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Great Duke of Hell, the 64th spirit.
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Chordv · F
[center][media=https://www.youtube.com/watch?v=GyjMDkwaxaw]

CxF
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Lilim · F
Su mano habia quedado extendida, pero disfrutando de la mirada pensante del contrario. Era una interesante y tentadora propuesta la suya, saber que el no deseaba su trono era un alivio mas, tampoco era como si fuese a renunciar a el tan facil, no deseaba aquel gran poder, habia cosas que queria demostrar y su estadia en el trono era el unico modo; tampoco negaria que su orgullo no le permitia vivir como un ser comun y corriente, su pasado era tan escaso que debia mantenerse altiva.

-Tendremos un trato..

Ambas manos fueron selladas en sangre, sabia que mostrar parte de su descendencia era sin duda un buen movimiento ¿Que demonio ademas de ella podria mostrar un rostro angelical y poseer la corrupcion en su interior? Su padre habia pasado mucho por alto al creerle a Lilith. Nuevament el brillo en sus ojos se haria presente, aunque era algo inconciente, los cosquilleos lograrian llegar hasta el.

-Estare encantada de luchar a su lado y tenerlo como mi mano derecha cuando suba al trono...

Aunque su estadia en el lugar habia sido casi efimera en comparacion a otros seres que rondaban aquel plano, ella sabia perfectamente como se distribuian los territorios, los chismes que circulaban y las personas con las que se debia acercar...tambien sabia que el ser frente a ella valoraba algo que ella en su interior deseaba y aun no podia poseer...una familia.

-Le dare las facilidades necesarias, las armas que necesite, incluso si el alimento parece poco extendere mi mano a ustedes...y tambien....podran tener usted y su familia una preferencia sobre cualquier otro habitante. Yo tendre la corona, hare los decretos...pero escuchar sus sugerencias sin duda marcara una diferencia....y quiza en el futuro...deba necesitar que proteja un tesoro mio, un tesoro que al menos para mi...sera invaluable y daria la vida misma por el. Pero no es algo que deba mencionar ahora, debemos estar preparados....vendra una hermosa guerra~
Lilim · F
Sus palabras fueron tomadas lentamente y procesadas en el cerebro de la chica, sin duda era algo que debia tomar en cuenta, dos seres podian pensar mejor que uno, aunque debia tomar en cuenta que todos siempre buscaban sacar un beneficio y en este ambos podian ganar o perder ¿Fallar? No estaba en sus planes y no lo veia como una opcion.

-Ocupar el lugar que deseo va a requerir que me respetes como tal, si te veo como mi igual no intentaras sobrepasar el puesto que obtenga ni usaras el nombre de mi reinado como excusa a movimientos cegados por ira. Mi igual tendra que ver con ojos de sabiduria sobre cualquier cosa y respetar a su gobernante.

Su diestra se movio en circulos y pequeñas partuculas obscuras materializarian una daga, afilada de simple vista y el cuerpo con inscripciones hechas por los cielos, el mango portaba imagenes que alababan a dios, aquel objeto evidentemente no pertenecia al infierno, cualquier demonio o diablo sufriria dolor o muerte de tocar algo tan "santo", sin embargo ahi estaba, en las manos de la chica que estaba decidida a hacerse con el gran reino de las sombras y dolor, aquel infierno de demonios y almas perdidas. Pero no era algo que pudiese extrañar si recordaba la procedencia de su padre; con este hizo un ligero corte en su palma izquierda, lo suficiente para poder sangrar.

-Si aceptas no dejarte guiar por el poder y respetar a tu regente futuro, considerate mi aliado e igual de ahora en adelante....es un juramento de sangre que estoy dispuesta a hacer.

Su mano se extendio hacia el, era un juramento en que ninguno podia romper las palabras del otro, ella no fallaria a su palabra si el no le veia como un titere para tener poder...y ese juramento era el modo en que solo ambos ganarian si estaban de acuerdo.
Chordv · F
[code]A esas alturas ya sentía un atisbo de lastima por Is y por aquella sonrisa tonta que podía ver perfectamente debido a la posición frontal en la que se encontraba. Su cuerpo continuó moviéndose al ritmo de la música y sus labios - aún con el cosquilleo que había resultado del roce con el dedo masculino - parecieron entonar en voz baja la letra de alguna canción, y es que Chordeva tenía una voz melodiosa que siempre calmaba a la pieza que la separaba del Duque, y justo eso pretendía, lograr relajarla tanto que no sospechara ni un instante de las intenciones que revelaba Flauros. Era realmente increíble la afinidad que poseían incluso en actividades aparte del coqueteo. Definitivamente ella podía apostar que estaban hechos el uno para el otro, por muy cursi que fuera. Aquello la ponía un poco triste en realidad.

