En silencio lo admiraba. Quería darse un zape por haber sido tan fría, ahora tenía una oportunidad para abrigarlo con todo el calor que podía producir.

Se puso de pie y tomando su mano dijo:

━ Vámonos.

Escabullirse por los pasillos fue un reto para los dos, pero nada imposible al trabajar en equipo. Janâ lo besó accidentalmente un par de veces cada que tenía la oportunidad. Finalmente la puerta de atrás los despidió del complejo académico.

Ya casi era de tarde. Cada quien volvió con su club prometiendo encontrarse de nuevo en algún momento, quizá en el menos esperado.

Sonrío de lado. Por alguna razón sabía que decía la verdad. Se puso de pie y besó su frente de forma breve.

— Nos usaremos mutuamente. — Y ahora buscó dentro de su abrigo, de donde sacó una pequeña caja metálica. Ahí había varias herramientas pequeñas; no entró ahi con las manos vacías. Se acercó a la puerta con una de ellas en las manos.

— Y lo digo porque odio ser inútil. Quiero serte de ayuda, y que en su momento puedas ayudarme a mi; ambos seremos el apoyo del otro. — Un par de clics y la puerta ya estaba abierta. La empujó con desdén para hacer espacio y extendió la mano hacia Jana.

— ¿Vamos? —

Disfrutaba mucho de su compañía, de besarle y de sentir cosas nuevas en su interior cada vez que tenía sus manos encima suyo. Él nunca se negó, así que no se estaba aprovechando. Ni tampoco se le había cruzado mandarlo a hacer algún trabajo sucio: robar libros prohibidos, cambiarle la crema facial a la directora, cambiar las calificaciones.

No, no tenía interés en usarlo para algo así. Sólo le gustaba tenerlo a su lado.

Un largo silencio prolongó la meditación de Janâ. Por primer vez no estaba utilizando a alguien para su propio beneficio.

━No. ━la mano libre fue a parar sobre las de él. ━¿Tengo qué hacerlo?

Él tomó su mano con ambas, comprendiendo la curiosidad natural por un tema evidente. Un día le contaría todos los detalles, cuando pudiese incluso procesarlos el mismo.

Afortunadamente vino su turno, entonces pudo pensar en algo más. La miró hacia sus ojos cuando tuvo en mente lo que quería saber.

— ¿Me estás utilizando para algo? — Cuestionó con sincera curiosidad, pero no había rastro alguno de enojo o molestia. Tan sólo quería saber en qué se metía, ya que nadie le sacaría de ello. Ya no podía alejarse.

Lo entendió en medida. Ya fue suficiente con su pregunta, no tuvo que ser tan bocota. Se incorporó en el asiento para verlo y ser vista por él.

━Lo siento, no fue mi intención. ━Buscó atrapar su mano. Se asustó, no tenía idea de que fuera tan delicado. Hizo el intento de pasar a otro tema: ━Hazme tú una pregunta, para que estemos iguales.

Ella pudo sentir que su brazo se tensó de inmediato. Aunado a ello su ojo pareció quedarse ausente, como si repasara la respuesta en su mente, reviviendo el momento.

— Fue un pago. — Mencionó, entonces su mandíbula palpitó; se le subía el enojo poco a poco hasta que apartó el brazo de sus hombros.

— Y valió la pena. —

Fue mil veces más cómodo, justo como encajar dos piedras sólo porque sí.

━¿Qué te pasó en el ojo?

Tragó saliva. No tenía idea de qué podría significar para él, pero no podía evitar meditar acerca de ello.

Respiró profundo cuando ella se sentó a su lado, siendo esa una forma de reunir fuerzas. Tenía que admitir que con sólo estar cerca de ella quería repetir una y otra vez lo que habían hecho en dos ocasiones.

Pero ya sabía mantener el control sobre esas cosas, ya que era ella quien detonaba la bomba a su antojo. Así que él sólo se mantenía resistiendo, hasta que ella jalase el gatillo.

Sorprendentemente Jana llevó las cosas por otro rumbo. La miró curioso, después asintió despacio.

— Dime. — Respondió en un murmullo, como si esa pregunta fuese inclinada a obtener una confesión. Lentamente su brazo pasó por encima de sus hombros hasta abrazarla de lado.

No sabía por dónde empezar. La inercia la obligó a sentarse a su lado y de igual manera acomodarse. Recargó su cabeza en el hombro ajeno. Su mente se tentó a hacer un cálculo del tiempo que les restaba estar en prisión, pero reflexionó que no servía de nada medir la hora estando con él.

━Gracias.

Era raro de escuchar viniendo de ella, su tono de voz genuino era hipnótico debido la inocencia que desprendía. Sólo eran ellos dos a mitad del silencio, en otra circunstancia se le hubiera lanzado encima, sin embargo se sentía tan llena de él que permanecer ahí era mejor que cualquier cosa.

Quería escucharle.

━Me preguntaba si puedo hacerte una pregunta.

¡Qué redundancia! Janâ era una tonta con el chico que le gustaba.

Le miró de soslayo cuando ella llegó, después se enfocó en el frente, en una pared blanca con cuadros colgados. Estos tenían leyendas y frases motivacionales, como si con ello se resolvieran todos los problemas psicológicos de los chicos.

━ ¿Por qué no estás sentada? Has sido una chica mala, debes comportarte. ━ Apretó los labios, se quería reír. Ya siendo imposible mantener la postura seria relajó su cuerpo y echó la cabeza hacia atrás, ahora mirando el techo.

━ Quise intentar compartir la culpa y me tocó ser castigado. Ni hablar, no todos los planes funcionan. ━ En realidad el resultado era irrelevante, al menos estaba allí con ella. No era justo que mientras todos se divertían ella estuviese allí.