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Día 6 del Mes 5, año 30,000 después de la batalla de Apophis.

Antiguas ruinas del Templo de Apophis.
Los pasos de diversos soldados de Ra se escuchaban en las ruinas de aquel horrible templo que alguna vez albergó a los seguidores de Apophis, uno de tantos recintos dónde alguna vez los seguidores de la gran serpiente del fin estuvieron intentando traer a su avatar fuera de aquel encierro cósmico, por lo que era prohibido para habitantes y visitantes entrar a los templos de aquella criatura que traía el fin consigo.
 
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Agares1581086 · 36-40, M
— Mermaremos la obscuridad existente en este templo maligno, y el intruso que nos ha hecho poner en este templo del Mal sin duda deberá responder por sus acciones. —

Admitió el varón con potencia, dejando que su voz hiciese eco en la obscuridad de pasillos llenos de huesos y tumbas desecradas, la visión era terrible, pero la luz cubría los alrededores, dejando que los guerreros antes sin esperanza se sintiesen fuertes de nuevo y listos para luchar. Sin embargo el propio Agares/Horakthy se encontraba dudoso, no entendía la razón de que alguien entrase así, y el no entender para alguien que siempre anhelaba conocimiento era quizá algo que causaba confusión en su ser. Deseaba encontrar a esa sombra obscura y obtener las respuestas que merecía.
Agares1581086 · 36-40, M
Lentamente, sus dedos tomaron la seda suave de su capa, dejando que esta cayese por sobre sus hombros, la capucha mostrando aquellos engañosos y preciosos detalles de sus facciones, mientras sus ojos brillaron con la intensidad de los rayos del sol, pareciendo sus írises anillos de oro mientras sus dedos se levantaban y una pequeña esfera de luz incandecente brilló por entre sus yemas, dejando salir chillidos de almas profanas que se escondían en las sombras a cada paso que daba, como si esa luz exorcisara cada milímetro del horrible lugar.

Los guerreros agotados de la búsqueda se sentirían reinvigorados, quedando solamente seis de los diez que vinieron con el Monarca, observando al primer caído que se encontraba literalmente prensado contra una pared falsa que lo habría aplastado sin compasión. Un rostro de tristeza y empatía apareció en las facciones de Horakthy para así susurrar.
Agares1581086 · 36-40, M
Fue en ese instante que el varón quien se encontraba allí cual táctico sabía perfectamente la pérdida de las valiosas vidas de esos tres valientes que cayeron ante trampas de ese maldito templo. Sus ojos dorados observaron al guardia, mientras una mano cálida tomó el mentón de aquel guerrero asustado, profiriendo con calmas palabras llenas de premeditación y serenidad.

— No temáis más valiente guerrero de Ra, tomad armas y acompañad a vuestro rey que ahora mismo es tiempo de que yo entre en acción. Me he encontraba intentando localizar al intruso con premura, concentrandome en su esencia, pero este impío y hórrido paraje que alguna vez acogió al avatar de Apophis, niebla inclusive esa esencia pútrida y maligna. Es tiempo de entrar y encontrarle por mis propios medios. —

Sintiendo una esencia de paz, y sabiendo que Ava estaría triste ante la pérdida de esas tres vidas, el propio rey junto con su halcón compañero entraron a dichas catacumbas con pasos calmos y serenos.
Agares1581086 · 36-40, M
Mientras sus soldados entraban de este modo, se le podría considerar cobarde al hecho de quedarse afuera expectante, silencioso, pero las instrucciones habían sido dadas con claridad, una premonición le hizo visitar aquel punto tan lejano a la ciudad, una en el que una criatura caótica y maligna visitaría el lugar que ahora en sus amplios pasadizos impíos llevaban la esencia de un extinto culto de Apophis. ¿Quién se atrevería a desecrar aquel lugar? ¿Quién intentaría entrar a un terreno tan maldito y lleno de obscuridad?

— Monarca, hemos visto una sombra moverse constantemente, pero hasta ahora parece eludirnos, los caminos son amplios y algunos están sellados por derrumbes y trampas. Hemos perdido ya tres hombres en las últimas, y aún así el intruso parece intacto eludiéndonos con velocidad. —

El guardia se veía deshonrado y asustado, era un hombre y mortal a pesar de todo, alguien que sin duda tenía el derecho a sentir desahucio y terror al encontrarse en terreno tan profano.
Agares1581086 · 36-40, M
En aquella ocasión cruzado de brazos y fuera de la entrada del templo se encontraba el Monarca de la Luz mismo, con un semblante serio muy distinto al que llevaba usualmente, ya que se le notaba usualmente tranquilo, apacible y confiado, pero había quizá un pequeño dejo de duda y molestia en su mirada, que hacía que la mayoría evitase su mirada, sus labios estaban presionados y su entrecejo fruncido.

Una decena de guardias reales se desplegaban por aquellos pasillos y criptas de cultistas ya secos y desecrados, de recuerdos de batallas de hace miles de años, al tiempo que los guerreros de la ciudad de la luz llevaban lanzas y escudos dorados, cascos del mismo color con forma de de cabeza del halcón en dicho tono, al tiempo que el Monarca observaba como los mismos entraban investigando los larguísimos pasadizos de aquel antiguo recinto profano.


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