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About Me Notes
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[code]—Apenas el hombre posó el dorso de su mano sobre la puerta del hotel la misma se abrió de forma lenta y casi tétrica, sin que nadie la hubiese tocado al parecer, puesto que a varios pasos de la misma se encontraban dos chiquillas bastante altas para su edad, al parecer iguales de rostro, pero ahí terminaban sus similitudes. Una de ellas lucia un largo cabello azulado que caía recogido en dos coletas hasta rozar el suelo, de excéntricos y penetrantes ojos color celeste, del mismo tono de su cabello; ella estaba acompañada por otra pequeña, de corto cabello rosa perfectamente peinado y arreglado en un par de colitas redondas de estilo oriental y amable mirar de color rosáceo. Ambas, observando de forma fija al ojiplateado que se encontraba de pie en la puerta con cara de sorpresa, se abrazaron un poco mas para poder hablar en pequeños susurros sobre el chico que estaba ahí, de pie en la puerta de aquel hotel.—

¿Es él? ¿El arlequín?
¡El arlequín! Seguramente es él.~



—Y dichas aquellas palabras, se soltaron e hicieron una reverencia al chico a modo de saludo, ante todo eran educadas con los visitantes o en este caso, los clientes. Ellas no podían evitar sentirse intrigadas sobre el chico y como logró evadir la barrera que mantenía fuera de aquel hotel a los habitantes de aquella ciudad, se acercaron y le observaron de pies a cabeza para que al final cada una tomase entre sus manos una de las de el hombre de forma confianzuda, prácticamente tirando de él con mas fuerza de la deberían tener unas niñas de esa apariencia, cuando el se dio cuenta que le soltaron ya estaban dentro de un ascensor que tenía un destino previamente marcado, el ultimo piso de aquel hotel. Las puertas se abrieron dejando ver entonces a una mujer de largo cabello azabache y excéntricos ropajes japoneses de tonos rojizos, los ojos de la mujer se abrieron al escuchar la risa de las dos pequeñas por detrás del hombre al que empujaron para que entrase en la habitación. Una vez el estuvo en el campo de visión de la mujer esta sonrió ante el notable desconcierto que se reflejaba en los ojos del joven.—

No te preocupes, Arlequín..~
No voy a dañarte de ninguna forma, pero quiero preguntarte..
¿Que te ha traído aquí? ¿A mi tienda?


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Se dejó acomodar con total tranquilidad. A ese punto y con la calma que emitían ambos a pesar de todo pareciera que llevaban mucho tiempo de conocerse a pesar de que no fuese así. Se quedó sentada en la pierna del joven mientras poco a poco decidía aflojar en su abrazo hasta lentamente deslizar sus brazos y alejarlos del cuello ajeno. La curvatura de sus labios, que formaba una dulce sonrisa, no se desvanecía. — ¡Ya veo, ya veo!~... — Exclamó ante la respuesta del chico, sin embargo, a la hora de escuchar la nueva pregunta formulada por él, se quedó un par de segundos en silencio. — Yo... — Lo cierto es que no era solo que no deseara saber sobre su pasado, sobre quién era y cómo murió, sino que directamente huía de ello. Aquel tormentoso pasado que la perseguía debía ser dejado atrás siempre, y para siempre... Debía taparse los oídos para la eternidad antes de recordar o aceptar una mínima cosa de él. Para su fortuna el acecho de la noche la salvó de responder en ese momento. Lo haría después.
¡Uhm! — Asintió con una sonrisa un tanto infantil. Así se dispuso a levantarse de las piernas de su compañero y se hizo un poquito a un lado para dejarle su espacio. Nuevamente se habría llevado las manos a la espalda y tomado una postura elegante, de perfil, para mirar de soslayo al chico mientras este procedía a levantarse y recoger sus cosas. Lo cierto era que lo había entretenido demasiado, pero no había podido evitarlo. Quería hablar más con él, saber más de él y divertirse más con él. Pero la reconfortaba la idea de que era un estudiante de allí y, como tal, volvería de seguro al día siguiente.
