- La colmena era un caos. Rescataron a un total de 24 niños, entre adolescentes y pequeños, pero todos ellos estaban en pésimo estado, en su mayoría deshidratados. Afortunadamente, los niños de la colmena estaban bien educados, reconocieron los signos y se organizaron para traer agua, pan, hiervas medicinales y cobijas, así que improvisaron camas en el comedor, donde entre sollozos los niños aceptaban las atenciones. Leo se sentó en una silla arrinconada en una esquina, con el gran escudo en una mesa a lado. Estaba agotado, física y mentalmente, los brazos temblorosos por usar su magia. -
- Le miro. Sonrio hacia su amado y besó la punta de su nariz. Envió sus ojos hacia los chicos que habían rescatado, especialmente a los mayores. Estaban bien alimentados, pero sus cuerpos estaban marcados por todos lados. A pesar de eso los escuchaba hablar con educación, ir de aquí para allá cargando suministros, alguno de ellos con pleno conocimiento de primeros auxilios. - Ellos nos ayudarán a hacerlo. Seguro aprendieron más de sus amos de lo que pensamos.
