About Me About Me Notes
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As1553262 · F
Aún con su mirada sobre su hombro enarcó su ceja con cierta preocupación. La atención no se disipaba de las salpicaduras y la manga desgarrada. - ¿Debería preocuparme por eso? - Señaló la camisa por escasos segundos antes de girar por completo su cabeza. Sabía que podía o no recibir una explicación, pero que podría escucharla en el transcurso.
Inclinó su rostro hacia la blanca arena que comenzaba a devorar sus pies. Sonrió por lo bajo ante la positiva por un par de segundos.
Levantó su mirar una vez más y se dirigió a donde la arena húmeda bordeaba la playa. Inhaló hondamente y comenzó con el ritual. Su concentración se dirigió completamente al encantamiento. A la par de ello desenfundó su espada. El color de la hoja se había tornado oscuro, casi negruzco, mientras la empuñadura relucía platinada entre sus pálidas manos. La colocó en posición con el filo sobre su palma izquierda, con un leve movimiento clavó éste provocándose una diminuta incisión, dejando brotar un suave flujo sanguíneo que retuvo en su mano por unos segundos.
Casi en un susurro concluyó y miró con desdén el líquido que aumentaba en su palma, la cual había curveado. -Agh, detesto estos rituales de sangre.- Musitó con dolor mientras vertía un delgado hilo de sangre en la salada agua del Egeo. Pues para romper estos sellos se necesitaba la sangre de cualquiera de los tres hermanos.
El paisaje comenzó a ensombrecerse al momento en que la última gota tocó el agua. El mar se deformaba con la fuerza del oleaje que había remplazado el pacífico movimiento. Un color oscuro brotó del concentrado de sangre que se combinaba con éste, expandiéndose hasta el horizonte, eliminando cualquier rastro de luz nocturna que se proyectase en este.
La luna, intacta en forma se tornó de un color grana por un espectro amorfo.
A pesar de que todo sucedía lentamente, su percepción le engañaba con rapidez. Esperó sin mirar a James, preocupada por los ajetreados acontecimientos. A pesar de ello su rostro no denotaba ninguna emoción, Era como si se hubiese apagado por completo.
Inclinó su rostro hacia la blanca arena que comenzaba a devorar sus pies. Sonrió por lo bajo ante la positiva por un par de segundos.
Levantó su mirar una vez más y se dirigió a donde la arena húmeda bordeaba la playa. Inhaló hondamente y comenzó con el ritual. Su concentración se dirigió completamente al encantamiento. A la par de ello desenfundó su espada. El color de la hoja se había tornado oscuro, casi negruzco, mientras la empuñadura relucía platinada entre sus pálidas manos. La colocó en posición con el filo sobre su palma izquierda, con un leve movimiento clavó éste provocándose una diminuta incisión, dejando brotar un suave flujo sanguíneo que retuvo en su mano por unos segundos.
[code]"Sfragídes aímatos pou empodízoun tin eísodo ston archaío kósmo.
Dilóste to skoteinó kleidí prin ti thysía tou apogónou tou Ádi.
Símera, prin to fos tou fengarioú pou exaleífei ti grammí metaxý ton zontanón kai ton nekrón, epitrépei tin eísodó tou sto sóma kai tin psychí.
Epitrépei tin eísodo tou mésa apó to neró, agogó metaxý ton dýo kósmon."[/code]
Dilóste to skoteinó kleidí prin ti thysía tou apogónou tou Ádi.
Símera, prin to fos tou fengarioú pou exaleífei ti grammí metaxý ton zontanón kai ton nekrón, epitrépei tin eísodó tou sto sóma kai tin psychí.
Epitrépei tin eísodo tou mésa apó to neró, agogó metaxý ton dýo kósmon."[/code]
[code]
"Sellos de sangre que bloquean la entrada al mundo antiguo.
Manifiesten la llave oscura ante el sacrificio de la descendiente del Hades.
Hoy, ante la luz de la luna que elimina la línea entre los vivos y los muertos, permite su entrada en cuerpo y en alma.
Permite su entrada por el agua, conducto entre ambos mundos."
[/code]Manifiesten la llave oscura ante el sacrificio de la descendiente del Hades.
Hoy, ante la luz de la luna que elimina la línea entre los vivos y los muertos, permite su entrada en cuerpo y en alma.
Permite su entrada por el agua, conducto entre ambos mundos."
Casi en un susurro concluyó y miró con desdén el líquido que aumentaba en su palma, la cual había curveado. -Agh, detesto estos rituales de sangre.- Musitó con dolor mientras vertía un delgado hilo de sangre en la salada agua del Egeo. Pues para romper estos sellos se necesitaba la sangre de cualquiera de los tres hermanos.