Entendió por completo todas y cada una de las señales que él le enviaba, no podía - ni quería - dejar de sostenerlo la mirada a aquel demonio. Había algo en él, en ese modo de ser agresivo y dominante, que la estaba volviendo loca; Chordeva siempre había tenido la batuta en cada encuentro sexual experimentado después de la serie de abusos que de niña se vio obligada a recibir. Tenía una especie de trauma con ello y por eso había desarrollado adicción al sexo sumada a un odio y repudio infinito por la sumisión, Satanachia era una prueba viviente de ello, habiendo experimentado de primera mano la urgencia de la chica por saciar esa ninfomanía - en menor cantidad que la de Is - suya, dejándose guiar y aguantando las ganas de voltear los papeles. Aunque sí había veces que ella se lo permitía, muy contadas y raras ocasiones cuando el alcohol nublaba su mente.
Por eso ella no comprendía el repentino gusto por ser vista como la presa e incluso por actuar como una, sin asco, sin repudio, por elección propia. ¿Por qué?, ¿por qué?

Porque tenía que matarlo.

¡Vaya sorpresa! Sí, ninguno de los movimientos jugados hasta ese momento habían sido planeados en torno a las ganas de volverse la esposa de Flauros. Chordeva quería escalar y volverse importante, una Duquesa... Pero como única soberana de Malebolge. Sí, al inicio quizá la posibilidad de una unión había sido la misión pero tras pensarlo un poco más... ¿Por qué?, ¿por qué compartir el poder? Era la motivación que dejaba a su cuerpo sentirse cómoda frente a un cazador de gran categoría, ganar-ganar. Aunque ella terminaría adquiriendo un mejor premio que él.

Observó complacida el modo en el que él se desplazaba de una postura a otra, acabando por situarse detrás de ella y dándose espacio en el cuello femenino. La piel se le erizó, ah... Era una lastima, un hombre tan atractivo... Lo peor de todo era la verdadera conexión que se sentía - palpable - entre sus cuerpos, algo que difícilmente se volvería a repetir como cualquier evento único.

— Estoy a su merced, Duque. Lo que les plazca. — Casi no podía contener la mueca triunfal ante la mujer que fue su amante. De ese modo, no habiendo más duda, Is Dahut se abrió paso entre la gente para acudir a la sala mencionada y pretender esperarlos ahí. Chordeva se mordió el inferior una vez se hallaron relativamente solos, pues las miradas aún estaban puestas encima de ambos, y suspiró pesadamente como si se hubiera librado de una enorme carga. — Espero, Duque, que Is Dahut quede saciada con la sorpresa que le ha preparado... De lo contrario no nos perdonará. — Fingió, como si aquello le importara y, de pronto, alzó levemente su falda para dejar ver los ligueros y descendió en un bamboleo de caderas, al ritmo de la última parte de aquella pieza. Sintiendo el cuerpo masculino rozar contra su retaguardia y su espalda. Apenas acabó y los Aplausos surgieron a su alrededor se volvió a levantar lentamente y dio la vuelta para encararlo. Demasiado atractivo, ¿cuántas veces lo pensaría?

