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Great Duke of Hell, the 64th spirit.
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Chordv · F
[code]La espera le supo eterna pero valió completamente la pena en el instante en el que lo tuvo cerca. Había una especie de magnetismo entre sus cuerpos ya que a pesar de tener a la incrédula de Is en medio de ambos algo la impulsaba a pegarse aún más, a quedar unida al demonio de porte galante y mirada profunda; Chordeva juraba que podía ver reflejado un futuro estupendo en las orbes que la devoraban sin ocultarlo no un poco. Casi se sintió celosa de la intrusa a pesar de saber muy bien que tenía el juego más que ganado pues ya se encontraban en la recta final y a pequeños pasos del tan ansiado premio, a partir de eso tendría que jugar otra partida para permanecer en el lecho del Duque eternamente y ser la única. Aquello la calmó un poco, sí... Dahut podía disfrutar de ese momento pues posiblemente sería el último intervalo que compartiría tan cerca de Flauros. De pronto una corriente extraña la sacó de sus cavilaciones y se encontró con la respuesta afirmativa a los pensamientos que pretendían calmarla: él la tocó. La tocó y las chispas se hicieron presentes. No había duda ya, la atracción era real.

Ese demonio tenía que ser suyo. Sí o sí.

Siguió danzando atenta a las palabras que él soltaba pero ninguna logró ponerla a la defensiva ni hacerle sentir el pequeño mal trago que el tacto había dejado atrás; al contrario, sonrió con picardía y se acercó aún más al cuerpo de la demonio haciendo así que sus pechos se apretujaran irremediablemente contra los contrarios. Chordeva gozaba de un buen cuerpo que fácilmente podía competir con el de Is, exudaba sensualidad y cierto aire de superioridad que había logrado despertar la envidia de las féminas, sin embargo y pese a todo eso algo que siempre admiró de su amante era la capacidad que tenía para no sentirse intimidada y para — maldita sea — tener una agilidad sorprendente en la cama. Deva sabía que si se jugaba el todo por el todo con Flauros seguramente la pobre futura ex amante quedaría desconsolada pues, por lo que se veía, ella los disfrutaba demasiado a ambos, al grado de no pensar siquiera en la posibilidad de no entrar en la ecuación. Como si estuviera segura de que ellos se concentraría únicamente en ella, que era el centro de atención. Así se lo confirmó en cuanto se aferró al vestido de la demonio albina.

— Es Chordeva... — Respondió la pelinegra con dificultad, presa de la respiración entrecortada que proseguía a la excitación. — Y él es Flauros...

¡Oh, deliciosas caricias! Deva casi no le prestó atención a la presentación pues su mente se hallaba creando ya varios escenarios donde él la tocaría justo como en ese momento, solo que en distintas partes del cuerpo. A pesar de ser un demonio, no poseía manos rasposas al igual que el hermano de Chordeva, incluso parecía que su tacto estaba hecho para ella que se presumía una muñeca de porcelana con la que se debía tener cuidado... Al menos hasta que la fiereza gatuna saliera a la luz. Un poco cursi sería decir que estaban hechos el uno para el otro pero quizá así era.

— Es un placer. Lord Flauros. — Dijo su nombre con tal lentitud y respeto que parecía estar acariciando cada letra con la lengua antes de permitirle salir. — Enhorabuena por su nuevo título.

Como muestra de felicitación la fémina llevó una de las manos de Flauros hasta sus labios y besó el torso de la misma. Sus ojos se cerraron un instante en el que parecía que las largas pestañas de la mujer le acariciaban la piel debido a lo largas que eran, pretendió hacer un gesto amable por unos segundos más cuando, de pronto, bis párpados se levantaron y clavo la mirada en los ojos ajenos mientras sus labios recorrían el largo de la diestra masculina hasta llegar a la punta de los dedos, el premio de ese instante.
Chordeva se aseguró de que Is Dahut no pudiera ver absolutamente nada, a pesar de haber tenido que estirarse demasiado para que su rostro quedara casi oculto. ¿Creían que el hecho de que se le repegara era por simples ganas? No, ya lo venía pensando desde instantes atrás.

Sin esperar ni un segundo más comenzó a lamer la punta del índice de Flauros para después succionarlo suavemente en repetidas ocasiones. No dejó de verlo no un solo segundo, activando así su siguiente movimiento y haciéndole ver que sabía que él jugaba tanto como ella; dejó ir el dedo de pronto y observó gustosa un delicado hilo de saliva que conectaba este con sus labios antes de agregar:

— Me gustaría presumir de mis dotes y decir que soy yo de la que habla pero sabe lo que dicen de las habladurías y... Bueno, yo supongo usted se basa en el principio básico, de lo contrario no estaría aquí.

Y mordiéndose el inferior levemente le soltó la mano para deslizar su propio índice por sus labios humedecidos, cortando así el hilo anteriormente mencionado.

— Hasta no ver, no creer... Querido Duque.[/code]
 
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