Guerrero, Guardian, Santo del Valor, Herrero y Padre de una Princesita ¿Acaso no soy agradable?
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RiderDiethel · F
RiderDiethel thinks you are Charming.
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Se sumió en la oscuridad de sus recuerdos, salto de uno en uno hasta llegar a su nacimiento, un día oscuro, marcado por la sangre y el pecado de muchos.
Hasta hace unos años atrás no estuvo segura si este era un sueño o un verdadero recuerdo, sin importar que, era el recuerdo más recurrente que le asaltaba, pues hasta la fecha no volvió a ver el rostro de su padre. De vez en vez abriría los ojos dejando escapar de entre sus labios jadeos suaves y apenas audibles.
—Sílfi…des … y .. Céfiros …
Alcanzo a sonreír de forma imperceptible mientras se obligaba a continuar.
—Os invo… co.
Gesticulo con dificultad desvaneciéndose nuevamente. Las Sílfides y Céfiros abrían ‘’aparecido’’ entre el aire, cada ser manipulo el preciado elemento, de forma que fuesen de ayuda para el varón, las ráfagas fueron más constantes, les impulsaban y al mismo tiempo les sostenían, parecía que los cielos respiraban por primera vez en mucho, vibraban con una impresionante alegría, excesiva para la ocasión, pero estaba ‘’felices’’, así fuese un instante abrían conocido a su ‘’Madre’’. No era extraño que las pequeñas no emitieran palabras, tan solo silbaban en una tonada única y dramática, probablemente él tampoco podría verlos, ellas/os eran recelosos, pero a saber. Se limitaron a hacer su trabajo, les acompañaron hasta el castillo donde probablemente más de un guerrero, santo o anciano les esperaba.
Ahí estaba ella, recién nacida, en los brazos de su madre, un lucero bermejo y bello a quien le vio respirar su ultimo aliento, a quien le vio sonreír e igualmente le vio desvanecerse, y luego estaba su padre, Ranfael, quien no tuvo tiempo de llorar a su amada, Él debía salvar a su hija de los pecados de su hermana Radka. ¿Cómo salvarla de las garras de la oscuridad? ¿Cómo salvarla del ejercito que aguardaba a las afueras del lugar sagrado? ¿Cómo ocultar a la futura Divinidad donde Radka nunca la encontrase? Cada pregunta tenia un punto en común: El Exilio. No tuvo tiempo de meditar, las ancianas del lugar santo le secundaron pese a que en aquellas tierras no existía el retorno para los de su especie, solo la muerte, la muerte eterna. Las ancianas abrían reprimido la Divinidad que habita en ella y su padre le abría quitado su cobijo, ‘’desconociéndola’’.
—Tu nombre será Vannui, mirad pequeña mía que os envío a dar frutos, que vuestros frutos os den libertad, que vuestra libertad os lleve a mis brazos. Pero debéis saber que vuestro padre no cesara en encontrar una forma de elevarte a los cielos. Os consagro en alma y espíritu para el servicio de nuestro Creador quien me permitió tan precioso tesoro. Me despido con pesar, hoy perdí una batalla, pero nada se compara con la perdida de mis dos amadas.
Lo ultimo que escucho fue la voz de su padre, lo ultimo que vio fue un rostro sufrido, cansado y adolorido, podría incluso decirse que el miedo era reflejado en los bellos ojos azules de su padre, una dolorosa que le despidió antes de ser entregada a la eterna oscuridad: El Albañal (bajo astral).
—Tu nombre será Vannui, mirad pequeña mía que os envío a dar frutos, que vuestros frutos os den libertad, que vuestra libertad os lleve a mis brazos. Pero debéis saber que vuestro padre no cesara en encontrar una forma de elevarte a los cielos. Os consagro en alma y espíritu para el servicio de nuestro Creador quien me permitió tan precioso tesoro. Me despido con pesar, hoy perdí una batalla, pero nada se compara con la perdida de mis dos amadas.