— Lo sigo, Duque, lo sigo hasta el fin del infierno. — Y tras esa promesa se remojó los labios. Muy pocos sabían que ese acto le permitía a Chordeva colocar el veneno necesario para su "beso final" que funcionaba muy bien en humanos y en varios demonios. Bendita naturaleza la suya. Placer sexual y placer al asesinar, ¿había mejor combinación?[/code]
Chordv · F
[code] Ahí estaba ya la invitación directa. Seguramente Is se había dado cuenta pues de pronto su semblante cambió y trató de aferrarse a Chordeva mientras repegaba su retaguardia a la pelvis de Flauros, cual niña pequeña pidiendo atención. Recordándoles que ella era la favorita. Chordeva no se inmutó, ni siquiera le quitó la mirada de encima a Flauros debido a que se encontraba embelesada, estaba perdida... Pero presentía que él podía estar aún peor.[/code]
Chordv · F
[code]La espera le supo eterna pero valió completamente la pena en el instante en el que lo tuvo cerca. Había una especie de magnetismo entre sus cuerpos ya que a pesar de tener a la incrédula de Is en medio de ambos algo la impulsaba a pegarse aún más, a quedar unida al demonio de porte galante y mirada profunda; Chordeva juraba que podía ver reflejado un futuro estupendo en las orbes que la devoraban sin ocultarlo no un poco. Casi se sintió celosa de la intrusa a pesar de saber muy bien que tenía el juego más que ganado pues ya se encontraban en la recta final y a pequeños pasos del tan ansiado premio, a partir de eso tendría que jugar otra partida para permanecer en el lecho del Duque eternamente y ser la única. Aquello la calmó un poco, sí... Dahut podía disfrutar de ese momento pues posiblemente sería el último intervalo que compartiría tan cerca de Flauros. De pronto una corriente extraña la sacó de sus cavilaciones y se encontró con la respuesta afirmativa a los pensamientos que pretendían calmarla: él la tocó. La tocó y las chispas se hicieron presentes. No había duda ya, la atracción era real.

Ese demonio tenía que ser suyo. Sí o sí.

Siguió danzando atenta a las palabras que él soltaba pero ninguna logró ponerla a la defensiva ni hacerle sentir el pequeño mal trago que el tacto había dejado atrás; al contrario, sonrió con picardía y se acercó aún más al cuerpo de la demonio haciendo así que sus pechos se apretujaran irremediablemente contra los contrarios. Chordeva gozaba de un buen cuerpo que fácilmente podía competir con el de Is, exudaba sensualidad y cierto aire de superioridad que había logrado despertar la envidia de las féminas, sin embargo y pese a todo eso algo que siempre admiró de su amante era la capacidad que tenía para no sentirse intimidada y para — maldita sea — tener una agilidad sorprendente en la cama. Deva sabía que si se jugaba el todo por el todo con Flauros seguramente la pobre futura ex amante quedaría desconsolada pues, por lo que se veía, ella los disfrutaba demasiado a ambos, al grado de no pensar siquiera en la posibilidad de no entrar en la ecuación. Como si estuviera segura de que ellos se concentraría únicamente en ella, que era el centro de atención. Así se lo confirmó en cuanto se aferró al vestido de la demonio albina.

— Es Chordeva... — Respondió la pelinegra con dificultad, presa de la respiración entrecortada que proseguía a la excitación. — Y él es Flauros...

¡Oh, deliciosas caricias! Deva casi no le prestó atención a la presentación pues su mente se hallaba creando ya varios escenarios donde él la tocaría justo como en ese momento, solo que en distintas partes del cuerpo. A pesar de ser un demonio, no poseía manos rasposas al igual que el hermano de Chordeva, incluso parecía que su tacto estaba hecho para ella que se presumía una muñeca de porcelana con la que se debía tener cuidado... Al menos hasta que la fiereza gatuna saliera a la luz. Un poco cursi sería decir que estaban hechos el uno para el otro pero quizá así era.

— Es un placer. Lord Flauros. — Dijo su nombre con tal lentitud y respeto que parecía estar acariciando cada letra con la lengua antes de permitirle salir. — Enhorabuena por su nuevo título.

Como muestra de felicitación la fémina llevó una de las manos de Flauros hasta sus labios y besó el torso de la misma. Sus ojos se cerraron un instante en el que parecía que las largas pestañas de la mujer le acariciaban la piel debido a lo largas que eran, pretendió hacer un gesto amable por unos segundos más cuando, de pronto, bis párpados se levantaron y clavo la mirada en los ojos ajenos mientras sus labios recorrían el largo de la diestra masculina hasta llegar a la punta de los dedos, el premio de ese instante.
Chordeva se aseguró de que Is Dahut no pudiera ver absolutamente nada, a pesar de haber tenido que estirarse demasiado para que su rostro quedara casi oculto. ¿Creían que el hecho de que se le repegara era por simples ganas? No, ya lo venía pensando desde instantes atrás.

Sin esperar ni un segundo más comenzó a lamer la punta del índice de Flauros para después succionarlo suavemente en repetidas ocasiones. No dejó de verlo no un solo segundo, activando así su siguiente movimiento y haciéndole ver que sabía que él jugaba tanto como ella; dejó ir el dedo de pronto y observó gustosa un delicado hilo de saliva que conectaba este con sus labios antes de agregar:

— Me gustaría presumir de mis dotes y decir que soy yo de la que habla pero sabe lo que dicen de las habladurías y... Bueno, yo supongo usted se basa en el principio básico, de lo contrario no estaría aquí.

