Lene1576088 is using SimilarWorlds.
Join SimilarWorlds today »
|| canon - semi canon - au - no +18 ||
About Me Notes
The Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This user is not accepting Whiteboard comments.
HectorDumitrescu · 26-30, M
Las vela menguaban lentamente su llama mientras la noche se volvía más profunda. El aullido de los lobos se escuchaba a la lejanía como una melodía remota pero los látidos en su corazón eran mucho más densos pense a su cárcater silente lejos para cualquier oído mortal. Le era dificil ocultar por más tiempo cuánto anhelaba un abrazo suyo y conjugarse entre sus labios como aquella desenfrenada en que la luna carmersí fue testigo de la entrega de su amor. Es verdad que los senitmientos lastiman pero también; entregan la sensación más glorificante de paz que un mortal como pudiese alcanzar. De esta forma, encontraba un sentido en su vida y placer en poder vivir un día más junto a todo aquello que le hacía feliz... y que mejor, que ne su compañía.

— A perdonar el dolor en mi corazón. —Musitó como una suave brisa pero con determinación sufiiciente como para volver a acearcarse a ella.

—Lenore, por ti... estaría dispuesto a seguir viviendo. Aun si debo ser un esclavo.... —Era bastante sincero cuando se trataba de sus senitmientos y la peliroja y cualquier otra persona podría darse cuenta de ello con tan sólo mirarle a los ojos. Era su verdad y pese que estaba abriendo su corazón para ella y podía lastimarlo fácilmente ahora, no le importaba. Justo ahora lo que único que realmente añoraba era poder ser sincero con él mismo y su sentimiento hacia a ella por una vez en su vida.
HectorDumitrescu · 26-30, M
Sus ojos no le mentían. La vampiresa se mostraba emperdinada ante la idea de cumplir con lo solicitado, aun si parecían proezas similares a las 12 tareas de Hércules. Sí, su intención era más que nada "probar" si realmente era capaz de cumplir con lo solicitado, pero la respuesta que pensó obtener era un nefasto no, o tal vez, un "veremos".

Lenore era muy decidida y sabía que tenía la capacidad y la obstinación para lograr sus objetivos, pero verlos reproducidos para buscar que él fuera feliz... lograba conmoverlo sin reparo alguno.

— Sí, y la naturaleza es sorprende aun en los climas más extremos, pero aún así es difícil. Lo entiendo. — Susurró mientras observaba a la pelirroja absorta en sus pensamientos. ¿Realmente lo lograría? ¿Lo haría por él? Su rostro mostró el asombro y luego escuchó entonces sus palabras con una actitud diferente. Estaba bajando la guardia... otra vez.

— Sí, es importante. En esto no miento, sin un buen martillo, no podré forjar. — Puntualizó, tampoco quería ser un egoísta, en este momento no tenía ganas de serlo. — Los materiales son sencillos, pero gracias a la alquimia podré convertir el hierro en mitrilo. El resto... quedarán en mis manos. — Tomó una pausa y luegó se miró las manos con detenimiento. ¿Estaba listo? ¿Quería hacerlo? — Lenore. Ignora de momento el jardín. Consigue los materiales y una mesa de alquimia. Es lo único que necesito ahora. — Dijo sin más pero justo para cuando quiso despejar su mente confundida, aquel abrazó fragmento su mundo en pequeños pedazos que se volvieron a armar como un viejo rompecabezas.

— N-No.. — Guardó silencio. Pudo decir un comentario estúpido para romper la tensión o evadir el momento tan acogedor, pero justo ahora, quería "abrazar" la escena. Que el tiempo se detuviera y aun si su cuerpo físicamente no emitía ningún calor; el propio ardor de paz en su cuerpo fue sufiicente para cubrir a ambos en un regocijo indescriptible. No deseaba que se alejara, tal vez si el tiempo se detuviera unos minutos, podría sentir de nuevo las ganas de vivir que la pelirroja lograba sacar de él.