Lo ultimo que escucho fue la voz de su padre, lo ultimo que vio fue un rostro sufrido, cansado y adolorido, podría incluso decirse que el miedo era reflejado en los bellos ojos azules de su padre, una dolorosa que le despidió antes de ser entregada a la eterna oscuridad: El Albañal (bajo astral).
Hasta hace unos años atrás no estuvo segura si este era un sueño o un verdadero recuerdo, sin importar que, era el recuerdo más recurrente que le asaltaba, pues hasta la fecha no volvió a ver el rostro de su padre. De vez en vez abriría los ojos dejando escapar de entre sus labios jadeos suaves y apenas audibles.
—Sílfi…des … y .. Céfiros …
Alcanzo a sonreír de forma imperceptible mientras se obligaba a continuar.
—Os invo… co.
Gesticulo con dificultad desvaneciéndose nuevamente. Las Sílfides y Céfiros abrían ‘’aparecido’’ entre el aire, cada ser manipulo el preciado elemento, de forma que fuesen de ayuda para el varón, las ráfagas fueron más constantes, les impulsaban y al mismo tiempo les sostenían, parecía que los cielos respiraban por primera vez en mucho, vibraban con una impresionante alegría, excesiva para la ocasión, pero estaba ‘’felices’’, así fuese un instante abrían conocido a su ‘’Madre’’. No era extraño que las pequeñas no emitieran palabras, tan solo silbaban en una tonada única y dramática, probablemente él tampoco podría verlos, ellas/os eran recelosos, pero a saber. Se limitaron a hacer su trabajo, les acompañaron hasta el castillo donde probablemente más de un guerrero, santo o anciano les esperaba.
N1559333 · 26-30, F
bien su rostro, pero el aura de aquel hombre no parecía ser amenazante, la idea de acercarse hasta él se apoderó de la mente de la menor, pero antes de que pudiera hacerlo, desde el otro extremo el matrimonio Birdwhistle salió de entre los árboles, solo para encontrarse con aquel desconocido armado.‒
¿Has sido tú quien hizo esto?
¿Quien eres?
‒Preguntaron ambos paladines, con aire tranquilo, pero a la vez preparados para todo, la mirada de Morgan se fijó en la figura el desconocido, manteniendo una distancia prudente entre ambos. Nanna no sabía que hacer, después de todo había desobedecido a sus padres, pero a ese punto ya no valía la pena regresar a casa, además, la mirada de su madre, sorpresivamente, no se encontraba sobre el individuo de cabellos platinados, sino sobre el lugar donde ella se encontraba, parecía incluso saber que estaba ahí... no, realmente lo sabía y por ello, esconderse ya no servía e nada, a paso lento salió de detrás del árbol donde se encontraba y al igual que sus padres, se mantuvo alejada, en silencio y observando al sujeto aquel con mucha curiosidad, el que una sola persona pudiese hacer tanto daño al lugar decía mucho de la misma, su poder debía ser impresionante, pero al mismo tiempo, su aura y su presencia se sentían pacíficas, poco amenazadoras, incluso tenían cierta familiaridad y este hecho atraía a la pequeña rubia, quien se dio cuenta ya muy tarde que se había acercado varios pasos más hacia él.‒
No pareces ser una mala persona...
¿Has sido tú quien hizo esto?
¿Quien eres?
