Debía admitir que le gustaba su nuevo ojo. Desde que despertó sintió la amplitud de su visión, hecho que la hizo caerse al suelo de bruces. El párpado estaba abierto, y aunque no había un orbe dentro su magia había luchado por devolverle la vista, y ahora había un punto rojizo que le permitía ver bastante bien. Desgraciadamente aún no alcanzaba su inmortalidad, de lo contrario habría podido regenerarse con sus hechizos. Todas las heridas antes de su "mayoría de edad" iban a ser permanentes. No importaba, le encantaba ver. Ya podía ver mejor a su Tres sin tener que girarse casi totalmente...
Estaba mal parado, empapado en sudor, con el semblar abierto y una sonrisa fugaz por el rostro, temblando como hoja, desamparado, pero parcialmente curado. Algo no estaba bien, y era que lo único que respondía a su cuerpo, era su cicatrización, la fuerza y la inútil velocidad. Azkeel había abandonado hasta su alma, osiris no regresaba, y los sellos estaban totalmente rotos.
- M-mierda... -
Suspiró V, ya sabía qué estaba pasando. Ya no era un todo poderoso, solo alguien con un desarrollo anormal, sus habillidades eran lo único que le acompañaban y la imagen de Semyazza disparandole en el pecho. A duras penas podía levantarse, limpiar el resto de esa mierda que le quedó sobre el cuerpo al presionar la bala con los dedos, fue sublime ver como el Dust recorría como baba el contorno de la bala, y el pecho de V se quemaba cicatrizando.
- Estoy bien... -
Abrazó a Dos entre sollozos, dispuesto a explicarle con detalle qué había sido.
Dejó de respirar. Su cuerpo dejó de interesarse en recibir aire, tan sólo se enfocó en mirar a V. Ni el hombre, ni el resto del mundo le importaban ahora, tan sólo la imagen agonizante de su compañero frente a ella, arrancándole el aliento y volviendo muy, pero muy pesado su corazón. Alargó las manos para alcanzarlo, para encontrar una forma de ayudarlo, pero el estrés y el nerviosismo del momento le volvían las manos torpes y temblorosas, así que fue difícil para ella tomarle por las mejillas y ver su rostro.
- ¡Mierda, mierda...!
Y entonces su misión fue más valiosa que nunca, el valor de la cura temporal. La recordó, y buscó rápido entre sus ropas, sacando una jeringa de aguja pequeña. Le quitó el tapón y le clavó esa aguja en el cuello, inyectando lo que sería un disfraz para sus células, para que el Dust se detuviera.
Pero él era tan enormemente fuerte... En su interior sabía que esa dosis no sería suficiente, pero esperaba le comprase tiempo.
El corazón le palpitó, ese primer través de la bala llena de Dust, le cerró los conductos a su caído al igual que sus venas y respiración. Era normal que cayera de bruces contra las sillas, mirando frente a frente a quién se acercaba.
- M-mierda... S-semzzaya... -
Pronunció ante el ajetreo, con los ojos llorosos, la mirada caída y el rasgo de sus dedos temblando al colgar sus caderas, por lado y lado. A sus posibilidades no podía ni moverse, y el ignorar a Dos, fue totalmente de más.
- ¿P-por Q-... ¡AHG! -
El tumbado hombre frenó sus palabras al minuto en el cual las balas le penetraron el pecho, esa última imagen la recordó como si de una cámara se tratase, el arma iluminada por las luces del lugar, su mirada petrida llena de dolor y sensaciones de venganza, todo se fue, como una sombra, al momento en el cual se agarró el corazón bombeante y notó la salida de Semzzaya.
Entre dientes, iba a la muerte, listo para reencarnar tales días de discordía frente Azkeel. Esas botas unisonas reventaron el lugar a través de la música, pero a pesar de que el tiempo le apremiaba, tuvo que desenfundar su pistola desde el gabán, antes de que la mujer se diese cuenta.