Y mordiéndose el inferior levemente le soltó la mano para deslizar su propio índice por sus labios humedecidos, cortando así el hilo anteriormente mencionado.

— Hasta no ver, no creer... Querido Duque.[/code]
Chordv · F
[code]No había duda alguna en que Dahut irradiaba una seguridad y coquetería sin igual; no era más agraciada del rostro que muchas en la fiesta pero aquella personalidad suya hacía que destilara por sus poros alguna especie de perfume que invitaba a la lujuria. Chordeva, por su parte, poseía quizá una belleza superior debido a su tono tan inusual de cabello y a sus facciones gatunas, su inteligencia y aire de superioridad le daban un plus al contenedor hermoso de una mente brillante. Por ello la química entre ambas era palpable; eran diferentes y sabían seducirse mutuamente muy bien.

Se movían juntas, de aquí a allá, luchando constantemente por ser la persona que indicara el ritmo a su pareja, no era un típico baile amistoso, era algo seductor y salvaje con un toque de competencia.
Las manos de Deva dibujaron de arriba a abajo el contorno de Is mientras la contraria se movía con la música para dar pie a que la albina descendiera peligrosamente; después, cambiaron de posiciones y la pelinegra fue quien tomó a Chordeva de la cadera para pegar su figura a la propia. No había nada de mal gusto en aquella danza, ni siquiera para los Demonios, era más bien algo tan erótico que no se podía evitar el querer verlas y embelesarse con ellas. Otra de sus formas de atraer la atención de Flauros, con la que pretendía – sin que su amante lo supiera – hacerle ver que podía tener lo que todos y conformarse con ello o aspirar a algo mucho mejor. Además de querer mostrar lo afines que eran ambas féminas y lanzar un reto silencioso ya que ambos conocían las cualidades de la demonio pelinegra pero... ¿Qué había de las de ellos? Esta vez se dignó a lanzarle una rápida mirada a la figura del Duque mientras una sonrisa traviesa se formó en sus labios.

"¿Serás acaso tú mejor que ella?"[/code]
Chordv · F
[code] La sensación de estar siendo observada llegó de pronto, se podía deducir por ello que él poseía una mirada fuerte. No detuvo ni un minuto sus caderas, manteniendo una distancia prudencial del joven que danzaba frente a ella – o más bien que parecía adorarla con cada jadeo involuntario – y se preguntó de pronto qué pensaría Satanachia de verla así. Su hermano ya tenía un puesto importante como General del infierno por lo que aquella clase de eventos sociales no lo beneficiaba en absoluto, sumado a eso justo para ese día él había sido invitado a una reunión entre sus allegados para planear un futuro golpe a las fuerzas enemigas que no se sabía con seguridad si iba a realizarse o no; de cualquier modo, Chordeva podía imaginarse perfectamente la escena en su cabeza: Satanachia golpeando al novato frente a su hermana y adueñandose de ella en la pista de baile y en el resto de la velada. Un suspiro profundo emergió desde el pecho de la fémina, si el plan resultaba y ella lograba escalar en ese rubro social seguramente tendría que dejar de vivir con el rubio, siempre habían estado juntos pero sus ambiciones eran grandes y deseaba ser alguien en ese mar de peces desconocidos. ¿Y por qué no contraria matrimonio con su propia sangre? En los dominios bestiales no habían leyes que no lo permitieran o que juzgaran el incesto pero, aunque parecía mero capricho, Chordeva no podía verlo de un modo más allá que el filial; quizá en algún momento de su infancia oscura y confundida encontró entre los brazos del General un resguardo perfecto. Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta de que no era el que quería para una vida.

[center]"Raum. Llama a Is Dahut; ciertas urgencias mías deben ser... Saciadas."[/center]


El eco de esas palabras sacaron a la demonio de sus cavilaciones, ni siquiera se había dado cuenta de que la banda había cambiado de pieza y que seguía bailando con el mismo pobre tonto que seguro creía que el que siguiera siendo su elección para otra canción lo colocaba más cerca de estar entre las piernas de Deva. Sabía muy bien que por la posición de Flauros aquél "error" había sido a proposito pues dudaba que el Duque hubiera llegado a tal posición si se le deslizaban mensajes secretos tan fácil como en esa vez; Is Dahut, amante de muchos en aquellas tierras bajas, incluso de Chordeva, quién había gozado más de una vez del maravilloso roce femenino otorgado por el conocimiento que sólo una mujer tiene para con otra, al saber bien los medios para enloquecerla. No le sorprendía en absoluto que Flauros también gozara de las manos expertas de Is - de toda ella en realidad - y lejos de sentirse celosa aquello le provocó cierto conocimiento de ventaja. ¿Por qué iba a llamarla tan de repente? Seguro el baile de Deva lo había encendido y quería consumir la llama, no era una coincidencia que pidiera por su amante minutos después de la actuación de la fémina. Bingo, el Lord había dado el primer paso.