El paisaje comenzó a ensombrecerse al momento en que la última gota tocó el agua. El mar se deformaba con la fuerza del oleaje que había remplazado el pacífico movimiento. Un color oscuro brotó del concentrado de sangre que se combinaba con éste, expandiéndose hasta el horizonte, eliminando cualquier rastro de luz nocturna que se proyectase en este.
La luna, intacta en forma se tornó de un color grana por un espectro amorfo.
A pesar de que todo sucedía lentamente, su percepción le engañaba con rapidez. Esperó sin mirar a James, preocupada por los ajetreados acontecimientos. A pesar de ello su rostro no denotaba ninguna emoción, Era como si se hubiese apagado por completo.
As1553262 · F
- Quizá en ello tengas razón, hasta que por alguna razón recuperes ese anhelo...- Una pausa le permitió retomar con tranquilidad el aire a sus pulmones. Dentro de su exhalación, tendió lo último de su frase, imitando un susurro apagado y dudoso. - O en que esa prespectiva de contemplar una voluntad ciega y el desinterés por mantener esa existencia desaparezca.-
La sensación de resquicios de arena que indicaban el inicio de la playa la estremeció. De alguna forma, el observar aquel colosal juego de sombras frente a ella la intimidaba un poco, aunque más de lo que hubiera deseado.
Adelantó unos pasos casi en diagonal, quedando en línea recta pero en el mismo sentido que él, dándole la espalda.
Contempló con detenimiento, se hallaba completamente desierta.
Las huellas habían sido devoradas parcialmente por el mar y el viento.
Echó hacia atrás su cabeza en látigo, dirigiendo su atención al cielo.
El panorama pintaba a una oscuridad profunda, sin ningún astro que iluminara con su presencia. Parecía que el cielo se fundía directamente con el mar en el horizonte. La espuma formada por las rocas en las orillas que funcionaban como parte-agua iba disminuyendo paulatinamente.
A pesar de ello el sonido continuaba presente con la misma intensidad, con claridad se pronunciaba el va y ven de las aguas oscuras.
La marea, que había subido cuando aún la luna estaba presente - probablemente horas atrás- se delataba por sus marcas en la arena húmeda. Aún se hallaba un par de metros detrás de ese límite.
Giró su rostro y miró sobre su hombro. Le invadió una poderosa descarga adrenérgica se adueñó de ella por un instante cuando cruzó miradas con James.
Profunda y briosa. Su palpitar se aceleró. - Con mucha razón dijiste hace un momento que yo conocía más de ti que tú de mi.- Su boca, seca y salada por las ráfagas marinas se tensó. - Pero depende que tanto desees y soportes conocer de mi.-
Dibujó una sonrisa llamativa, incitante, lo deseaba impetuosamente de maneras que no lograba comprender.
La obnubilaba el instinto y el anhelo. Giró una vez más su cabeza, su mirar se perdía en el horizonte a la par que el silbido del viento transitaba de tajo por sus oídos.
Despojó la pesada capucha de su cabeza. - Puedes esperarme aquí si quieres... Enfatizó en las últimas palabras, brindándole libre albedrío sobre esa decisión, aunque no tan explícitamente. Si él decidía no acudir ella no se molestaría, esperaba su respuesta antes de partir a su labor.
La sensación de resquicios de arena que indicaban el inicio de la playa la estremeció. De alguna forma, el observar aquel colosal juego de sombras frente a ella la intimidaba un poco, aunque más de lo que hubiera deseado.
Adelantó unos pasos casi en diagonal, quedando en línea recta pero en el mismo sentido que él, dándole la espalda.
Contempló con detenimiento, se hallaba completamente desierta.
Las huellas habían sido devoradas parcialmente por el mar y el viento.
Echó hacia atrás su cabeza en látigo, dirigiendo su atención al cielo.
El panorama pintaba a una oscuridad profunda, sin ningún astro que iluminara con su presencia. Parecía que el cielo se fundía directamente con el mar en el horizonte. La espuma formada por las rocas en las orillas que funcionaban como parte-agua iba disminuyendo paulatinamente.
A pesar de ello el sonido continuaba presente con la misma intensidad, con claridad se pronunciaba el va y ven de las aguas oscuras.
La marea, que había subido cuando aún la luna estaba presente - probablemente horas atrás- se delataba por sus marcas en la arena húmeda. Aún se hallaba un par de metros detrás de ese límite.
Giró su rostro y miró sobre su hombro. Le invadió una poderosa descarga adrenérgica se adueñó de ella por un instante cuando cruzó miradas con James.
Profunda y briosa. Su palpitar se aceleró. - Con mucha razón dijiste hace un momento que yo conocía más de ti que tú de mi.- Su boca, seca y salada por las ráfagas marinas se tensó. - Pero depende que tanto desees y soportes conocer de mi.-
Dibujó una sonrisa llamativa, incitante, lo deseaba impetuosamente de maneras que no lograba comprender.
