41-45, M
[RP] Carismático (con quién quiere), obsesivo, fuerte, honrado, leal. Justo y decidido.
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Kail33na · 100+, F
User: Agradezco el aceptar, chevalier.
Erzebeth · 26-30, F
Off: bueno, eso se puede arreglar, por algún milagro el hermano de Eli es un genio, puede construir una máquina del tiempo.
HephaestionAmyntoros · 41-45, M
Tanta calma. Tanta paz. Estar entre los brazos de su amado rey era como encontrarse en el paraíso, superando con creces las historias contadas sobre los campos Elíseos. Aquel era su cielo así como su infierno y no existía felicidad que se le comparase en lo más mínimo. Desde ese lugar donde permanecía su cabeza acomodada podía escuchar el modo en que Alexander respiraba con parsimonia y, así mismo, su propio cuerpo se impregnaba del calor que desprendía el contrario, tan agradable, tan cálido. Él era el único hombre que conseguía hacerle sentir aquellas miles de sensaciones, nadie más.
En cuanto aquella voz inundó sus tímpanos, Hephaestion abrió lentamente sus ocelos turquesas, con pereza, y fijó sus pupilas en el perfil del contrario, sintiendo las delicadas caricias que le regalaba a lo largo del transcurso que su mano hacía por su piel. El castaño suspiró con suavidad y, así como hizo el menor, él abandonó el jugueteo con las doradas hebras y bajó por su cuello y, cuando su mano se posicionó en aquel pecho, sonrió con ternura y se irguió lentamente para así hacer que ambos rostros quedasen a la par, dejando que su brillante mar azul se sumergiera en aquellos cafés tan intensos que en ningún momento paraban de observarlo. Tras el paso de algunos segundos, esa misma mirada la agachó y siguió los movimientos de su propia mano, la cual abandonó aquel torso para posicionarse sobre el brazo ajeno y proseguir con la caricia hasta el dorso de su mano, acariciándola poco antes de rodearla con sus dedos y apartarla. Su mano libre la llevó hasta ella y con las yemas de sus dedos acarició su palma de forma efímera hasta la muñeca, finalizando con un dulce beso que depositó sobre los largos dedos de su amado ser divino. Tras esa muestra de un amor cargado de pureza, la hizo acomodar en su pómulo, deslizando este contra la cálida palma.
▬ Yo también te he extrañado ▬susurró y abrió sus perfilados luceros para fijarlos en los oscuros de su contrario▬. Pero con tan solo una de tus miradas consigues apaciguar el dolor que atormenta mi corazón cuando estás lejos de mí, Alexander... ▬confesó y dejó que una dulce, graciosa y cautivadora sonrisa naciera en sus labios▬. Ah, por todos los dioses. Nuevamente hablo como un estúpido y joven aprendiz... ▬negó divertido y bajó su cohibida mirada.
En cuanto aquella voz inundó sus tímpanos, Hephaestion abrió lentamente sus ocelos turquesas, con pereza, y fijó sus pupilas en el perfil del contrario, sintiendo las delicadas caricias que le regalaba a lo largo del transcurso que su mano hacía por su piel. El castaño suspiró con suavidad y, así como hizo el menor, él abandonó el jugueteo con las doradas hebras y bajó por su cuello y, cuando su mano se posicionó en aquel pecho, sonrió con ternura y se irguió lentamente para así hacer que ambos rostros quedasen a la par, dejando que su brillante mar azul se sumergiera en aquellos cafés tan intensos que en ningún momento paraban de observarlo. Tras el paso de algunos segundos, esa misma mirada la agachó y siguió los movimientos de su propia mano, la cual abandonó aquel torso para posicionarse sobre el brazo ajeno y proseguir con la caricia hasta el dorso de su mano, acariciándola poco antes de rodearla con sus dedos y apartarla. Su mano libre la llevó hasta ella y con las yemas de sus dedos acarició su palma de forma efímera hasta la muñeca, finalizando con un dulce beso que depositó sobre los largos dedos de su amado ser divino. Tras esa muestra de un amor cargado de pureza, la hizo acomodar en su pómulo, deslizando este contra la cálida palma.