De un solo trago Chordeva vació la copa que aún tenía en su mano y tras propiciarle una caricia en la mejilla a su compañero de baile – a modo de disculpa o agradecimiento, como quisiera interpretarlo –se dispuso a "buscar" más de aquél fino champagne que había dejado su peculiar y algo agrio sabor en la boca de la joven. Parecía que se encaminaba hasta el lugar donde se encontraban los licores, aunque en realidad su actividad era otra; su siguiente movimiento iba a ser ir en búsqueda de Is para dejarle saber a Lord Flauros que había sido receptora del mensaje y que no era el único con aquella carta bajo la manga. Logró visualizar los cabellos negros se la mujer a una distancia relativamente cerca, más allá de la pista de baile y cerca de la entrada; decidió dejar la copa en una de las charolas que portaba la servidumbre del lugar y a paso corto cruzó verticalmente por la pista de baile, aprovechando para bailar durante el atajo con nadie en específico. Una vuelta, contoneo de caderas, la albina melena danzando en el aire, sus propias manos recorriendo su figura, para cuando se encontró en el punto que quería ya tenía sobre sí la vista de varios invitados, entre ellos de la misma Is que la esperaba con una cálida sonrisa y ese brillo en los ojos que Deva conocía muy bien pues lo había visto incontables veces bajo sus sábanas.

— No esperaba encontrarte en un evento como este. — Señaló la ninfómana a Chordeva quien no pudo evitar encogerse de hombros como si quisiera evitar la respuesta. — Siempre has sabido moverte... Pero, ¿no tienes pareja?

— Sabes que soy selectiva, Is, cariño. — Chordeva le extendió la mano a la contraria para invitarla a bailar. Gustosa, Is Dahut enlazó sus finos dedos y abandonando a sus compañeros siguió a Deva hasta la pista de baile.[/code]
Chordv · F
[code] Era realmente atractivo, fornido y elegante. La lujuria apremio segundos después de verlo, bastó con imaginarlo dominándola en el lecho para que la fémina tuviera que presionar los muslos. Además de ello poseía el mismo tono de cabello, básicamente a los ojos femeninos él era un ejemplar pura sangre, valía la pena el paquete completo y agradecía realmente que no fuera un regordete ebrio como muchos otros. Lo vio hablar con alguien y dedujo enseguida que había mandado a vigilar sus pasos, en adelante tendría que actuar con cuidado pero sin dar señales siquiera de que estaba interesada en él. Si quería ser una duquesa y no una más en su cama tenía que ser él el primero en hacer cualquier movimiento. Debía desear incluirse en el juego. Así fue como la demonio tomó la mano del más atractivo de sus esbirros y se adelantó junto con él a la pista de baile donde muchos otros ya se movían al son de la música.

Tuvieron que esperar unos instantes hasta el comienzo de una nueva pieza que, para suerte de Chordeva, tenía bien marcados los ritmos y le permitió emplear un mayor movimiento de caderas. Todo su ser derrochaba sensualidad en el vaivén incesante y lento de su cuerpo, notaba la respiración agitada de su compañero de baile que apenas y podía seguirle el paso. “Ni siquiera me saciarías un poco” pensó ella al verlo de ese modo, realmente no le importaba porque no era él a quien quería después de todo. Se mordió el inferior imaginando la forma en la que Flauros la estaría viendo pero se obligó a no averiguarlo. Tenía que seguir mostrando cero interés en él, si las cosas iban bien pronto lo tendría frente a ella y entonces solamente quedaría la última parte del plan. Con suerte y culminaría en alguna habitación privada o en una nueva soberana para Malebolge.

