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Año 30,000 Mes 1, Día 4.

Habían pasado apenas tres días desde la celebración de un nuevo milenio y el festival continuaba en las vastas tierras de la Ciudad de Shahees'ra en el Dominio del Sol. Una cosecha próspera y grandes avances tecnológicos habían llevado a una gran alegría en el pueblo de los Hijos de Ra.
Sin embargo, curiosamente, con el paso del milenio era más común para ese Imperio del Panteón de las arenas infinitas que se filtraran visitantes ya fuese fuera o dentro de la ciudad, y es en un momento así donde nos encontramos.
 
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Agares1581086 · 36-40, M
Ante el regalo de la Katana, una sonrisa cálida se hizo presente, tomó aquella espada y lentamente desenfundó esta notando el brillo del sol sobre su filo, se notaba encantado, añadiendo de este modo. — Es un hermoso regalo, he de admitir que he visitado Terra más de una vez por medio de las Líneas Ley de vuestro mundo. Sus culturas diversas, sus comidas, y la distribución de vuestro mundo es fascinante. No es coincidencia que la estrella de Ra, el Sol, os bendiga. —
Agares1581086 · 36-40, M
— Si bien el pueblo de Egipto de vuestra tierra es nada más y nada menos una reliquia de leyendas del pasado sobre esos cómo yo. Los hijos del sol continuan viviendo aquí, en otra parte del cosmos. — O al menos eso le había explicado Thoth, cuando era más joven, era interesante saber que esa civilización como la propia había nacido y muerto ahí en una distanía de más de tres mil años. Sin embargo cerrando sus ojos y sonriendo terminó de decir el Monarca. — No sé cómo podéis haber llegado desde Terra hasta acá, hemos decidido solo observarles en silencio, y evitar que ciertas amenazas foráneas les alcancen, he visto que ya tienen suficiente matándose el uno al otro.

En ese instante devolvió la profunda mirada al nipón y susurró. — Sin embargo casi todos los viajeros que llegan aquí lo hacen por algún motivo, Amakatsu ¿Hay alguna respuesta que busquéis más allá del Sol Naciente? Quizá aquí podáis encontrar la respuesta. —
Agares1581086 · 36-40, M
Lo suficientemente alto para que el pueblo me vea, pero no lo suficientemente alto cómo ser un blanco fácil para mis enemigos. — Dijo aquello con una sonrisa, y soltó una pequeña carcajada ante los modismos de aquel, la verdad es que le llamaba la atención, sin duda entendía porqué Eheb lo había tachado de misterioso, pero más que eso sabía perfectamente que este escondía algo interesante, y los ojos e instintos de Agares, o mejor conocido como Horakthy podrían captarlo. Luego de esas pequeñas palabras se dedicó a analizar las de él, tomando una uva de aquel platón y comiendo una verde esta vez para saborear la textura de la deliciosa fruta.


Claramente que sé dónde nos encontramos, Akamatsu. Este es el Dominio del Sol, más allá de las fronteras de Terra, ese lugar de dónde venís. En dicha tierra alguna vez existió algo llamado el "credo egipcio", en otras palabras la Ennead.
Añadió mirándole a los ojos. [i]— En otras palabras, esos nunca fueron mitos. —[/i
User1579713 · 22-25, M
postura de mirarle desde soslayo, una protocolar reverencia que le daría a alguna anciana por darle hospedaje y prosiguió, sin ser del todo vulgar ya que le imitó en su postura de cuclillas, como si fuesen dos aves empollando hasta que fuese verdaderamente necesario erguirse.]

Seh.

Soy Akamatsu, un gustazo.

¿Sabe donde diantres estamos? La doncella me dijo que esto era no sé que de no sé que del sol, yo vengo de donde nace el sol ¿entiende? Me gustaría saber como tomarme el metro para volver a mi mundo, dejé una partida de Mario Kart a la mitad y me gustaría terminarla.

[ La verdad era esa, y no sabía como disimularla. Aunque estaba un poquito rojo en sus mejillas por haber sido halagado tantas veces, pero de todas maneras no quería bajar la guardia. ]

Le traje una katana de regalo, por cierto.
User1579713 · 22-25, M
[ "¡¡¡MALDITA SEA TRES DÍAS SIN PODER FORNICAR CON MUJERES!!!" Profesó mientras se ponía de pie, hermético y sobrio al erguirse. Negando contacto visual con la musa, rechazando la amabilidad de los caballeros, era un orgulloso espadachín del Imperio Nipón, nada les debía y ellos tampoco, pero mejor que le rindan pleitesía. Midiendo un metro con sesenta, se mantenía muy pequeño en comparación a los altos presentes, sin embargo pocos dirían que no albergaba esa figura una extraña función militar. Su espada, si es que no la habían tomado, seguiría enfundada y arrojada en la esquina del lugar, como muestra de que venía en paz. ]

Así que es usted, pensé que era mas alto.