▬ Yo también te he extrañado ▬susurró y abrió sus perfilados luceros para fijarlos en los oscuros de su contrario▬. Pero con tan solo una de tus miradas consigues apaciguar el dolor que atormenta mi corazón cuando estás lejos de mí, Alexander... ▬confesó y dejó que una dulce, graciosa y cautivadora sonrisa naciera en sus labios▬. Ah, por todos los dioses. Nuevamente hablo como un estúpido y joven aprendiz... ▬negó divertido y bajó su cohibida mirada.
HephaestionAmyntoros · 41-45, M
Sin que su mirada centelleante se apartase de la puerta abierta de la terraza, dio un nuevo sorbo a su copa, la cual depositó sobre la mesa más cercana a aquella cama. La tranquilidad los rodeaba y era un momento sumamente agradable para ambos. Pocas veces podían disfrutar de situaciones similares y Hephaestion atesoraba cada segundo que permanecía tan solo en la compañía de su otra mitad.
Para cuando el soberano dejó escapar aquellas palabras por su boca, los ocelos del mayor se dirigieron hasta los hermosos ojos café que el rubio poseía con una tenue pizca de sorpresa, reacción que se tornó poco a poco en una tierna mueca cohibida, sonriendo sumamente agradado con aquella muestra de aprecio hacia su persona. Simples palabras que llenaban su corazón de dicha y alegría. Palabras que eran tan solo suyas, para él y nadie más.
Callado, silencioso, entornó su mirada y suspiró suavemente al tiempo que su rostro lo inclinaba en dirección de aquella mano por el mero hecho de obtener más de aquella calidez, pero algo mucho más intenso logró que su corazón de guerrero se agitase como el de un joven muchacho: aquellos labios contra los propios.
Un beso tierno, cargado de amor y afecto. Besos que poseían su nombre. Hephaestion no dudó ni el más mínimo segundo en devolver toda esa pasión al rozar con su boca la ajena en un baile delicado, como si tuviesen la sensación de romperse el uno al otro en caso de ser más bruscos. Sus manos se alzaron y, en lo que una tomó posesión de una de las mejillas del rubio, la otra se posó sobre aquel pecho, sobre el cual creó un caminó hacia el costado y viajar hasta la espalda ajena para devolver tan necesitado abrazo.
Tan solo un par de escasos segundos, quizá poco más de un minuto, ambos permanecieron unidos en aquella pasional situación hasta que el castaño cortó lenta y suavemente el beso que disfrutaban y compartían. Sus pómulos, sentía como ahora estaban algo más calientes, y sus ojos llenos una vez más de ese amor que le profesaba a su amado mejor amigo. Con delicadeza limpió sus propios labios con su húmedo músculo antes de que acomodase la cabeza en uno de los hombros del menor, suspirando y entornando sus turquesas.
▬ Mi Alexander... ▬dijo antes de cerrar sus ojos y juguetear con sus dedos de forma distraída con las hebras doradas del otro▬. Mi Aquiles ▬susurró▬. Si tan solo tuviésemos el poder para detener el tiempo y permanecer así por siempre...
Para cuando el soberano dejó escapar aquellas palabras por su boca, los ocelos del mayor se dirigieron hasta los hermosos ojos café que el rubio poseía con una tenue pizca de sorpresa, reacción que se tornó poco a poco en una tierna mueca cohibida, sonriendo sumamente agradado con aquella muestra de aprecio hacia su persona. Simples palabras que llenaban su corazón de dicha y alegría. Palabras que eran tan solo suyas, para él y nadie más.
Callado, silencioso, entornó su mirada y suspiró suavemente al tiempo que su rostro lo inclinaba en dirección de aquella mano por el mero hecho de obtener más de aquella calidez, pero algo mucho más intenso logró que su corazón de guerrero se agitase como el de un joven muchacho: aquellos labios contra los propios.
Un beso tierno, cargado de amor y afecto. Besos que poseían su nombre. Hephaestion no dudó ni el más mínimo segundo en devolver toda esa pasión al rozar con su boca la ajena en un baile delicado, como si tuviesen la sensación de romperse el uno al otro en caso de ser más bruscos. Sus manos se alzaron y, en lo que una tomó posesión de una de las mejillas del rubio, la otra se posó sobre aquel pecho, sobre el cual creó un caminó hacia el costado y viajar hasta la espalda ajena para devolver tan necesitado abrazo.
