Día 6 del Mes 5, año 30,000 después de la batalla de Apophis.
Antiguas ruinas del Templo de Apophis. Los pasos de diversos soldados de Ra se escuchaban en las ruinas de aquel horrible templo que alguna vez albergó a los seguidores de Apophis, uno de tantos recintos dónde alguna vez los seguidores de la gran serpiente del fin estuvieron intentando traer a su avatar fuera de aquel encierro cósmico, por lo que era prohibido para habitantes y visitantes entrar a los templos de aquella criatura que traía el fin consigo.
En aquella ocasión cruzado de brazos y fuera de la entrada del templo se encontraba el Monarca de la Luz mismo, con un semblante serio muy distinto al que llevaba usualmente, ya que se le notaba usualmente tranquilo, apacible y confiado, pero había quizá un pequeño dejo de duda y molestia en su mirada, que hacía que la mayoría evitase su mirada, sus labios estaban presionados y su entrecejo fruncido.
Una decena de guardias reales se desplegaban por aquellos pasillos y criptas de cultistas ya secos y desecrados, de recuerdos de batallas de hace miles de años, al tiempo que los guerreros de la ciudad de la luz llevaban lanzas y escudos dorados, cascos del mismo color con forma de de cabeza del halcón en dicho tono, al tiempo que el Monarca observaba como los mismos entraban investigando los larguísimos pasadizos de aquel antiguo recinto profano.