La obnubilaba el instinto y el anhelo. Giró una vez más su cabeza, su mirar se perdía en el horizonte a la par que el silbido del viento transitaba de tajo por sus oídos.
Despojó la pesada capucha de su cabeza. - Puedes esperarme aquí si quieres... Enfatizó en las últimas palabras, brindándole libre albedrío sobre esa decisión, aunque no tan explícitamente. Si él decidía no acudir ella no se molestaría, esperaba su respuesta antes de partir a su labor.
As1553262 · F
El paisaje se ensombrecía conforme avanzaban.
Una ráfaga salada penetraba de tajo sus narinas, resecas por la constante y pesada respiración que se acentuaba por el paulatino cambio de altura.
Prestó atención a la pregunta de James. Por un momento permaneció en silencio, reflexionando, escudriñando cana ínfimo lugar de su mente.
Ciertamente era algo que se planteaba con frecuencia, pues era una sensación que no deseaba revivir, y que evitaba constantemente.
Las memorias llegaron pausadas. Recordó con dificultad la primera vez que sintió realmente miedo.
No recordaba el tiempo exacto en que había sucedido. Un vago indicio le hacia delimitar cuando recién aprendía los deberes que su padre les heredaría a sus hermanos y a ella.
Su padre había preparado una prueba para ellos sin mencionarles una palabra al respecto, así, uno por uno fueron dirigidos a la trampa.
Había estado deambulando por los escabrosos pasillos del inframundo con un singular regocijo infantil, su padre había estado fuera durante días, así que podían estar en cualquier lugar sin que él se enterara. Había jugueteado con sus hermanos durante horas, de arriba a abajo, sin embargo, hacia un par de horas que habían desaparecido. Ajena a la situación que se suscitaba, se dedico a buscarlos, creyendo que se ocultaban de ella.
Una inexplicable atracción formulaba su camino, acompañado de un murmullo que mencionaba su nombre, desde las profundidades de las zonas prohibidas del Hades.
Ingenua y con ferviente curiosidad, atendió al llamado, el cual le llevó a la puerta del Tártaro. El resto se tornó impreciso, astillado. Sólo fragmentos visuales. Se veía a si misma abriendo inconscientemente la puerta, la sensación de terror al ver salir sombras amorfas e inmensas de ésta que desprendían un aura atroz e imponente. La opresión en el pecho, el nudo en la garganta y en el estómago, taquicardia, una tensión muscular casi indescriptible que le inhabilitaba para hacer cualquier movimiento.
Se encontraba paralizada e indefensa por un solo descuido.
Regresó abruptamente de sus recuerdos. Su semblante ensombrecido por estos se ocultó al momento en que ella llevó su diestra a su rostro. Exhaló profundamente, creía saber la respuesta. - El que algo se me salga de las manos, entre el fracaso y la impotencia...- Afirmó con seriedad, pues había sido la única vez que su curiosidad la había sentenciado a conocer uno de sus mayores miedos.
- Me parece algo increíble que no tengas ninguno...- Intentó recobrar su afable y confiada faz con la que se había presentado desde un inicio con él, pero le resultaba imposible. Formulando como respuesta una abrumada sonrisa, a la espera que sus memorias se disiparan de nuevo.
Se erguía el mar frente a ellos en un horizonte no tan distante, sombrío y manso, a su espera.
Una ráfaga salada penetraba de tajo sus narinas, resecas por la constante y pesada respiración que se acentuaba por el paulatino cambio de altura.
Prestó atención a la pregunta de James. Por un momento permaneció en silencio, reflexionando, escudriñando cana ínfimo lugar de su mente.
Ciertamente era algo que se planteaba con frecuencia, pues era una sensación que no deseaba revivir, y que evitaba constantemente.
Las memorias llegaron pausadas. Recordó con dificultad la primera vez que sintió realmente miedo.
No recordaba el tiempo exacto en que había sucedido. Un vago indicio le hacia delimitar cuando recién aprendía los deberes que su padre les heredaría a sus hermanos y a ella.
Su padre había preparado una prueba para ellos sin mencionarles una palabra al respecto, así, uno por uno fueron dirigidos a la trampa.
Había estado deambulando por los escabrosos pasillos del inframundo con un singular regocijo infantil, su padre había estado fuera durante días, así que podían estar en cualquier lugar sin que él se enterara. Había jugueteado con sus hermanos durante horas, de arriba a abajo, sin embargo, hacia un par de horas que habían desaparecido. Ajena a la situación que se suscitaba, se dedico a buscarlos, creyendo que se ocultaban de ella.