Una vez dejó que el joven se preparase para partir, tomó la iniciativa de la caminata y fue ella primero, caminando por delante de él. Mientras recorrían los tenebrosos y ya oscuros pasillos de la edificación, pasados unos instantes la pelinegra decidió romper el silencio. — Yu-kun... ¿esas gafas te permiten ver fantasmas, como yo? — Formuló primero de todo. Aquel objeto le había causado la suficiente curiosidad. ¿Había pasado tanto tiempo que los humanos ya poseían objetos para inmiscuirse con el mundo de los muertos? Era simplemente increíble que ya existieran artefactos con esas capacidades, aunque no había visto que nadie más las tuviera, ni esas gafas ni ninguna otra cosa semejante.
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Todo era sencillamente maravilloso. Alguien había reparado en su presencia, le había hablado, comprendido y ella, había sido capaz de mostrarle su alegría a esa persona mediante un gesto físico. Menuda ironía, un fantasma expresándose de forma física hacia un vivo. ¿Era eso posible? Tal parecía que al menos para esa traviesa chica así era. Tal parecía que esa chica era capaz de romper todos los esquemas de lo considerado "imposible". Capaz de romper esa delgada línea que separaba a lo visible de lo invisible...
En ese momento, presionaba suavemente al joven chico entre sus delgados brazos, tratando de transmitirle con ello la felicidad que sentía, tratando de compartir un buen sentimiento. Era alguien muy cercana a decir verdad. Lo había sido en vida, y lo era aún después de ella. La amabilidad, positividad y alegría que la definían antes de morir no habían desaparecido, incluso podría decirse que hasta esos rasgos se acentuaron. Mantenía los ojos cerrados para mantener una sonrisa más amplia, pero terminó por abrirlos al notar que el chico no emitía respuesta a sus palabras. — ¿Pasa algo malo? — Preguntó amigablemente, sin borrar aún aquella radiante sonrisa de su faz aunque con la diferencia de que ahora observaba fijamente a su contrario. Casi como una inmediata respuesta a su pregunta sintió la mano izquierda de él posarse en su espalda y de ese modo corresponder a su abrazo. Una leve risita se le escapó de entre los labios. Le pareció realmente tierno que él hubiese quedado sin palabras.
Sin embargo, sin esperarlo el rostro del chico de cabellos plateados se tornó serio. Aquello despertó de inmediato la curiosidad de la fantasma, la cual ladeó suavemente la cabecita en un gesto que emitía cierta ternura. — ¿Ayudarme?... ¿Qué quieres dec-...? — Antes de poder terminar fue interrumpida por la explicación de su acompañante. Ella provocó una nueva sonrisa en la pelinegra. — Eeeh~... Así que, ¿quieres saber más sobre mi? — Mencionó casi de forma juguetona. Lo cierto es que ella nunca había pretendido saber la razón de su muerte, nunca la había buscado... Y a pesar del espacio que le brindó el chico, no se separó, de hecho se podría decir que se mantuvo completamente firme tanto en su posición, como en la fija mirada escarlata que le regalaba a él.
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—Una historia distinta a la habitual, narrada desde un tiempo distinto al conocido en la vida de aquella bruja dimensional, en sus inicios por decirlo de cierta forma, cuando aun estaba "viva" y el tiempo corría para ella de la misma forma que lo haría para un humano normal. Se encontraba de paso en el hotel de una inhóspita ciudad dado que en dos o tres días se encontraría con un buen amigo en ella en un pueblo cercano, y es que a pesar de que ese sitio fuese un poco oscuro y a sus cualquier otros ojos pesadillezco no podía quejarse en absoluto, eran del tipo de sitios que agradaban a la azabache que de cierta forma se sentía cómoda viviendo en un lugar así aunque fuese por una corta estancia. Los habitantes de aquel lugar al recibirla constataron con sus propios ojos que era una bruja, pues justamente el hotel donde ella se estaba alojando tenia mas de tres o cuatro años cerrado dado que había quebrado, pues ese lugar no recibía tantos habitantes como para mantener algo de aquella calidad; y aunque todos ahí sabían que estaba quebrado, con la llegada de aquella mujer, ese hotel volvió a la vida dejando escuchar los sonidos de la maquinaria que en algún momento estuvo apagada por falta de recursos. Los habitantes temieron de los poderes de aquella mujer de excéntricos ojos rojizos y no se acercaron a su hotel en absoluto mientras estaba ahí, rumores y mas rumores se fueron creando sobre ella, "La bruja de las dimensiones", o "La bruja que concede deseos a cambio de un precio", comentarios de ese tipo eran famosos en aquel lugar.—







