tiempo, consciente y con vida antes de ser consumida por el fuego. Hubo un momento en el que tuvo que toser un par de veces para quitarse esa ardiente idea de la mente. Había asuntos más importantes que atender que esos mundanos deseos draconicos que solían apoderarse de él de vez en cuando.— Bien, como decía. —Se apresuró, había algo en concreto que necesitaba decir, pero hizo una pausa tras un estruendoso sonido que delató la tempestad en que la lluvia se convertía.— ¿Está segura de seguir sosteniendo su palabra? Porque estoy realmente... Ansioso de ver resultados muy pronto. Y prefiero darle tiempo de recapacitar sobre sus acciones.

Tras hablar, dio un largo sorbo a la taza y sintió un gusto indescriptible, no sólo por el perfecto sabor, aroma y textura del café, sino porque estaba en la temperatura ideal para él. Y ello lograba calmar su necesidad de hacer arder algo. Volvió la vista, tras degustar un último sorbo, hacia la chiquilla y suspiró. Ahora que la veía bien, era pequeña, no sólo en edad sino también en tamaño. Incluso sentado, debía de bajar ligeramente la cabeza para poder mirarla a los ojos. Tal vez en momentos así era que odiaba tener una estatura tan alta. Carraspeó, y llamó a la mesera para encargar una rebanada de pay. Necesitaba algo que comer para mantener la boca ocupada, no para evitar hablar, sino para evitar que el infierno que se formaba en su pecho pudiera escapar.
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¿Y qué ha pasado con nuestro trato, Miss Evania?
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