Una inexplicable atracción formulaba su camino, acompañado de un murmullo que mencionaba su nombre, desde las profundidades de las zonas prohibidas del Hades.
Ingenua y con ferviente curiosidad, atendió al llamado, el cual le llevó a la puerta del Tártaro. El resto se tornó impreciso, astillado. Sólo fragmentos visuales. Se veía a si misma abriendo inconscientemente la puerta, la sensación de terror al ver salir sombras amorfas e inmensas de ésta que desprendían un aura atroz e imponente. La opresión en el pecho, el nudo en la garganta y en el estómago, taquicardia, una tensión muscular casi indescriptible que le inhabilitaba para hacer cualquier movimiento.
Se encontraba paralizada e indefensa por un solo descuido.
Regresó abruptamente de sus recuerdos. Su semblante ensombrecido por estos se ocultó al momento en que ella llevó su diestra a su rostro. Exhaló profundamente, creía saber la respuesta. - El que algo se me salga de las manos, entre el fracaso y la impotencia...- Afirmó con seriedad, pues había sido la única vez que su curiosidad la había sentenciado a conocer uno de sus mayores miedos.
- Me parece algo increíble que no tengas ninguno...- Intentó recobrar su afable y confiada faz con la que se había presentado desde un inicio con él, pero le resultaba imposible. Formulando como respuesta una abrumada sonrisa, a la espera que sus memorias se disiparan de nuevo.
Se erguía el mar frente a ellos en un horizonte no tan distante, sombrío y manso, a su espera.
As1553262 · F
— No podría decir que estoy mejor pero ciertamente lo estaré pronto. — Afirmó con toda certeza mientras se encogía de hombros. Un escalofrío le recorría todo el cuerpo, y podía sentir como cada fibra de su conservado cuerpo se electrizaba a su paso.
Cuando la alcanzó, la joven se detuvo para avanzar a su paso.
El aroma salado y la brisa húmeda le embriagaba de placer. Adoraba pasar su debido tiempo en las costas, además de navegar en sus oscuras y misteriosas aguas.
Las leyendas plagaban estas misteriosas profundidades de monstruos y humanoides de facultades increíbles, que más que provocarle temor la llenaban de curiosidad.
Y aunque este asunto en particular tratase sobre su hogar, nada le impedía el disfrute previo.
— Y dime James... — Su voz denotaba misterio, su tono se había vuelto más lúgubre y serio que antes, no se encontraba un ápice de dolor en esta, a pesar de que las punzadas eran cada vez más intensas, al ritmo de ellas, un brillo discreto se hacía presente en su órbita derecha, exponiendo con claridad el rojo flameante que se diseminaba con rapidez por todo su iris izquierdo.
— ¿A qué le teme un hombre que ha visto la muerte de cerca?. — Inquirió inquieta en un intento de percibir que reacción sería la que tendría posteriormente.
Su sonrisa, aún sincera y un tanto dulce se mantenía radiante.
En segundos alternaba observando el camino y a su acompañante.
Su furtivo andar y caótico aspecto le erizaba la piel.
Si es que el había estado antes ahí, le sorprendía el hecho de no haberlo visto antes.
Los golpeteos metálicos disminuían con su velocidad, mientras que su violáceo cabello comenzaba a sufrir las consecuencias de la humedad marítima.
Su diestra aplacaba algunas hebras rebeldes, aunque sin el éxito deseado. Aquellos ademanes parecían más un jugueteo infantil en el cuál, demostraba su molestia fundiendo el ceño con demasiada fuerza muscular.
— Aghh...— Masculló aún en batalla con su cabello, despegando su vista un par de minutos de él.
Las punzadas continuaban abatiendola en su hemicráneo izquierdo, al contrario de la coloración, que se detuvo abruptamente al terminar de pincelar el contorno de su iris en un rojo intenso y brillante.
Cuando la alcanzó, la joven se detuvo para avanzar a su paso.
El aroma salado y la brisa húmeda le embriagaba de placer. Adoraba pasar su debido tiempo en las costas, además de navegar en sus oscuras y misteriosas aguas.
Las leyendas plagaban estas misteriosas profundidades de monstruos y humanoides de facultades increíbles, que más que provocarle temor la llenaban de curiosidad.
Y aunque este asunto en particular tratase sobre su hogar, nada le impedía el disfrute previo.
— Y dime James... — Su voz denotaba misterio, su tono se había vuelto más lúgubre y serio que antes, no se encontraba un ápice de dolor en esta, a pesar de que las punzadas eran cada vez más intensas, al ritmo de ellas, un brillo discreto se hacía presente en su órbita derecha, exponiendo con claridad el rojo flameante que se diseminaba con rapidez por todo su iris izquierdo.