Tan solo un par de escasos segundos, quizá poco más de un minuto, ambos permanecieron unidos en aquella pasional situación hasta que el castaño cortó lenta y suavemente el beso que disfrutaban y compartían. Sus pómulos, sentía como ahora estaban algo más calientes, y sus ojos llenos una vez más de ese amor que le profesaba a su amado mejor amigo. Con delicadeza limpió sus propios labios con su húmedo músculo antes de que acomodase la cabeza en uno de los hombros del menor, suspirando y entornando sus turquesas.
▬ Mi Alexander... ▬dijo antes de cerrar sus ojos y juguetear con sus dedos de forma distraída con las hebras doradas del otro▬. Mi Aquiles ▬susurró▬. Si tan solo tuviésemos el poder para detener el tiempo y permanecer así por siempre...
HephaestionAmyntoros · 41-45, M
Tal y como era de esperar, a Hephaestion no le costó mucho ver el modo en que su rey intentaba evitar aquellos temas, pero aquel que hacía referencia a Olympias, su madre, era el que menos quería escuchar. Fue inevitable que el macedonio de larga cabellera castaña escondiese una corta sonrisa divertida en los labios en lo que sus ocelos turquesas descendían hasta el vino que se mecía en el interior de su copa.
▬ Ella tan solo se preocupa por tu bienestar, Alexander ▬contestó pese a la negativa del rubio con no proseguir el tema, pero no podía evitarlo, quizá por que él veía a Olympias como una mujer respetable o por que en ocasiones incluso gustaba de colmar un poquito la paciencia de su mejor amigo.
Permaneciendo poco después en silencio, prestó atención al momento en que el soberano dio aquella orden a Bagoas. Ese sirviente, desde que su amado compañero posó los ojos sobre el persa no terminaba de notar una espina en su pecho, pero todo dolor desaparecía cuando este le anteponía por sobre los demás. Hephaestion así era feliz. La felicidad de su rey, de su amado, era más que suficiente para él.
Con la figura Bagoas desaparecida detrás de la puerta llevó su mirada una vez más hacia el rostro de su compañero y, luego de ver solamente aquella sonrisa, él no pudo controlar una en sus propios labios, bajando sus brillantes luceros una vez más hasta su copa en un gesto cohibido.
▬ Alexander... ▬llamó y pausó. Seguidamente alzó de nuevo la vista y la dirigió en dirección a la puerta que llevaba a la amplia terraza▬. ¿Has contemplado la luna esta noche? Se muestra brillante y gloriosa.
▬ Ella tan solo se preocupa por tu bienestar, Alexander ▬contestó pese a la negativa del rubio con no proseguir el tema, pero no podía evitarlo, quizá por que él veía a Olympias como una mujer respetable o por que en ocasiones incluso gustaba de colmar un poquito la paciencia de su mejor amigo.
Permaneciendo poco después en silencio, prestó atención al momento en que el soberano dio aquella orden a Bagoas. Ese sirviente, desde que su amado compañero posó los ojos sobre el persa no terminaba de notar una espina en su pecho, pero todo dolor desaparecía cuando este le anteponía por sobre los demás. Hephaestion así era feliz. La felicidad de su rey, de su amado, era más que suficiente para él.
Con la figura Bagoas desaparecida detrás de la puerta llevó su mirada una vez más hacia el rostro de su compañero y, luego de ver solamente aquella sonrisa, él no pudo controlar una en sus propios labios, bajando sus brillantes luceros una vez más hasta su copa en un gesto cohibido.
▬ Alexander... ▬llamó y pausó. Seguidamente alzó de nuevo la vista y la dirigió en dirección a la puerta que llevaba a la amplia terraza▬. ¿Has contemplado la luna esta noche? Se muestra brillante y gloriosa.
HephaestionAmyntoros · 41-45, M
La gran puerta medio abierta de la habitación se aseguró de cerrarla antes de dar el paso hacia delante. Su lento caminar le llevó hasta las cercanías de su rey, al cual observaba con sus orbes turquesas como si fuese una de las más hermosas maravillas del universo, y no era para menos: lo era.
Estando a un lado de la amplia cama, tomó asiento en ella y le ofreció una de las copas de vino que sirvió con anterioridad en su recámara. Con una de sus manos ya libre echó un mechón de cabello tras su oreja y analizó de reojo aquellos papiros que se esparcían de a poco sobre las sábanas. Suspiró con levedad luego de escuchar la respuesta a su interrogante.