‒Preguntaron ambos paladines, con aire tranquilo, pero a la vez preparados para todo, la mirada de Morgan se fijó en la figura el desconocido, manteniendo una distancia prudente entre ambos. Nanna no sabía que hacer, después de todo había desobedecido a sus padres, pero a ese punto ya no valía la pena regresar a casa, además, la mirada de su madre, sorpresivamente, no se encontraba sobre el individuo de cabellos platinados, sino sobre el lugar donde ella se encontraba, parecía incluso saber que estaba ahí... no, realmente lo sabía y por ello, esconderse ya no servía e nada, a paso lento salió de detrás del árbol donde se encontraba y al igual que sus padres, se mantuvo alejada, en silencio y observando al sujeto aquel con mucha curiosidad, el que una sola persona pudiese hacer tanto daño al lugar decía mucho de la misma, su poder debía ser impresionante, pero al mismo tiempo, su aura y su presencia se sentían pacíficas, poco amenazadoras, incluso tenían cierta familiaridad y este hecho atraía a la pequeña rubia, quien se dio cuenta ya muy tarde que se había acercado varios pasos más hacia él.‒
No pareces ser una mala persona...
N1559333 · 26-30, F
♗Flαѕнвαcк: Nσѕ νιмσѕ ρσя ρяιмεяα νεz.♝
Padre, madre ¿Por qué no me dejan ir con ustedes? Mi entrenamiento casi termina, puedo serles de utilidad
‒Mencionó la joven con insistencia, al pie de las escaleras de su hogar, frente a ella, un hombre y una mujer, se ataviaban apresuradamente con sus trajes de combate, pesados ropajes de grueso cuero y con metal cubriendo las zonas más importantes de sus cuerpos, apenas dirigiéndole una mirada a aquella chica de apenas 14 años.‒
No es momento, Nanna, tienes que esperar aquí, regresaremos.
‒Fue lo único que Morgan, el padre de la joven, respondió y tras aquellas palabras, se acercó hacia su pequeña y de manera afectuosa acarició sus cabellos, tras ello, tanto él como su esposa Mistra cargaron sus respectivas armas y salieron corriendo, dejando el hogar y a su hija en él ¿Que había pasado? Ninguno estaba seguro, hasta aquel momento la tranquilidad había reinado por bastante tiempo, las fuerzas del mal parecían haberse replegado, aunque eso no siempre significaba algo bueno, los ataques podían llegar de un momento a otro y por ello, aquella familia siempre vivía vigilando, esperando el momento de actuar. Por ello fue que cuando algo impactó de la nada en medio del bosque, algo provenido del cielo y cuya caída generó un ensordecedor estruendo y una onda de energía que hizo cimbrar la tierra, fue inevitable que aquellos dos paladines emprendieran la carrera para averiguar exactamente que era lo que había pasado. Sin embargo Nanna no estaba tranquila, pese a que sus padres la habían entrenado desde muy pequeña, parecía que aún no confiaban lo suficiente en ella como para dejarla acompañarlos ¿Es que la consideraban tan débil? A pesar de haber demostrado su gran habilidad y fortaleza en batalla, parecía que para ellos no era suficiente.
¿Pero por qué? Su mirada siguió las figuras de sus padres mientras permanecía en el umbral de la puerta, hasta que estas finalmente se perdieron entre los árboles, sentía la incertidumbre alojarse en su pecho siempre que salían, pues no sabía si aquella sería la última vez que los vería. Durante unos minutos todo estuvo en calma, había tanto silencio que la rubia podía escuchar los latidos de su propio corazón, acelerado por la situación. Por un momento, el volver adentro y esperar fue su plan, pero apenas giró fue incapaz de dar un solo paso más ¿Era correcto dejar que su familia afrontara las amenazas sola? Ella también sería, tarde o temprano, una guerrera como ellos, su vida entera, pese a ser corta hasta aquel momento, se había dedicado por completo a prepararse para ello, ser hecha a un lado de esa manera, aún cuando fuese para protegerla según las palabras de sus progenitores, no era algo que le hiciera feliz, tomando todo su valor, decidió desobedecer por primera vez y tras tomar sus dagas, las armas con las que más cómoda se sentía, emprendió la carrera por el camino que habían seguido los paladines mayores. Durante un rato no encontró nada, deambuló los frondosos árboles, cuyas hojas caían cual lluvia de colores cobrizos, típicos de la estación en la que se encontraban, la luz del atardecer teñía todo de un tono rojizo, cálido, pero gradualmente se iba oscureciendo cada vez más, la noche caía cual velo de seda oscura mientras el sol se perdía en el horizonte, lanzando sus últimos rayos dorados, Nanna estaba segura de que había seguido el mismo camino de sus padres, entonces ¿Por qué no se los encontraba aún? Había corrido lo bastante rápido como para al menos verlos en la lejanía, la única explicación que podía encontrar era que tal vez se había desviado un poco, posiblemente alguna vuelta en falso que la había llevado por un sendero diferente, más ello no detuvo su andanza, al contrario, seguía avanzando como si tuviese un camino fijo el cual seguir, tenía una especie de presentimiento, como si algo le dijese en su interior que pronto daría con cualquier cosa.‒
Tal vez solo estoy dando vueltas en círculos...