— ¿A qué le teme un hombre que ha visto la muerte de cerca?. — Inquirió inquieta en un intento de percibir que reacción sería la que tendría posteriormente.
Su sonrisa, aún sincera y un tanto dulce se mantenía radiante.
En segundos alternaba observando el camino y a su acompañante.
Su furtivo andar y caótico aspecto le erizaba la piel.
Si es que el había estado antes ahí, le sorprendía el hecho de no haberlo visto antes.
Los golpeteos metálicos disminuían con su velocidad, mientras que su violáceo cabello comenzaba a sufrir las consecuencias de la humedad marítima.
Su diestra aplacaba algunas hebras rebeldes, aunque sin el éxito deseado. Aquellos ademanes parecían más un jugueteo infantil en el cuál, demostraba su molestia fundiendo el ceño con demasiada fuerza muscular.
— Aghh...— Masculló aún en batalla con su cabello, despegando su vista un par de minutos de él.
Las punzadas continuaban abatiendola en su hemicráneo izquierdo, al contrario de la coloración, que se detuvo abruptamente al terminar de pincelar el contorno de su iris en un rojo intenso y brillante.
As1553262 · F
Una pronunciada sensación helada recorrió su espina. Debatió un momento si había sido una buena opción haberle hecho escoger entre acompañarla o no. No tardó mucho en notar que aquella incertidumbre que tanto le provocaba pena y preocupación, se había esfumado casi del todo. Sabía que al final, no podía conocer los pensamientos de James, sin embargo solo le quedaba creer que el estrecho contacto con la muerte y su mundo, le haría ver las cosas en un panorama diferente a lo que las cerradas mentes mortales habían condenado como diabólico y anti natural.
Había tenido ya contactos con peculiares deidades que pertenecían a alineaciones completamente ajenas a ella. Eso le había abierto de forma monumental su panorama mental. Lo cual agradecía a sobremanera.
Siguió cada milimétrico paso que su acompañante dio, sus sentidos se hallaban casi al borde de maximizarse a tope en aquel recipiente terrenal que la contenía, aunque como pago, el dolor se volvía cada vez más insoportable.
Un destello se expresó en sus ojos en una extraña mezcla de satisfacción al escuchar el adjetivo, pues la galantería tan explícita que le profesaba le parecía de lo más encantadora.
Cuando estuvieron dispuestos dio media vuelta, con la intención de retomar camino. Atravesó aquel arco boscoso que era el que le había brindado protección al inicio de su charla, y a paso raudo se dirigió al camino por donde había llegado. - Bien, vayamos entonces. Sígueme o será demasiado tarde. - Exclamó con una calma que incluso a ella le sorprendió.
Profirió una risilla dulce. Anteriormente no habría permitido que alguien le acompañara en el proceso de sus labores, menos cuando se involucraba en el Hades. Razón por la cual realizaba solitaria la faena que exigía la construcción de sus proyectos, enclaustrándose estrictamente por meses, o inclusive años, ya fuese en el Areópago [[code]Αρεοπαγός[/code]] o en Portam [[code]η πύλη[/code]], pues la mente humana la denominaba como el diablo mismo sin conocer su preceder. No imaginaba la insoportable agonía que sufriría al escucharlos con más frecuencia si ellos se enteraban de la realidad. Es por eso que había llevado una vida reservada.
Causa por la cual la emoción y calidez invadieron su "alma" con las palabras de James. Aquel gesto tan desinteresado - O al menos en apariencia, pues ella no podía leer su mente- le provocaba un buen nudo en el estómago.
Esperó invadida de emociones al poseedor de tan hermosa magia, se encontraba al borde del camino. - ¡Iremos al mar, no está tan lejos de aquí!.- Exclamó a la penumbra que devoraba los árboles que había dejado atrás, esperando que él no hubiese cambiado de idea, quizá por la rapidez de sus pasos o la energía acumulada que le volvía ciertamente más hiperactiva.
Había tenido ya contactos con peculiares deidades que pertenecían a alineaciones completamente ajenas a ella. Eso le había abierto de forma monumental su panorama mental. Lo cual agradecía a sobremanera.
Siguió cada milimétrico paso que su acompañante dio, sus sentidos se hallaban casi al borde de maximizarse a tope en aquel recipiente terrenal que la contenía, aunque como pago, el dolor se volvía cada vez más insoportable.
Un destello se expresó en sus ojos en una extraña mezcla de satisfacción al escuchar el adjetivo, pues la galantería tan explícita que le profesaba le parecía de lo más encantadora.
Cuando estuvieron dispuestos dio media vuelta, con la intención de retomar camino. Atravesó aquel arco boscoso que era el que le había brindado protección al inicio de su charla, y a paso raudo se dirigió al camino por donde había llegado. - Bien, vayamos entonces. Sígueme o será demasiado tarde. - Exclamó con una calma que incluso a ella le sorprendió.
