La realidad era una, y esto era que sin importar cómo comenzara aquella historia, de modo inevitable acabaría justo cerca de Horakthy, aquel que observaba todo desde la ciudad dorada, uno que esa noche abrió sus ojos despertando con una premonición. Una que quizá llegaría demasiado tarde, pues serían Setesh, el caótico o Thot el intelectual quiénes conocerían quizá a esa nueva invitada en las misteriosas tierras doradas.

━ Algo va a suceder aquí, oh, sí que puedo olerlo. ━

Susurró la voz de aquel malicioso muchacho, en ocasiones incomprendido, y ahora alguien que estaba completamente consciente de la esencia que llevaba adentro. Su avatar, antes un chicuelo y ladrón que vivía en la ciudad haciendo travesuras, ahora un exiliado de su propio pueblo por la naturaleza con la que nació y claro definitivamente el legado que traía dentro sí, gracias a que Seth fue el primer asesino de la historia conocida en su pueblo. Aquel que sin piedad alguna cortó en pedazos a Osiris, y claro, el enemigo natural de Horakthy, algo que Seth no deseaba realmente, pero era bastante claro que era imposible desviar su destino.

Por lo que la pregunta que realmente acechaba esos alrededores era, ¿Dónde aparecería aquello que Thot y Setesh estaban esperando? ¿A caso vendría a través del portal dentro de la Espira del Tiempo? ¿O aparecería fuera de esta y cerca de dónde Setesh se encontraba?

Sin embargo, mientras la escena se llevaba a cabo, los ojos curiosos de alguien que no era muy bien recibido en las civilizaciones principales de las doradas tierras de Arenas Infinitas, observaba con curiosidad desde la lejanía, escondido y bajo la sombra de un alto pico de roca rojiza, pues las arenas en aquellos bordes exteriores dejaban su forma suave y dorada y tomaban una texture más dura y grosera para caminar, inclusive la arena en cantidad era menor, ya que el relieve era rocoso, y la aparición de bestias y peligros naturales era mayor.

Pero era cierto que Seth, estaba acostumbrado a ello, es más muchas de estas aberraciones que usualmente se encargarían de intentar asesinarle se unían a él a darle cacería a los cazadores de tesoro y exploradores que deseaban un poco de fama al encontrar tesoros escondidos. Por ende bajo esta misteriosa máscara, el pelirrojo alzó su casco de chacal, y sonrió de modo malicioso.

Flotando en medio de esa habitación, e inclusive estando de cabeza mientras reparaba detalles aquí y allá en la estructura e integridad del portal, el intelectual que portaba el conocimiento de sus antiguos portadores de Thot, continuaba trabajando en dicho experimento, sabiendo lo riesgoso del mismo. Sus asistentes, unos tres muchachos de diversas especialidades se dedicaban a establecer un equilibrio dentro del portal.

━ Señor Thot, la integridad del portal se encuentra a 99.7%, está listo para ser operativo muy pronto, lo único que necesitamos es fortificar los glifos para evitar que se salga del control y dañe el espacio-tiempo fuera de la habitación.━




En aquel instante el peliblanco se frotó con suavidad su mentón continuando el delicado trabajo, y asintiendo ante las palabras de ese asistente, sabiendo la premura que debía llevar en esta tarea.

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La Espira del Tiempo se encontraba sellada bajo un campo magnético, tanto tecnológico como imbuido por glifos y magia para evitar que extraños entrasen, tanto cómo para evitar que lo que yacía allí saliese. Ingenieros, escribas y magos de Thot y Khonsu se encontraban allí trabajando en uno de tantos proyectos, incluyendo algunos que tomaban en cuenta el cierre o apertura de grietas en espacio-tiempo, ya que últimamente algunos entes no autorizados habían estado apareciendo en ruinas alrededor del Dominio mismo, llamando la atención del Monarca Horakthy quien habría recomendado una investigación sobre aquello.

A mando de esta se encontraba Thot, o al menos el avatar que el mismo habría elegido para aquella época, supervisando dentro de la espira alguno que otro experimento para comenzar a crear portales más efectivos a otros planos, para aprender más sobre ellos.