‒Pensaba que sería el colmo que se perdiera, pero entonces, justo cuando pensaba que debía dar la vuelta y regresar, al salir de entre algunos arbustos se encontró de frente con un claro, a medio iluminar por el sol que aún quedaba, a simple vista, parecía ser un valle cualquiera, pero entonces se dio cuenta de que justo en medio del lugar, un cráter gigantesco se extendía, invadiendo el paisaje, era como si algo enorme hubiese impacto justo ahí, con tal fuerza que hundió la tierra, incluso la onda expansiva había derribado algunos árboles en el borde de la ladera.‒
¿Pero que...? ¿Que pudo haber hecho tal desastre aquí?
‒Cuestionó, pero antes de que pudiese acercarse, una figura emergió de aquel gran agujero, un hombre ataviado con una resplandeciente armadura, antes de que la viese, ocultó su figura detrás de un gran tronco y desde ahí lo observó ¿Quien podría ser? Desde aquell
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Dijo con un deje de melancolía.
—Fue una virtud en el pasado, él, al igual que yo no fuimos hechos para ser dignos representantes de una batalla, pero puedo decirte que aún era muy joven, no era poderoso.
Hizo una pausa observando el cadáver y todo lo que el Santo hacía, siguió cada movimiento con más interés de lo normal, hasta dicho momento no se inmuto, más cuando la espada atravesó el impuro corazón algo en ella se quebró, un dolor profundo y punzante atravesó su carne, no era de extrañar, la carne de su carne había sido destruida. Vannui era diferente a cualquier tipo de ser alado, en ella existía la más sincera misericordia, ante sus ojos la salvación era valida para todos; era conocida por interceder por los demás, normalmente no se equivocaba, normalmente salvaba vidas del fuego eterno, por lo que ver o destruir a un ser le causaba un dolor infinito y más aún si este era uno de los suyos. No dijo nada, observo las cenizas esparcirse, ni siquiera ellas eran dignas, todo lo que tocaron pereció, pero eso no le preocupo, sus pequeños sirvientes sanarían el bosque más adelante.
Ahora le podía ver con mayor claridad, dirigió sus pupilas a su hombro, este que de momento tembló ante el tacto de él; ella no lo sabía, pero era una preciosa escultura andante, de tersa y blanca piel cual mármol reluciente, de carnosos rosados labios, de orbes turquesa, de risos color bermejo, aquella exquisita pieza única de arte paso saliva al comprender de lo que él hablaba, la muerte en la tierra no era eterna para los de su especie, pero si incomoda y dolorosa. Sosteniendo aquella mirada replicó.
— Vannui, Divinidad de Virtudes y elementales, hija del Arcángel Rafael, Divinidad de la creación, de los milagros y la sanidad. La protegida de la casa Kovacs esta ante vos.
Hizo una pausa y continuo.
—Voy al castillo Kovacs.
