Gracias a que alcanzó a tiempo el cuartel de la Orden del Rubí, el panorama que podía explicar las cosas que sucedían en los últimos días parecía mucho más abierto. No dejaron que Tres siguiera en contacto, pues se colocó una cuarentena en torno a Dos. Pruebas, estudios, procedimientos algunas veces dolorosos fueron necesarios para encontrar una medida temporal, que fue totalmente exitosa.
Después de un período de observación, volvió a buscarlo. Estalló en risas cuando encontró a su compañero tan desanimado, feliz de verlo. Ese lugar rentado se convirtió en su hogar por un par de días...
Suspiró entrecerrando su vista, aún emergía con esa sonrisa, aunque también doblegaba en queja al mover su brazo diestro. A pesar de ello, su mirada no la apartaba de Dos, le encantaba admirarla, era tan especial... Que no querría separarse otra vez, supo lo que era la pena, hasta que lo vivió y como dijo una vez Azazel...
" Un demonio deja de ser demonio, una vez siente el amor. "
Aquella mirada se centraba en peinar su cabello, acariciarle el rostro y de vez en cuando jalonearle las mejillas, no deseaba verla mal, ni mucho menos en el estado en el cual se la encontró aquella vez.
- No sé quién pudo... Pero de lo que estoy seguro, es de que, cuando lo encuentre, me atreveré a abrir mi sello y lo crucificaré en el limbo. - Dijo con mucha calma, luego de darle un beso sobre su frente.
