26-30, M
About Me About Me Notes
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SW-User
Contuvo las ganas de emitir una risita en el momento en el que vio que el chico ni siquiera había podido procesar bien lo que le había dicho. Normal. No todos los días una extraña viene a decirte que tiene un "apodo" así. Así esperó, manteniendo aquella calma sonrisa, a que de verdad el chico reaccionara a lo que había escuchado de ella. Cuando este lo hizo, la pelinegra colocó su pie derecho más atrás que el izquierdo, y se impulsó para dar un elegante y fino giro, quedando frente a frente con el joven. Su larga cabellera oscura danzó con aquel movimiento apreciándose así el brillo color morado que esta tenía. Además, se llevó las manos a la espalda, se tomó la una con la otra y mostró una sonrisa más juguetona. — Soy un fantasma~ —
Lo dijo con un tono completamente despreocupado y jovial, como si no le importara que la tildaran de loca, o por el contrario pensara que cualquiera iba a creer en sus palabras. ¿Quién sabe por qué sería? De cualquier modo ella se quedó tan sólo unos escasos segundos en silencio, probablemente para dar tiempo a que el chico acentuara su expresión de incertidumbre. — Acaso, ¿no me veo como uno? — Preguntó entonces, dándole más tono de juego a aquella conversación, o al menos eso parecía, pues la realidad era que se preguntaba cómo se vería a los ojos de aquel chico de cabellera plateada. No la había rechazado, no se había asustado y no había huído de ella, sino que la había tratado como una estudiante más de la academia. Probablemente era el primero que la había logrado ver tal y como era desde que ya no formaba parte del mundo de los vivos.
Lo dijo con un tono completamente despreocupado y jovial, como si no le importara que la tildaran de loca, o por el contrario pensara que cualquiera iba a creer en sus palabras. ¿Quién sabe por qué sería? De cualquier modo ella se quedó tan sólo unos escasos segundos en silencio, probablemente para dar tiempo a que el chico acentuara su expresión de incertidumbre. — Acaso, ¿no me veo como uno? — Preguntó entonces, dándole más tono de juego a aquella conversación, o al menos eso parecía, pues la realidad era que se preguntaba cómo se vería a los ojos de aquel chico de cabellera plateada. No la había rechazado, no se había asustado y no había huído de ella, sino que la había tratado como una estudiante más de la academia. Probablemente era el primero que la había logrado ver tal y como era desde que ya no formaba parte del mundo de los vivos.