No le agradeció, Vannui había olvidado como interactuar, hacia años que no pisaba la tierra, por lo que cualquier tipo de interacción le parecía extraña; confundida, se hallaba confundida, tan pronto y su instinto de supervivencia volvió a ceros… el idioma, el clima, la gravedad, los sonidos, incluso su propia voz la oprimieron de tal forma que se obligó a cerrar los ojos tratando de controlar los insistentes mareos. No era extraño, para ellos estar lejos del creador les resultaba tormentoso, más aún en tierras donde se supone cohabitaba el infierno, pero quizá eso no era lo único que le agobiaba, sino una astilla de buen tamaño que atravesando su ala diestra logro penetrar la piel de su espalda, la estaba envenenando. Se obligo a continuar.
—Debemos … Aaah … ¿Por qué me siento tan diferente….?
Gimió con la vista nublada mientras voz se apagaba cual faro de luz.
—Debemos llegar antes de que alguien más … ter-mi-ne lo que… empezó …
Concluyo desvaneciéndose.
—Fue una virtud en el pasado, él, al igual que yo no fuimos hechos para ser dignos representantes de una batalla, pero puedo decirte que aún era muy joven, no era poderoso.
Hizo una pausa observando el cadáver y todo lo que el Santo hacía, siguió cada movimiento con más interés de lo normal, hasta dicho momento no se inmuto, más cuando la espada atravesó el impuro corazón algo en ella se quebró, un dolor profundo y punzante atravesó su carne, no era de extrañar, la carne de su carne había sido destruida. Vannui era diferente a cualquier tipo de ser alado, en ella existía la más sincera misericordia, ante sus ojos la salvación era valida para todos; era conocida por interceder por los demás, normalmente no se equivocaba, normalmente salvaba vidas del fuego eterno, por lo que ver o destruir a un ser le causaba un dolor infinito y más aún si este era uno de los suyos. No dijo nada, observo las cenizas esparcirse, ni siquiera ellas eran dignas, todo lo que tocaron pereció, pero eso no le preocupo, sus pequeños sirvientes sanarían el bosque más adelante.
...
Ahora le podía ver con mayor claridad, dirigió sus pupilas a su hombro, este que de momento tembló ante el tacto de él; ella no lo sabía, pero era una preciosa escultura andante, de tersa y blanca piel cual mármol reluciente, de carnosos rosados labios, de orbes turquesa, de risos color bermejo, aquella exquisita pieza única de arte paso saliva al comprender de lo que él hablaba, la muerte en la tierra no era eterna para los de su especie, pero si incomoda y dolorosa. Sosteniendo aquella mirada replicó.
— Vannui, Divinidad de Virtudes y elementales, hija del Arcángel Rafael, Divinidad de la creación, de los milagros y la sanidad. La protegida de la casa Kovacs esta ante vos.
Hizo una pausa y continuo.
—Voy al castillo Kovacs.
No le agradeció, Vannui había olvidado como interactuar, hacia años que no pisaba la tierra, por lo que cualquier tipo de interacción le parecía extraña; confundida, se hallaba confundida, tan pronto y su instinto de supervivencia volvió a ceros… el idioma, el clima, la gravedad, los sonidos, incluso su propia voz la oprimieron de tal forma que se obligó a cerrar los ojos tratando de controlar los insistentes mareos. No era extraño, para ellos estar lejos del creador les resultaba tormentoso, más aún en tierras donde se supone cohabitaba el infierno, pero quizá eso no era lo único que le agobiaba, sino una astilla de buen tamaño que atravesando su ala diestra logro penetrar la piel de su espalda, la estaba envenenando. Se obligo a continuar.
—Debemos … Aaah … ¿Por qué me siento tan diferente….?
Gimió con la vista nublada mientras voz se apagaba cual faro de luz.
—Debemos llegar antes de que alguien más … ter-mi-ne lo que… empezó …
Concluyo desvaneciéndose.
oe1558294 · F
oe1558294 thinks you are Charming.
NobaraKugisaki · F
NobaraKugisaki thinks you are Charming.
AlexisMaxwell · M
Claro que si, te lo demostrare
AH1516995 · 36-40, F
Luccho no recuerdo a ningun lucho
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