En los subterráneos lares de la antigua necrópolis construída bajo las ruinas de la pirámide principal, cual fuese tumba de los avatares de anteriores monarcas, solían caminar los sacerdotes de Osiris, y los agentes de Anubis, con gracil calma y expectativa, casi nunca nada sucedía allí, al menos no a ojos del público, ya que en las partes más profundas de estos guardados y misteriosos lugares se encontraban los cuerpos momificados de antiguos nobles de sangre y guerreros importantes, y claro los portales principales a algunas dimensiones extrañas e inexploradas.
En ese instante cuando llegaron a las alturas quizá pudo aquella hechicera comprender que ya no estaban siendo asechados ni perseguidos. Setesh sonrió malicioso a pesar de aquella mordida en su pie acotando de ese modo.
— Menos mal que el yo real escapó por otra de las entradas. —
Y en ese momento quizá Katya recordaría cuando él creó una de las tantas ilusiones, aparentemente ella había escapado con una de ellas, de hecho lentamente el muchacho frente a ella se desmoronó como si fuese hecho de arena, y a unos quinientos metros emergería el verdadero Setesh con aquel preciado escarabajo detrás de una roca, saludando desde la lejanía.