[ Primero que nada, al ver a un varón mucho más alto, agraciado y noble se sintió vulnerado, así que quería demostrar que no se dejaba amedrentar por ningún tipo de rey sexy y vulnerable, así que primero bebió el vino (que estaba muy bueno, demás está decir) y luego prosiguió acusándole con la mirada desde su cómoda
Agares1581086 · 36-40, M
Eheb me ha contado que sois un hombre misterioso. — Susurró con serenidad, mientras sentía el aroma del vino llegar a sus fosas nasales, ondeando con levedad su caliz para sorber del mismo. — Pero vuestras marcas y disciplinas hablan de guerra y batalla. Mi nombre es Horakthy III del Reino del Sol. Y es un gusto poder conoceros.

No había premura en sus palabras, cada una de ellas era extremadamente calculada y calmada, y entonces cuando sus dedos bajaron la copa en el suelo que se encontraba frente a la almohada donde estaba sentado decidió por educación, descubrir su rostro y mostrarle una cálida sonrisa, sus ojos con pupilas obscuras rodeadas de aros dorados que parecían cambiar de tono con el sol le observaron, y algunos rayos del astro rey penetratron a través de aquel toldo de delgado grosor. — Espero hayáis disfrutado de nuestra amabilidad hasta el momento.
Agares1581086 · 36-40, M
Asímismo y con calma, una de esas musas se habría apurado a traer un tazón de oro con varios detalles en rubí y zafiros reales donde traía una mezcla de uvas verdes y obscuras. Acompañado de esto, el muso trajo con velocidad un caliz dorado con inscripciones en un lenguaje antiguo aparentemente lleno de vino, sintiéndose el fresco dulzor y aroma de este, mientras la figura vestida completamente de blanco se sentó al lado de aquel hombre, rozando quizá en esa forma los 1.90, mientras el musculado y tonificado moreno con piel dorada y brillante por el sol de aquel dominio, se acuclillaba al lado del guerrero, dejándole suficiente espacio entre ambos, respetando ese espacio personal.
Agares1581086 · 36-40, M
Dos musas y un muso del lugar hacían algo de viento al muchacho con grandes abanicos, no eran esclavos sin embargo, no llevaban collares o atuendos que lo hicieran parecerlo, pero definitivamente tampoco estaban hechos para el laburo pesado o guerra, su labor era sin duda otra.

Cuando de repente así los tres hicieron una amplia reverencia, y de ese modo la sombra de una figura alta cayó por sobre la espalda de Amakatsu, reflejándose así en el suelo frente a él, ya que la luz del sol caía a sus espaldas a pesar del toldo hechizo que le daba algo de sombra, de ese modo una voz calmada pero profunda se hizo presente simplemente profiriendo. — Veo que Eheb os ha tratado a la perfección guerrero de otros lares, las Arenas Infinitas tienen muchos secretos de antaño, y en ocasiones aquí o más allá en el cosmos existen asuntos con los que yo debo lidiar frente a frente.

Agares1581086 · 36-40, M
Ante las palabras de aquel viril y musculado soldado, la mujer soltó una pequeña risa, cubriendo sus labios morenos para así susurrar con una voz suave y sedosa. — Al final habéis hablado ¿Mmm? — La muchacha sonrió con calma y susurró así. — Me preguntaba por cuánto tiempo esa facha de hombre misterioso duraría, aunque claro, si alargaseis vuestra estadía estoy segura que yo y mis musos y musas podremos saber más de vuestras aventuras. — Las palabras eran genuinas y probablemente lo eran, aquella mujer si bien sirviente de la nobleza de aquel dominio, no era tampoco alguien normal, sus mañas y carisma le proveían a sus patronos una enorme cantidad de información constante, y Eheb era sin duda bastante comprometida y desenvuelta cuando se trataba de conseguirla.

Sin embargo, extraño fue el hecho de que Amakatsu no obtuvo una respuesta de parte de la mujer quien se llevaba esa ofrenda dulce, con pasos silentes para aquellos que notasen esos ínfimos detalles.
User1579713 · 22-25, M
solo abrió sus ojos con gran honor, dejando ver esas facciones casi desinteresadas y falsas, que le daban una imagen estoica. ]

Me gustaría saber cuanto tiempo más tendré que aguardar aquí. Akamatsu el Invencible no es cualquier buen vecino, señorita. No tengo hambre, pero gracias. Estoy listo para ver al monarca. Tsk.

[ "¡¡¡¡¡TE AMOOOOOOOO CASATÉ CONMIGO!!!!" Reflexionó en el absoluto de los espasmos pervertidos que tenía, simulado perfectamente con el temple de un samurai. ]

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