En los subterráneos lares de la antigua necrópolis construída bajo las ruinas de la pirámide principal, cual fuese tumba de los avatares de anteriores monarcas, solían caminar los sacerdotes de Osiris, y los agentes de Anubis, con gracil calma y expectativa, casi nunca nada sucedía allí, al menos no a ojos del público, ya que en las partes más profundas de estos guardados y misteriosos lugares se encontraban los cuerpos momificados de antiguos nobles de sangre y guerreros importantes, y claro los portales principales a algunas dimensiones extrañas e inexploradas.
A pesar de que aquellas bestias eran solo sombras, se escucharon los chillidos de los mismos, al ser encandilados por aquella violenta luz resplandeciente, y por ende el ladrón llamado Setesh sonrió de modo malicioso y travieso, asintiendo.
— ¡Hah! Una dama con espina y trucos, nos podríamos llevar bien a pesar de las circunstancias. —
De este modo continuó moviéndose a toda velocidad, él pensaba que sin duda podrían llegar a dónde se encontraba la luz, sus pies finalmente tomando el último escalón mientras las bestias retomaban la persecusión después de aquellos segundos, por ende fue que aquel ladrón haló de la muñeca a Katya, esperando no lastimarle para lanzarle hacia la luz, y de hecho uno de los perros mordió en el tobillo a Setesh antes de que llegasen a la misma pero entonces el pelirrojo se soltó y se lanzó hacia la arena caliente de una de las tantas salidas de la necrópolis y a la luz del sol.