Profirió una risilla dulce. Anteriormente no habría permitido que alguien le acompañara en el proceso de sus labores, menos cuando se involucraba en el Hades. Razón por la cual realizaba solitaria la faena que exigía la construcción de sus proyectos, enclaustrándose estrictamente por meses, o inclusive años, ya fuese en el Areópago [[code]Αρεοπαγός[/code]] o en Portam [[code]η πύλη[/code]], pues la mente humana la denominaba como el diablo mismo sin conocer su preceder. No imaginaba la insoportable agonía que sufriría al escucharlos con más frecuencia si ellos se enteraban de la realidad. Es por eso que había llevado una vida reservada.
Causa por la cual la emoción y calidez invadieron su "alma" con las palabras de James. Aquel gesto tan desinteresado - O al menos en apariencia, pues ella no podía leer su mente- le provocaba un buen nudo en el estómago.
Esperó invadida de emociones al poseedor de tan hermosa magia, se encontraba al borde del camino. - ¡Iremos al mar, no está tan lejos de aquí!.- Exclamó a la penumbra que devoraba los árboles que había dejado atrás, esperando que él no hubiese cambiado de idea, quizá por la rapidez de sus pasos o la energía acumulada que le volvía ciertamente más hiperactiva.
As1553262 · F
La simple idea le habría encantado a sobremanera. Si otra hubiesen sido las circunstancias, no le habría importado en lo absoluto que la viese tal cual era, pero todos tienen sus demonios, unos más oscuros que otros.
¿Cómo explicarle todo lo que ella había hecho y lo que comprendía su origen?
Puede que no conociera para nada a James, escasas horas eran lo que los separaban de su recién encuentro, y aún así la sola idea de que algún aspecto de ella le pareciera una aberración la inquietaba.
Una sonrisa nerviosa apareció, a pesar de que el dolor no se apaciguaba en lo absoluto, su mayor atención se fijaba en su plática actual.
-Supongo que si no tienes nada más importante que hacer...- Titubeó un poco, el único impedimento era la duda de como la vería después de lo que haría.
Impaciente mordió su labio inferior acallando cualquier sonido que reflejara su pesar.
Acomodó la capucha sobre sus hombros. Su vestimenta que se había develado un poco más al mover la tela, se componía de un vestido que se limitaba por debajo de las rodillas, negro, desgastado. Aparentemente con detalles plateados que delimitaban las orillas, muy parecidas a las grecas antiguas. Aberturas desiguales revelaban la pálida piel de sus piernas.
Casi seguidas de la costura, agujetas plateadas ocupaban por completo ambas espinillas en un vaivén de nudos, parecidas a las sandalias gladiadoras. Reforzadas sólidamente con una aleación de metal especial.
Su respiración se volvía más profunda y dificultosa a la par de la espera.
¿Cómo explicarle todo lo que ella había hecho y lo que comprendía su origen?
Puede que no conociera para nada a James, escasas horas eran lo que los separaban de su recién encuentro, y aún así la sola idea de que algún aspecto de ella le pareciera una aberración la inquietaba.
Una sonrisa nerviosa apareció, a pesar de que el dolor no se apaciguaba en lo absoluto, su mayor atención se fijaba en su plática actual.
-Supongo que si no tienes nada más importante que hacer...- Titubeó un poco, el único impedimento era la duda de como la vería después de lo que haría.
Impaciente mordió su labio inferior acallando cualquier sonido que reflejara su pesar.
Acomodó la capucha sobre sus hombros. Su vestimenta que se había develado un poco más al mover la tela, se componía de un vestido que se limitaba por debajo de las rodillas, negro, desgastado. Aparentemente con detalles plateados que delimitaban las orillas, muy parecidas a las grecas antiguas. Aberturas desiguales revelaban la pálida piel de sus piernas.
Casi seguidas de la costura, agujetas plateadas ocupaban por completo ambas espinillas en un vaivén de nudos, parecidas a las sandalias gladiadoras. Reforzadas sólidamente con una aleación de metal especial.
Su respiración se volvía más profunda y dificultosa a la par de la espera.
As1553262 · F
Su voz la suspendió medianamente del trance que le provocaba cada vez con mayor intensidad. Asintió bruscamente con la cabeza, como si estuviese despertando de un largo y pesado sueño. Parpadeó un par de veces mientras hablaba con un tono menos seductor y más cortés.
- Sí, es lo que veo, más complejo de hecho... ¿Cómo fue que terminaste haciéndolo?.-
No fue hasta después que notó que la pregunta podría ser muy personal para él.