— Lenore... — Apenas dijo su nombre. Su voz era suave, era gentil. Lejos de su actitud caprichosa, lejos del odio y el desamor. Deseaba sentirse tan afortunado de ser querido por una mente tan aguda y con tanto que dar, como lo podía ser la vampiresa tras de sí.
HectorDumitrescu · 26-30, M
No importa cuantos lujos tuviera, no dejaba de ser una jaula. Lo que no sabía Lenore es que, lo que realmente hizo cambiar su concepto sobre estar o no dentro de una ehorme prisión; era su compañía. Antes de todo lo que pasó, sentía que al estar junto a ella a ese pequeño rincón del mundo le podía nombrar como su hogar.

— Necesito un jardín interior. Un inmenso jardín interior. — Puntualizó. Lo estaba diciendo enserio. Si le iba a permitir tener lujos entonces haría lo necesario para sentirese como en casa, al menos lo más cercano a ello. Tal vez, si podia estudiar la naturaleza y seguir sus andazas en el mundo de la literatura, sería una cortina de humo lo suficiente amplía para que hiciera caso omiso a sus senitmientos taciturnos. — Y también necesito libros de alquimía, flora y fauna en general. — Añadió mientras posaba el índice en su mentón. Sí, se sentía como un niño pidiendo regalos. La verdad dudaba de que se lo cumpliera así que lo dijo más como un deseo al aire. No esperaba nada, no quería decepcionarse más.

— Hm.. — Murmuró ante la petición sobre su alimentación. En vez de limitar a contestar, tomó fruta del cesto y comenzó a comer. Estaba exquisita, llevaba bastante tiempo sin probar el dulce de la fruta, incluso se le dibujó una sonrisa que no pudo ocultar.

Sin embargo aun le costaba confiar en la pelirroja. En otro escenario le encantaría estrechar su mano y así mismo anfiazar su propia confianza en ella. Dejar todo atrás.... pero su corazón aun no se lo permitía, estaba parcialmente dividido, deseaba cosas hubieran tenido que ser diferentes y su unión no dependiera de un artilugio en su dedo.

— Lenore, quiero que sepas.... que soy más que un forjador de almas. ¿De acuerdo? Es lo único que te diré al respecto. — Musitó como una canción de su alma para ella. Era una frase corta pero que no quería que ella olvidara. Sí, iba a comenzar a trabajar y construir el ejército que tanto anhelaba Carmilla, sin embargo, quería dejar en claro que el nunca limitaría su existencia al único próposito de ser un esclavo sin sueños forjando demonios para convicciones ajenas a las suyas.

— Primero necesitaré un nuevo martillo. Necesitaré algunos materiales, te mandaré la lista. — Dijo mientras acomodaba su mesa y tomaba un pequeño framento de hoja mirando de soslayo la pluma con tinta. Héctor era un alma creativa, poder forjar demonios era un arte en toda forma para él. Todas sus creaciones debían llevar un fragmento de su corazón e inspiración o no serían lo suficientemente fuertes. Por lo que tenía que empezar con armarse de un buen "pincel" antes de plasmar su obra.
HectorDumitrescu · 26-30, M
El ruido de sus tacones era inconfudible a tal punto que lograba identificar quien era su visitante con tan sólo poner atención a sus pisos. Lenore tambié un paso elegante, suave pero a la vez dominante. En cambio Carmilla, era un paso firme y constante que se había más fuerte a medida que se alcazaban con una premura que no parecía tener fin.

Era tonto que tocará la puerta pero en parte, tenía que agradecer que al menos guardaba un pequeño ápice de respeto sobre su privacidad, al menos eso quería creer. Aunque su enfado y conflito con ella seguía siendo bastante fuerte como para aceptar su preoacupación como válida más allá de usarlo como forjador de su ejército.

Lo peor de todo es que su voz seguía siendo melodiosa ante sus oído y pese a la traicción, seguía siendo una canción familiar para él. Le hubiera encantando poder llamar santuario a la melodía de sus labios pero su razón le seguía insistiendo en que no era más que un canto fúnebre, una danza mortuoria.

—He perdido la percepción de lo que significa estar bien. Así que me omito a responder a tu cuestión. —Expresó carizbajo, tomando aire para concentrarse. Una actitud que comenzaba a desesperarlo a él mismo, no quería seguir un llorón porque tampoco le estaba ayudando demasiado. Si bien hace unos días prefería tirarse de un puente y acabar con su agonía emocional, justo ahora, necesitaba entender mejor sus emociones.