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Chordv · F
[center] [code]“Haría cualquier cosa por ti. Cualquier cosa para evitar que te lastimen. Incendiaría ciudades enteras. Tú eres lo único que me importa.”[/center]



El sonido de los cascos de caballos retumbar contra la pedrería del lugar era todo lo que Chordeva podía oír desde su negro carruaje estilo Gran cupé redondo. Cortinas color vino cubrían la única ventana del transporte, por lo que la cortesana solamente podía adivinar cuan cerca o cuan lejos se encontraban de su destino: el palacio de Malebolge. Dicho lugar era la cede de una gran fiesta que – según había leído en la invitación – era orquestada nada más y nada menos que por Lord Flauros, el nuevo gobernador del lugar. Aquella noche la demonio había pensado dedicarla a la cacería de presas en el mundo humano, donde solía acudir tres veces por semana en búsqueda de víctimas para sus letales besos. Sin embargo, y gracias a su bien arraigada sed de poder, había visto en aquella formalidad la oportunidad perfecta para conocer a la crème de la crème y regodearse junto a ellos en búsqueda de alianzas o quizá, ¿por qué no?, de un mejor título que el heredado por su madre, una simple cortesana.

Cuando al fin se detuvo el carruaje, el cochero bajó para abrirle la puerta a la albina, quien impaciente se apresuró a descender por las pequeñas y plegables escaleras. Todo a su alrededor parecía sacado de un sueño pues la entrada estaba atiborrada de distintos seres cuya identidad era oculta por costosas y bien elaboradas mascaras que hacían juego con los hermosos trajes y vestidos que lucían; Chordeva había optado por usar el color azul oscuro en su vestido que constaba de una falda corta por la parte de enfrente pero que tocaba el suelo en la parte de atrás, sus piernas lucían unas medias negras de seda que estaban conectadas a un par de ligueros del mismo tono; el escote era pronunciado, ya que apenas cubría lo necesario para permitir a la imaginación volar, y terminaba en V justo en la parte de la espalda. Sin duda portaba una pieza hermosa pero las miradas de todos estaban puestas justamente en su máscara que, llena de diamantes, cubría la mitad superior de su rostro y la hacía ver como una felina.

Todos conocían a la demonio gracias a los asesinatos que perpetuaba con total libertad en el mundo humano y la facilidad que tenía en ir y venir del mismo. Sabía que aquello era motivo de envidia para muchos y admiración para otros pero, ¿qué se le iba a hacer?, básicamente había nacido con ese don y lo adoraba. Pertenecer a dos lugares distintos, mirar las acciones humanas consumir la tierra, alimentarse de sus almas, no podía pedir más… pero lo hacía. Apenas sus ojos se posaron en el palacio – del que solamente había oído hablar por su hermano, Satanachia – lo tuvo bien claro; quería, no, iba a vivir en ese lugar algún día. Malebolge sería su hogar y su reino pero, para ello, tenía que jugar bien sus cartas.

El que se descubriera a sí misma gracias a la máscara ayudó a que muchos demonios que solían pretenderla la ubicaran con facilidad, para cuando Cherdova estuvo en la puerta de entrada un séquito del sexo contrario ya se encontraba rondándola como buitres. Hizo gala de su coquetería y seducción para mantenerlos interesados mientras se deslizaba a través del umbral y llegaba al salón donde todos se encontraban ya bastante animados. El interior era aún más hermoso que el exterior, lo que provocó que Deva – como la llamaba su hermano cariñosamente – ardiera en ansías de sonreír por tan buen motín; claro que no lo hizo en pos de mantener ese encanto misterioso y no dar la idea equivocada a su séquito. Caminó de aquí para allá buscando el ángulo perfecto para la primer parte de su plan, su larga y suelta melena blanca se movía de acuerdo al andar femenino, siendo un arma para llamar la atención. Como mujer conocía varios trucos, dio la espalda al trono en cuanto halló el lugar perfecto y envió a uno de sus seguidores por una bebida; entonces y sólo entonces les dedicó algunas palabras amables a sus carroñeros para iniciar una charla que poco le importaba pero – si su andar había sido fructífero - serviría para terminar de adueñarse de la atención del Lord así que quería la viera animosa y consciente de su poder sobre aquellos demonios. Poco después volvió el ser con aquél encargo y Chordeva le agradeció con un movimiento leve de cabeza, levantó la bebida lo suficiente como para ver a través del cristal y una media sonrisa se formó en su rostro al ver el reflejo de su presa quien la miraba sin sospechar siquiera que a pesar de su nuevo poder era cazado por otro demonio justo debajo de sus narices. Estaba confirmado ahora, él acababa de morder el anzuelo.

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