Una parte de ella quería retractarse y pedir una disculpa, pero la otra sabía que era tarde para hacerlo, además de que deseaba con ansias el conocer esa historia sobre él.
Antes de que siguiera imaginando un sinfín de opciones que podrían ser la respuesta de James, el dolor que había cesado minutos atrás hizo una entrada triunfal, abatiendo con ímpetu la calma que se había formado en la peli púrpura.
Se expandió está vez por todo el cráneo, además de que le arrebató la vista por unos minutos, al menos de ese ojo.
El dolor retumbaba fuertemente por cada recoveco de su cabeza.
La hora se estaba acercando, y por más que no deseara abandonarle, sabía que tenía que aprovechar aquella oportunidad.
Un quejido se escapó por lo bajo. Un gesto suplicante se hizo expreso por breves segundos.
- ¿Estarás mucho tiempo aquí?- Su voz ahora debió y temblorosa ocultaba una plegaria o una señal que le indicara que cuando volviera. Sabía que era necesario un gran cuerpo de agua para poder realizar su cometido. Y a pesar de que el Egeo había sido su primera opción, ahora no le parecía tan mala idea usar aquel claro. A expensas de revelarle al azabache cualquier indicio de su naturaleza sobrenatural.
- Sí, es lo que veo, más complejo de hecho... ¿Cómo fue que terminaste haciéndolo?.-
No fue hasta después que notó que la pregunta podría ser muy personal para él.
Una parte de ella quería retractarse y pedir una disculpa, pero la otra sabía que era tarde para hacerlo, además de que deseaba con ansias el conocer esa historia sobre él.
Antes de que siguiera imaginando un sinfín de opciones que podrían ser la respuesta de James, el dolor que había cesado minutos atrás hizo una entrada triunfal, abatiendo con ímpetu la calma que se había formado en la peli púrpura.
Se expandió está vez por todo el cráneo, además de que le arrebató la vista por unos minutos, al menos de ese ojo.
El dolor retumbaba fuertemente por cada recoveco de su cabeza.
La hora se estaba acercando, y por más que no deseara abandonarle, sabía que tenía que aprovechar aquella oportunidad.
Un quejido se escapó por lo bajo. Un gesto suplicante se hizo expreso por breves segundos.
- ¿Estarás mucho tiempo aquí?- Su voz ahora debió y temblorosa ocultaba una plegaria o una señal que le indicara que cuando volviera. Sabía que era necesario un gran cuerpo de agua para poder realizar su cometido. Y a pesar de que el Egeo había sido su primera opción, ahora no le parecía tan mala idea usar aquel claro. A expensas de revelarle al azabache cualquier indicio de su naturaleza sobrenatural.
As1553262 · F
Suspiró en un vano intento por dejar escapar aquel cúmulo de sentimientos que se materializaban en el color rutilante de su rostro. Ocluyó por un par de segundos sus ojos y con una semblante más tranquilo reanudó su mirada hacia él, inspeccionandolo con mayor detenimiento. - Esa chaqueta de cuero te sienta bien - Pensó cuando paseaba su vista por su tórax. A cada segundo que pasaba se sentía cada vez más relajada. Su mirada se volvía filosa hasta cruzarse con la ajena. -Una vez más, muy galante James.- Había disminuido la velocidad de sus palabras, y con un ápice seductor repasaba cada letra con énfasis en sus mortíferos y helados labios. Al terminar elevó sus comisuras en una coqueta sonrisa. Mantenía sus ojos en los de él. Descifrando lo imposible.
- Pero te lo agradezco, realmente es algo dulce... más que ese caramelo que tienes.- Con su índice elevó la paleta de James un poco para indicarle a que se refería.
Si ella hubiese podido morir en ese instante, estaba segura que aquel encanto tan suyo le habría hecho revivir más de mil veces.
- Pero te lo agradezco, realmente es algo dulce... más que ese caramelo que tienes.- Con su índice elevó la paleta de James un poco para indicarle a que se refería.
Si ella hubiese podido morir en ese instante, estaba segura que aquel encanto tan suyo le habría hecho revivir más de mil veces.
As1553262 · F
Una cálida oleada de sentimientos invadió por completo su cuerpo al instante en que aquella cadavérica mano había emergido de la tierra, y no era porque le temiera, sino porque en sus heladas garras resguardaba una hermosa flor. Pero no era cualquiera, sino que era su favorita.
En pos de que era difícil de encontrar, no pudo evitar expandir sus fauces en una sonrisa casi maníaca. Hacia tanto tiempo que no recibía un regalo como tal, menos algo que fuera tanto de su agrado.
Era como si James se hubiese adentrado en su mente para descifrarla.
Y aunque cabía la posibilidad, no sé dedicó a intentar comprobarlo.