—Lenore por qué... ¿Por qué limitarse a esto? ¿Has visto a una ave dentro de una jaula? —Murmuró por lo bajo, era como si expresará un pensamiento en voz alta. —Olvídalo. —Suspiró al instante intentado que aquello fuera ignorado. No tenía caso replicar al aire sus sentimientos

—Será mejor que me ponga a trabajar. No estoy teniendo demasiadas opciones. —Aclaró, su mirada se veía perdida, como si sus ganas de luchar comenzarán a agotarse y únicamente persistía un pequeño clamor por la luz de la luna nuevamente visitando la ventana de la torre.
SW-User
SW-User thinks you are Just.
HectorDumitrescu · 26-30, M
Capítulo I
Crónicas de Styria.

la vida es un incontable relato de emociones sin definición; te puedes alzar desde lo más alto de un balcón; observar las galaxias y sentirte en la imensidad de júbilo de tu corazón. No obstante, a veces también se encarga de aplastar hasta el alma más soñadora con el peso de la realidad. Cruda o mayéstica, al final no hay ninguna diferencia, sólo caminos que como el humano que es, entre el infierno y lo mundano, debe recorrer.

No iba a negarlo, no pasaba por sus mejores días. Su corazón se rompió en añicos en aquel momento en que el anillo sentenció su libertad y lo envolvió entre las garras del cuarteto de Styria, sirviendo sus ambiciones despiadadas. Pero lejos de lo que significaba ser el sirviente de una causa a la que no apoyaba; lo que más afligia a su débil corazón; sería la puñalada directa a su pecho que significó la traición de Lenore.

Podía sentirlo como la caricia de una rosa que terminó por enterrarle sus espinas no sin antes ofrecerle un poco de su apasionante fragancia. Lo enamoró y lo destruyó en un abrir y cerrar de ojos. No importaba que tanto se resistiera ahora yacía inerte ante el servicio de la pelirroja y sus hermanas.

Llevaba días sin desear comer, beber, si quiera vivir... Ni la estrellas ni la vida silvestre. No había canto de ruiseñor ni cobijo de sus obras que pudieras aliviar a su amargo corazón. ¿Cómo iba a sentirse sino? Si había conocido primera vez una sensación tan embriagante como el amor para luego ser golpeado ferozmente por la desdicha de la mentira.

Malditas seas... ¿Por qué no matarme? ¿Por que no acabar conmigo y mi agonía de una vez? —Murmuró para sí golpeando el escritorio frente a él. Sus puños cerrados temblaban. No tenía fuerzas suficientes y sus ojos yacían cansados de apenas dormir por escasas horas. No cabía duda que la peor enfermedad del ser humano era la melancolía.

Observó de reojo la noche desde su ventana. El astro plateado danzaba con apenas el cobijo de un par de nubes; era hermoso pero no lo suficiente para que su alma se aliviara. Era peor aun, la luna tenía un ligero destello del que juraba traía el recuerdo punzante de la vampiresa. ¿Cómo podía arrancarsela de su corazón? ¿Cómo odiarla sin amor? No tenía idea, sólo quería escapar, entre sus sueños y no volver jamás...
Anillo · 36-40, F
Occ: Muchas gracias por aceptar mi solicitud, me gustaría iniciar una historia de rol con tu personaje, saludos...
— ¿Y quien lo asegura? ¿¡tu!? ¡me suena a patrañas!
Ignia · M
No entenderé tu adicción por los dulces, con lo que se disfruta de las otras comidas, los postres son todo del mismo sabor, puro azúcar sin variación.

-se rasca la cabeza mostrando su ignoráncia-

Mira vamos a este restaurante ehh... "le petit gourmet"...? Anne tu sabes inglés, traduce.
Ignia · M
Bueno Anne no pidamos imposibles yo no voy a fingir llevarme bien con esa bola de pelo demoníaca, aunque si podría desear que lleves una dieta sin postres...👀 -dijo el rubio de broma, en el fondo solo desea buena salud para su amiga de la infáncia-