▬ Ya veo que no soy el único con tal problema ▬contestó y sonrió con levedad antes de dar un pequeño sorbo a al líquido rojizo. Negó lentamente▬. No, tampoco logro que Morfeo me lance su hechizo. La batalla pasada aún está muy presente y todavía escucho los gritos, el choque metálico de las espadas... ▬pausó▬. Pero no es algo que no consiga solucionar ▬afirmó y miró al de dorada cabellera con una sonrisa▬. ¿Son de tu madre? ▬preguntó curioso con respecto a los papiros.
Estando a un lado de la amplia cama, tomó asiento en ella y le ofreció una de las copas de vino que sirvió con anterioridad en su recámara. Con una de sus manos ya libre echó un mechón de cabello tras su oreja y analizó de reojo aquellos papiros que se esparcían de a poco sobre las sábanas. Suspiró con levedad luego de escuchar la respuesta a su interrogante.
▬ Ya veo que no soy el único con tal problema ▬contestó y sonrió con levedad antes de dar un pequeño sorbo a al líquido rojizo. Negó lentamente▬. No, tampoco logro que Morfeo me lance su hechizo. La batalla pasada aún está muy presente y todavía escucho los gritos, el choque metálico de las espadas... ▬pausó▬. Pero no es algo que no consiga solucionar ▬afirmó y miró al de dorada cabellera con una sonrisa▬. ¿Son de tu madre? ▬preguntó curioso con respecto a los papiros.
HephaestionAmyntoros · 41-45, M
HephaestionAmyntoros thinks you are Charming.
Erzebeth · 26-30, F
de acuerdo, algún escenario en particular?
HephaestionAmyntoros · 41-45, M
El manto de la noche cubría con delicadeza los cielos de Babilonia. El interior del inmenso palacio persa estaba tranquilo a excepción de algún que otro griego recorriendo sus anchos pasillos.
Por su parte, Hephaestion sentía las como los brazos del insomnio le abrazaban, impidiendo que cerrase sus orbes turquesas y se mantuviera distraido leyendo algún que otro papiro a la par que daba pequeños sorbos a su copa de vino. Aún así, en su mente tuvo la clara visión de que su rey, su querido y amado amigo, todavía permanecería despierto, por lo que fue inevitable que sus ansias por visitarlo le guiaran.
Rellenó su copa y sirvió una segunda antes de tomar ambas y salir de sus aposentos para ir con paso calmado hasta las cercanías de la habitación ajena. Viendo que se encontraban las piertas medio abiertas y que se vislumbraba algo de luz. El noble macedonio sonrió con levedad y siguió su camino, sintiendo como la leve brisa nocturna removía su túnica abierta.
Tras abrir de a poco una de las puertas, entró sin tomar permiso, pues no lo necesitaba, y desde la entrada analizó a su querido rey, su amado Alexander.
▬ ¿No puedes dormir? ▬interrogó sin perder la corta sonrisa de sus labios antes de caminar hacia donde este se encontraba.
Por su parte, Hephaestion sentía las como los brazos del insomnio le abrazaban, impidiendo que cerrase sus orbes turquesas y se mantuviera distraido leyendo algún que otro papiro a la par que daba pequeños sorbos a su copa de vino. Aún así, en su mente tuvo la clara visión de que su rey, su querido y amado amigo, todavía permanecería despierto, por lo que fue inevitable que sus ansias por visitarlo le guiaran.
Rellenó su copa y sirvió una segunda antes de tomar ambas y salir de sus aposentos para ir con paso calmado hasta las cercanías de la habitación ajena. Viendo que se encontraban las piertas medio abiertas y que se vislumbraba algo de luz. El noble macedonio sonrió con levedad y siguió su camino, sintiendo como la leve brisa nocturna removía su túnica abierta.
Tras abrir de a poco una de las puertas, entró sin tomar permiso, pues no lo necesitaba, y desde la entrada analizó a su querido rey, su amado Alexander.
▬ ¿No puedes dormir? ▬interrogó sin perder la corta sonrisa de sus labios antes de caminar hacia donde este se encontraba.
Erzebeth · 26-30, F
Of: Hallo, te gustaría comenzar con el rol?