—Por su parte aquella mujer de ascendencia oriental ignoraba completamente lo que se dijera de ella y solamente prestaba atención a mantener todo en orden, le había venido como anillo al dedo encontrar un sitio de ese estilo completamente vació y sin gente al rededor, aunque su soledad se vería interrumpida por una visita no esperada. ¿Como lo sabia? La adivinación le había mostrado que aun en esa dimensión, y en ese universo, su trabajo como bruja no estaba lejos de terminar. Alguien vendría a ella con una petición, por lo tanto debía mantenerse atenta y expectante en todo momento.—

Maru, Moro, dentro de poco tendremos clientes.~


—Dos entidades creadas a partir de los poderes de la bruja con el único propósito o fin de servir de guardianes o acompañantes para aquella solitaria mujer, ambas chicas ante esa noticia celebraron de forma alegre bailando juntas para luego correr de un lado a otro ordenando las habitaciones bajas de aquel lugar dejando a la ojirubi descansar sobre el sofá de terciopelo rojo que no podía faltar en ninguna de sus tiendas. Era una excéntrica mujer de tez blanquecina y ojos rojos como la sangre, de cabello azabache y con un tipo de cuerpo delgado pero bastante bien formado, sin duda alguna alguien hermosamente bien cuidada y aquello era mas que obvio puesto que saltaba a la vista. Se recostó sobre el sofá y cerró sus ojos sin hacer absolutamente nada mas por aquel día, esbozó una sonrisa muy tenue aun con los ojos cerrados y dio una calada a la pipa que llevaba en sus manos.—


Si logras llegar a este lugar, podré dar por sentado el hecho de que el destino te ha traído a mi, querido arlequín..
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SW-User
A pesar de escuchar al chico hablar ella esta vez no había volteado a verle para responder. Quizá el sentimiento de nostalgia que había invadido su interior al explicar quién era y qué hacía allí, se lo había impedido de una u otra manera. De ese modo reparó también en que sin duda, era curioso que el chico no hubiese visto en ella un ser tenebroso y maligno. Después de todo era el primero en verla tal como era, pero... ¿por qué? Ante tal interrogante que pasó su contrario a ella, esta alzó su mano derecha hasta tomar su propio mentón, bajando un poquito aquella intensa mirada carmín y emitiendo en un tono suave de voz. — Es verdad... — Parpadeó un par de veces. Al parecer la alegría que había sentido por ser vista de forma óptima le había hecho ignorar que definitivamente tenía que esconderse una razón tras de ello.
Entonces sin esperarlo, sintió el tacto de la mano ajena posarse en uno de sus hombros. Tal cosa le hizo elevar la mirada de inmediato y voltearse ligeramente para poder mirar al joven que se hallaba tras de sí. Sentir el tacto de alguien después de tanto tiempo le hizo sentir, nuevamente, una agradable calidez en el pecho. Así se quedó simplemente mirando al chico que aún parecía tratar de encajar las piezas de aquel rompecabezas. Al contrario de lo que podría esperarse de un ser fantasmagórico, y a pesar del agresivo color que tenía la mirada de Yuuko, esta reflejaba la inocencia propia de una adolescente, de una chica bondadosa y amable. — Yu-kun... — Llegaba a susurrar casi como si hubiese encontrado un tono de voz hecho de terciopelo. La acción del chico subiendo y bajando aquellas peculiares gafas constantemente, la desconcertó un poco. ¿Qué... estaba haciendo? Justo cuando iba a atreverse a preguntar, este habló. — Esas gafas... — Mencionaba entonces expresando su curiosidad ante el objeto. Tomando en cuenta lo que el chico había dicho tras ponérselas y quitárselas tantas veces indicaba que tenían definitivamente algo que ver con que él fuese capaz de verla bien.
