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ºº El hecho de haber batallado contra una criatura de capacidades necróticas había hecho que las patrullas alrededor del bosque cercano a la Ciudadela Negra, y el camino mercantil se volviesen más fuertes. Por el momento parecía un suceso apartado, pero era claro que los Mercenarios que habitaban esas tierras no podían o debían confiarse.
 
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El panfleto contenía claramente el dibujo de dos hombres de estatura enorme, musculados, uno de cabellos largo y otro con barba y extraña cornamenta. El panfleto así leía: " ¡Han vuelto! La Compañía de la Ciudadela Negra se alza victoriosa donde otros fallaron, con la destrucción de las filas rebeldes en Uthgard no solamente han regresado, si que también buscan otros aventureros para llenar sus filas. "

¿Era aquello incentivo suficiente para que otros se acercasen a ese lugar para probar su destino, y ganar riquezas? ¿O lo harían los héroes para demostrar su valía y derrocar la corrupción y el mal? Era difícil de saber a este punto cuando solo habían pasado dos semanas desde ese retorno.
Sabía bien que si bien su hermano lideraba las fuerzas de ataque como un general de combate, Jarrus era el líder verdadero y táctico, nada más y nada menos que el señor de la Ciudadela Negra. Y por ende necesitaba tener su cabeza despejada para poder pensar en los siguientes pasos, una vez que arreglaran las cosas que rodeaban los alrededores de sus territorios.

Aquel río limpio y cristalino, y su cascada se encontraban cerca del camino mercántil principal del área, por lo que no era difícil pensar que en ocasiones algunos viajeros se desviasen al paraje donde ahora Jarrus se encontraba. Camino que fue adornado por algunos planfletos de naturaleza peculiar, uno de los cuáles quizá volaría con el viento hacia la dirección de Eriswen.
Aquello sin embargo, era lo de menos para uno como Jarrus, ya que lo que él deseaba iba más allá que simples lujos, los cuáles disfrutaba, sobre todo cuando se trataba de gemas, pero no le llenaban por completo como lo hacía el conocimiento o la Arcana. Dichoso fue sin embargo, cuando esa expedición y campaña lo condujo a varios artefactos mágicos y situaciones interesantes que le hicieron aprender de más.

En esa mañana se encontraba en posición de meditación, un hombre que rebasaba los dos metros, vistiendo un cinturón de cuero en su cintura, un kilt morado, una bufanda y cinturones que atravesaban su pecho con varios bolsillos. Sus cabellos purpúreos fluían como la cascada que acompañaba el plácido paisaje.
En aquella ocasión, Jarrus había decidido partir solo y sin compañía, no solamente podía concentrarse mejor en sus búsquedas sin su hermano u otros hombres escandalosos, si no que claramente en ocasiones necesitaba reconectarse con la naturaleza por haber estado tan lejos de ese lugar por tanto tiempo.-

Habían sido dos años desde que partieron a aquella campaña, y finalmente acabando con el jefe de aquella banda rebelde que dio tantos problemas al pueblo de Uthgard, los merecenarios retornaron con sus arcas llenas de tesoros y oro.

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