No era inusual en las tierras de los dominios del Sol, que portales o brechas dimensionales se abriesen en dichos lares, notándose como esto sucedía en medio de las vastas tierras deserticas de las Arenas Infinitas y claro, algún lugar en el mundo de Terra. Esta pequeña brecha había sido causada por un viaje de parte del Monarca del Sol a alguna parte de Irlanda al parecer, en el mundo anteriormente mencionado.
Había un problema con el hecho de Agares no fuese el que la encontrara, y esto era sin duda que la cálida bienvenida del Monarca sería reemplazada por árduos caminos, bestias, o quizá alguien más la toparía en el camino. Aquellas ruinas estaban por doquier, no parecía haber un claro norte en el horizonte, y el destello brillante se notaba en el horizonte de lo que podría ser una ciudad a millas de distancia ¿O era a caso una ilusión por el terrible calor que comenzaba a caer a medio día?
Entonces entre pasos y aciertos, de seguro aquella mujer de características lupinas sabría en su piel e instintos que el portal que la trajo allí ya se había cerrado, la brecha que la devolvería a casa era inexistente y por ende se encontraba perdida en tierras aparentemente desoladas, hasta que de repente cuando el sol se encontraba en su máximo esplendor, letal para personas no acostumbradas, podría ella notar como su sombra tomaba una forma inusual, parecía un hombre alto, brazos cruzados.
