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Great Duke of Hell, the 64th spirit.
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Chordv · F
[code]“Haría cualquier cosa por ti. Cualquier cosa para evitar que te lastimen. Incendiaría ciudades enteras. Tú eres lo único que me importa.”




El sonido de los cascos de caballos retumbar contra la pedrería del lugar era todo lo que Chordeva podía oír desde su negro carruaje estilo Gran cupé redondo. Cortinas color vino cubrían la única ventana del transporte, por lo que la cortesana solamente podía adivinar cuan cerca o cuan lejos se encontraban de su destino: el palacio de Malebolge. Dicho lugar era la cede de una gran fiesta que – según había leído en la invitación – era orquestada nada más y nada menos que por Lord Flauros, el nuevo gobernador del lugar. Aquella noche la demonio había pensado dedicarla a la cacería de presas en el mundo humano, donde solía acudir tres veces por semana en búsqueda de víctimas para sus letales besos. Sin embargo, y gracias a su bien arraigada sed de poder, había visto en aquella formalidad la oportunidad perfecta para conocer a la crème de la crème y regodearse junto a ellos en búsqueda de alianzas o quizá, ¿por qué no?, de un mejor título que el heredado por su madre, una simple cortesana.

Cuando al fin se detuvo el carruaje, el cochero bajó para abrirle la puerta a la albina, quien impaciente se apresuró a descender por las pequeñas y plegables escaleras. Todo a su alrededor parecía sacado de un sueño pues la entrada estaba atiborrada de distintos seres cuya identidad era oculta por costosas y bien elaboradas mascaras que hacían juego con los hermosos trajes y vestidos que lucían; Chordeva había optado por usar el color azul oscuro en su vestido que constaba de una falda corta por la parte de enfrente pero que tocaba el suelo en la parte de atrás, sus piernas lucían unas medias negras de seda que estaban conectadas a un par de ligueros del mismo tono; el escote era pronunciado, ya que apenas cubría lo necesario para permitir a la imaginación volar, y terminaba en V justo en la parte de la espalda. Sin duda portaba una pieza hermosa pero las miradas de todos estaban puestas justamente en su máscara que, llena de diamantes, cubría la mitad superior de su rostro y la hacía ver como una felina.

Todos conocían a la demonio gracias a los asesinatos que perpetuaba con total libertad en el mundo humano y la facilidad que tenía en ir y venir del mismo. Sabía que aquello era motivo de envidia para muchos y admiración para otros pero, ¿qué se le iba a hacer?, básicamente había nacido con ese don y lo adoraba. Pertenecer a dos lugares distintos, mirar las acciones humanas consumir la tierra, alimentarse de sus almas, no podía pedir más… pero lo hacía. Apenas sus ojos se posaron en el palacio – del que solamente había oído hablar por su hermano, Satanachia – lo tuvo bien claro; quería, no, iba a vivir en ese lugar algún día. Malebolge sería su hogar y su reino pero, para ello, tenía que jugar bien sus cartas.

El que se descubriera a sí misma gracias a la máscara ayudó a que muchos demonios que solían pretenderla la ubicaran con facilidad, para cuando Cherdova estuvo en la puerta de entrada un séquito del sexo contrario ya se encontraba rondándola como buitres. Hizo gala de su coquetería y seducción para mantenerlos interesados mientras se deslizaba a través del umbral y llegaba al salón donde todos se encontraban ya bastante animados. El interior era aún más hermoso que el exterior, lo que provocó que Deva – como la llamaba su hermano cariñosamente – ardiera en ansías de sonreír por tan buen motín; claro que no lo hizo en pos de mantener ese encanto misterioso y no dar la idea equivocada a su séquito. Caminó de aquí para allá buscando el ángulo perfecto para la primer parte de su plan, su larga y suelta melena blanca se movía de acuerdo al andar femenino, siendo un arma para llamar la atención. Como mujer conocía varios trucos, dio la espalda al trono en cuanto halló el lugar perfecto y envió a uno de sus seguidores por una bebida; entonces y sólo entonces les dedicó algunas palabras amables a sus carroñeros para iniciar una charla que poco le importaba pero – si su andar había sido fructífero - serviría para terminar de adueñarse de la atención del Lord así que quería la viera animosa y consciente de su poder sobre aquellos demonios. Poco después volvió el ser con aquél encargo y Chordeva le agradeció con un movimiento leve de cabeza, levantó la bebida lo suficiente como para ver a través del cristal y una media sonrisa se formó en su rostro al ver el reflejo de su presa quien la miraba sin sospechar siquiera que a pesar de su nuevo poder era cazado por otro demonio justo debajo de sus narices. Estaba confirmado ahora, él acababa de morder el anzuelo.

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