Parpadeó ante la simpleza de la petición. Se aproximó a su lado, luego le abrazó hasta recargarla contra su pecho.

— Ven aquí. —

Suspiró, esa era la tranquilidad que quería de forma permanente, tanto para su esposa para sus hijos. Haría todo lo necesario para mantenerla.

Levantó la mirada contra él.

━Yo… ━Le había pedido tanto en los últimos meses, ¿por qué esto sería extraordinario? Se rió. El nudo en su garganta se apretó.

Si pudiera moverse con la libertad de siempre reclamaría lo que quería sin decir nada.

━¿Podrías abrazarme? ━

— Ya recuerdo. — Qué día, su racha perfecta fue derrotada por Jana. Debió tomar ese momento como una advertencia real de lo letal que ella podía ser.

Entonces la miró contenerse de alguna forma, ¿Qué podría necesitar? Intentó adivinarlo, pero desgraciadamente le ganó la curiosidad y preguntó.

— ¿En qué piensas? —

━Estaba decidida a reconquistarte. ━Agregó pensativa mirando hacia el frente. Los chicos en esa época sólo la perseguían por ser popular, Aemond fue diferente y el más decente de todos. Lo mejor era que lo amaba.

━Di por muerta la situación ganándote en esgrima... Y henos aquí. ━Sus manos juguetearon inquietas tras dejar del tarro a un lado. Algo quería, esa sonrisa penosa lo decía todo.

Sonrió nostálgico. Pensar en la academia lo hacía sentirse como un niño, una realidad bastante lejana. Ahora estaba casado, iba a ser padre, y también había logrado ser Rey.

Eso daba miedo. Sí algo había aprendido es que nada es demasiado bueno para siempre.

— Extraño nuestro primer beso en ese armario. Si no hubiera sucedido creo hubiese pasado todo el curso amargado. —

Le agradeció con un beso asiendo el tarro, la leche estaba fresca y le dejó un bigote gracioso.

━Tal vez. Es la extensión de naturaleza que quiero que vivan mis hijos, aventureros y libres. ━Señaló con tal orgullo que ya parecía conocerlos.

━Los chupasangre deben odiarme, Gilda dijo que se quedaron con cicatrices en todo el cuerpo, aún buscan a los culpables... ━le dedicó complicidad. ━¿Qué extrañas de allá?

— Quizás deberíamos comprar alguna propiedad por aquí. Aún recuerdo el claro en medio del camino de nuestras casas en la academia. Eran buenos tiempos. — Tomó un tarro de madera desde el interior de la canasta y lo llenó a medias con leche, la cual le pasó a su esposa.

— Me pregunto qué cara pusieron los vampiros cuando echaste ajo en su depósito de agua. —

Vaya. Había tanto que no sabía de su familia, pero sólo negó con media sonrisa.

━No debe guardarle rencor, además es un nombre hermoso para su nieta, no la antigua esposa de tu padre. ━Las cosas tal vez no eran tan sencillas. ━Estará en la lista de nombres por cualquier cosa.

Negó despacio, pues sí bien siempre quiso herederos jamás se sentó a pensar en cómo iba a llamarlos.

— Sólo que no se llame Aegon. Han repetido tanto ese nombre que me asusta. — Recargó la cabeza en su hombro. — Siempre me gustó el nombre de la esposa de mi padre, Aemma, pero si mi madre se entera nos colgará a ambos.

A través de esa preocupación el reino era próspero y para el resto una paz sobrecogedora que Westeros no solía padecer. El aire se sentía limpio y fresco, venía del norte.

Janâ sonrió y acarició una de sus manos.

━Si es niño podemos llamarlo Laeron ━dió una mordida a su pan dulce, tras una pausa siguió: ━Y si es niña Jaena. ¿Tú has pensado en alguno?