De pronto, la respuesta vino a ella también. Ahora, al ver que aquellas gafas cumplían una función, pudo entenderlo. — ¡Así que tú no has llegado a escuchar las historias! — Exclamaba con alegría. Aquellos rumores estudiantiles eran la principal causa de que todos la percibieran como un ser oscuro y dañino. Sin embargo, el joven era un estudiante de intercambio, y no se había ubicado en lo absoluto en cuanto ella dijo su nombre, lo cual indicaba que realmente no había escuchado nada aún y había sido capaz de conocer su existencia a través de aquellas gafas de tonalidad verdosa. — Me alegra haberte conocido, Yu-kun — Mencionaba con una radiante sonrisa en los labios, y como si conociese al joven estudiante de toda la vida, se lanzó a abrazarlo con total confianza, arropándolo suavemente entre sus brazos, los cuales misteriosamente irradiaban una calidez propia de cualquier ser vivo.
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La alegre sonrisa que habían dibujado los suaves labios de la mujer no se disipó en lo absoluto, a pesar de haber hecho retroceder al hombre así. Tal pareciera que tantos años de soledad, tantos años como espectro se habían llevado cualquier atisbo de vergüenza en ella. En ese momento era la fémina quien ponía empeño en fijar su intenso mirar carmín en aquel otro. Después de todo aquel chico había captado su interés, era divertido poder hablar con él de forma normal y corriente. — Ara! ¿Te dio miedo? — Mencionó a modo de broma al verle tener dificultad en emitir palabra. Para ello la chica había alzado su mano diestra a la altura de sus labios y había cambiado por un momento, repentinamente su expresión.
Se quedó silente, simplemente siguiendo con la mirada las acciones del chico de forma tranquila, y fue bajando su mano lentamente hasta que le escuchó responder. Nuevamente una dulce sonrisa se habría formado en su faz, esta incluso mayor que la anterior. Al obtener esa descripción, ahora sabía que definitivamente el joven de clara cabellera la veía tal y como ella se veía cuando se miraba. La calidez en su pecho aumentó. Se sentía realmente afortunada por lo que le estaba pasando. Nunca había desistido realmente en tratar de que alguien la viera, nunca en los 60 años que llevaba vagando por la academia, viendo alumnos llegar e irse, una y otra vez... — ¡Así que después de todo es así como me ves! Es un alivio...
Casi llegó a dejar escapar un leve suspiro. La paz interna que sentía era indescriptible. ¿Será que al fin podría tener algo de compañía? Fuera como fuese, pensó que tras lo que le había dicho a su contrario, ya no podía detenerse. Más bien no quería hacerlo. Buscaba comprensión, compañía, alguien que no la juzgara mal. Debido a ello, decidió explicar el asunto en el que aparentemente había metido al chico. — La verdad es... ¡Yu-kun!... Yo no recuerdo nada sobre mi muerte. No sé cuándo, por qué ni de qué forma morí. Así que desde lo que recuerdo, siempre he estado vagando por esta academia. Hay diversos rumores sombríos sobre mi. Todos los alumnos de este lugar ya saben sobre "la muerte de Yuuko"... sin embargo debido a esos rumores, cuando la gente es capaz de verme, no me ven a mi, sino a la representación de sus miedos... es por ello que te pregunté cómo me veo. — Concluyó, habiéndose volteado para caminar hasta detenerse a mirar a través de la ventana. Ya había anochecido.
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Contuvo las ganas de emitir una risita en el momento en el que vio que el chico ni siquiera había podido procesar bien lo que le había dicho. Normal. No todos los días una extraña viene a decirte que tiene un "apodo" así. Así esperó, manteniendo aquella calma sonrisa, a que de verdad el chico reaccionara a lo que había escuchado de ella. Cuando este lo hizo, la pelinegra colocó su pie derecho más atrás que el izquierdo, y se impulsó para dar un elegante y fino giro, quedando frente a frente con el joven. Su larga cabellera oscura danzó con aquel movimiento apreciándose así el brillo color morado que esta tenía. Además, se llevó las manos a la espalda, se tomó la una con la otra y mostró una sonrisa más juguetona. — Soy un fantasma~
Lo dijo con un tono completamente despreocupado y jovial, como si no le importara que la tildaran de loca, o por el contrario pensara que cualquiera iba a creer en sus palabras. ¿Quién sabe por qué sería? De cualquier modo ella se quedó tan sólo unos escasos segundos en silencio, probablemente para dar tiempo a que el chico acentuara su expresión de incertidumbre. — Acaso, ¿no me veo como uno? — Preguntó entonces, dándole más tono de juego a aquella conversación, o al menos eso parecía, pues la realidad era que se preguntaba cómo se vería a los ojos de aquel chico de cabellera plateada. No la había rechazado, no se había asustado y no había huído de ella, sino que la había tratado como una estudiante más de la academia. Probablemente era el primero que la había logrado ver tal y como era desde que ya no formaba parte del mundo de los vivos.