- Oh, James... Es preciosa. - Su tono en extremo animoso y conmovido provocaba pensamientos desordenados dentro de su cabeza.
Sus pulmones, hiperinsuflados por una continua respiración jubilosa le quemaban en su tórax.
Titubeante tomó con delicadeza la hermosa flor que le proporcionaban, temerosa de que ya frágil obsequio se desplomara en aquel instante.
En cuanto pudo la atrajo hacia si y la protegió parcialmente lo más que pudo, entusiasmada aún.
- ¿Sabías que son mis favoritas?.- Fue más una pregunta al aire que una directamente para James, a lo cual no espero respuesta antes de continuar la charla con familiar fluidez. - Me encanta... muchas gracias.- Sus ojos, iluminados y risueños se dirigieron a los del nigromante con delicadeza.
Sin notarlo, se acercó más hacia él después de tomar la flor.
En pos de que era difícil de encontrar, no pudo evitar expandir sus fauces en una sonrisa casi maníaca. Hacia tanto tiempo que no recibía un regalo como tal, menos algo que fuera tanto de su agrado.
Era como si James se hubiese adentrado en su mente para descifrarla.
Y aunque cabía la posibilidad, no sé dedicó a intentar comprobarlo.
- Oh, James... Es preciosa. - Su tono en extremo animoso y conmovido provocaba pensamientos desordenados dentro de su cabeza.
Sus pulmones, hiperinsuflados por una continua respiración jubilosa le quemaban en su tórax.
Titubeante tomó con delicadeza la hermosa flor que le proporcionaban, temerosa de que ya frágil obsequio se desplomara en aquel instante.
En cuanto pudo la atrajo hacia si y la protegió parcialmente lo más que pudo, entusiasmada aún.
- ¿Sabías que son mis favoritas?.- Fue más una pregunta al aire que una directamente para James, a lo cual no espero respuesta antes de continuar la charla con familiar fluidez. - Me encanta... muchas gracias.- Sus ojos, iluminados y risueños se dirigieron a los del nigromante con delicadeza.
Sin notarlo, se acercó más hacia él después de tomar la flor.
As1553262 · F
- Nada importante en realidad, James.- Sentenció aún con una sonrisa en los labios. A la espera de que continuara con su relato colocó ambas manos frente a ella, entrelazándolas con fuerza, estirando cada uno de sus músculos que se encontraban totalmente contraídos.
- Me gustaria intentar descifrar esa complejidad, he de admitirlo. Y claro, si me lo permites.- Un tono sereno pero incitante inundó cada palabra. Observó con cierta confusión aquella pequeña envoltura que había brotado de sus pantalones.
Con ademanes exagerados en plan de broma comenzó a buscar a los lados de su acompañante, posteriormente enarcó una ceja y posó su diestra en su cintura, adoptando una postura de reproche y un semblante un tanto cómico.
- ¿No hay una para mí?.- Indicó señalando con su siniestra el brillante caramelo que había aparecido en escena. Se paralizó por un instante. Aquellas actitudes tan sociables y amables habían aparecido de manera tan fortuita que la tomaron por sorpresa. Un color rojizo comenzaba a diseminadas en sus pómulos. Sabía que contadas eran las veces en que se presentaban de aquella forma, y no es que fuese una tarea fácil el lograr que los hiciera expresos, razón por la cual no lograba entender que era lo que hacía a James tan diferente. Pero era ese enigma lo que más atractivo le resultaba.
Su piel se estremecia con cada exhalación que James propiciaba, una perfecta combinación de dulzura y cigarrillo que podía derretir a cualquiera.
- Me gustaria intentar descifrar esa complejidad, he de admitirlo. Y claro, si me lo permites.- Un tono sereno pero incitante inundó cada palabra. Observó con cierta confusión aquella pequeña envoltura que había brotado de sus pantalones.
Con ademanes exagerados en plan de broma comenzó a buscar a los lados de su acompañante, posteriormente enarcó una ceja y posó su diestra en su cintura, adoptando una postura de reproche y un semblante un tanto cómico.
- ¿No hay una para mí?.- Indicó señalando con su siniestra el brillante caramelo que había aparecido en escena. Se paralizó por un instante. Aquellas actitudes tan sociables y amables habían aparecido de manera tan fortuita que la tomaron por sorpresa. Un color rojizo comenzaba a diseminadas en sus pómulos. Sabía que contadas eran las veces en que se presentaban de aquella forma, y no es que fuese una tarea fácil el lograr que los hiciera expresos, razón por la cual no lograba entender que era lo que hacía a James tan diferente. Pero era ese enigma lo que más atractivo le resultaba.
Su piel se estremecia con cada exhalación que James propiciaba, una perfecta combinación de dulzura y cigarrillo que podía derretir a cualquiera.
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