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Ella por el momento ignoraba la importante función de aquellas gafas tan peculiares, por ello simplemente las vio como un accesorio que al joven le gustaba portar, y no les prestó la importancia que debería. Así que simplemente se limitó a sonreír en espera de una respuesta. La "cercanía" del varón al mirarla con tanta atención no le incomodó en absoluto, probablemente, porque hacía mucho que nadie la veía de ese modo, de hecho, le hizo sentir cierta calidez en su pecho, como si volviera años atrás en aquellos en los que la gente era capaz de verla e interactuar con ella como con cualquier otra persona viva.
¡Así que Yu-kun, el estudiante de intercambio! Es un placer. Mi nombre es Yuuko, ¡aunque me conocen mejor como "el fantasma del viejo edificio"! — Exclamó con evidente alegría. ¿Por qué se alegraría por tal calificativo? Sencillamente, era porque a pesar de que la gente no reparase en ella de forma óptima, al menos todos tenían siempre presente su existencia, y eso para ella, era suficiente.
Casi de inmediato tras presentarse, correspondió aquella reverencia del mismo modo, atisbando la pronta sorpresa o incertidumbre que fuese a mostrar su contrario y, a pesar de ello, aún sonriendo con total naturalidad. Después de todo, ¿a quién engañaba? ¡Estaba feliz de que alguien le hablara! Después negó, dignándose a responder a pesar de que tras lo que había dicho anteriormente, probablemente no sería necesario hacerlo. — No... No hay modo de que estemos en la misma clase. — Por su parte, tras reincorporarse y decir eso, se quedó allí sin moverse, dando la espalda al joven. Tan sólo se había volteado levemente para ser capaz de verle de soslayo, con serenidad y ya sin agregar nada más.
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Ni siquiera se dispuso a mirarle tras la pregunta que formuló, de hecho ya había comenzado a pasear tranquilamente su vista por el lugar por si encontraba algo fuera de lo común o al menos interesante. A pesar de ello, ocurrió algo que no esperaba. ¡El chico había respondido sus palabras! No pudo mas que regresar rápidamente la vista al poseedor de aquellos platinados cabellos para mirarlo con sorpresa. No recordaba la última vez que había podido entablar conversación con alguien. De ese modo, no pudo evitar sonreír con cierto interés hacia su contrario. — Ara! Una buena forma de describirlo... — dijo mientras se llevaba la mano diestra a la altura de sus labios, inclinándose un poco hacia atrás para ver de mejor forma al joven, debido a que aún se encontraba sentada en el pupitre de al lado. Debía aprovechar ese momento con el estudiante, que parecía no saber con quién estaba hablando. — Aunque, esto es raro... no suelo tener invitados a estas horas. — Terminaba por decir, para posteriormente erguirse de nuevo y de un gracil saltito, bajar del pupitre. Colocaría así sus manos tras su propia espalda y como toda una tierna colegiala se acercaría hasta detenerse a un costado de aquel chico. — ¿Eres... de primer año, tal vez? — Formulaba para finalizar ,nuevamente una pregunta, dejando que se notara la curiosidad en su sereno y sonriente semblante, el cual la reflejaba como una joven dulce y tierna.
No pensaba esconder quién era en realidad, después de todo, nunca lo había hecho. Lo gritaría a los cuatro vientos si es que su contrario llegaba a preguntarle algo, pero tal y como lo veía no esperaba que este lo hiciera. Por el momento, se limitó a sacarle conversación para saber un poquito más de él y quizá, poder tener un amigo.