Un disparo retumbó el lugar al conjunto del hombre gritando, y finalmente agonizando. Aquel misterioso albino, de gabán militar, sombrero de ala ancha y desert eagle en puño, se acercó muy tranquilo a quién parecía ser V sobre las sillas, en un principio le molestó que sonriera, pero luego le causó placer, ver que su hijo se volvió un hombre.
- Cuanto tiempo, enano. -
Respiró una vez, luego de agregar, y con el subir de su manga en el corazón de V, dejó dos tiros sin remordimiento.
- Hecho. -
Una vez opacado aquel ser pecador, retiró su arma en el interior del gabán, se dio la media vuelta, y arrinconó sus piernas hacia la salida, una tras otra.
Ojalá no hubiese bebido ese día. No se percató del hombre que de vez en cuando miraba hacia ellos, en una mesa en un rincón. Fue cuando el silencio fue haciéndose entre ellos que miró cómo el hombre ahora caminaba hacia ellos, y en cuestión de un segundo el hombre levantó su brazo derecho, apuntó hacia V, y jaló el gatillo.
Una bala salpicada de polvo verde salió de esa arma, un verde que vio en un parpadeo con su ojo nuevo. Tal vez no habría temido por una bala normal, sabía que era fuerte, pero una bala con Dust...
Su instinto fue lanzarse hacia ese hombre, hacia la bala. Pero todo ocurrió tan rápido, y ella era tan lenta...
El marco de su semblante se mostró bastante serio, a pesar de la fiesta rimbombante sobre su alrededor, tal cual como si asintiera con gusto a la provocación del licor, a son del jalón de Dos. Ese momento fue como a cámara lenta, algo no estaba bien, nada bien... Y él, por alguna razón, lo presentía.
- Seguro cariño... Yo te cubriré. -
Se expresó hacia dos con bastante rigor en el habla, ese tono tan frío que helaba el pensamiento, apareció, como cuando lo conoció, a conjunto del misterio en sus ojos. Estaba asustado, pero no lo mostraba, la expresión era más de seriedad imponente, que a sus limites, ella diría que era un papel de muchacho malo.
Era evidente su atención en la bebida. Le sonrió como una niña pequeña y continuó bebiendo. Era en cierta forma su celebración por ese nuevo ojo. Incluso descubrió que mientras enfocaba el otro al frente, ese puntito rojo podía moverse en otras direcciones. Pensó seriamente en si mostrarle ese dato a V, pues bien podría el otro sacar su teléfono y espiar sin que se lo imaginara.
Se giró en su asiento hacia él, alegre. Le tomó por una manga de sus ropas y dando tironcitos le indicó que lo quería más cerca.
- Ya he hablado con algunas personas, esperaré a ver cómo reaccionan los demás y luego insistiré otro poco. Tú debes cuidar que salga entera de aquí~
Y así esperó, a que adornara la situación con más palabras, el cigarro apenas y se consumía, era extraño, sentía una que otra presencia familiar, más no de importancía. Un quejido breve le fulminó el rostro y finalmente tiró el tabaco al suelo con una explanada de su bota hacia él. - Te sigo, Dos. -
Le pareció curioso como fijaba las cosas con la nueva vista, aunque trataba de no incomodarla mirando demasiado. V se centró en observar hacia adelante de la barra, con los brazos caídos sobre la chaqueta de cuero que portaba esta ocasión. Sacó un cigarrillo, lo pospuso sobre las comisuras bajas, y se dedicó a mirar a su mujer.
- Hm, anotado jefa. ¿Qué quieres hacer primero? - Aquellos dedos largos acariciaron su zipo, con el cual, al casi instante prendió su cigarro con visual a Dos, mostrándose a sí mismo sonriente, pero precavido volteando a los alrededores.
Por instantes pareció admirar el tarro. Su nuevo ojo le brindaba una visión única, casi en cámara lenta. En definitivo era la magia la que podía amplificar ciertos detalles. Estaba camino a lamer la longitud del tarro, pero cuando el barman la miró extrañado se limitó a tomarlo con ambas manos y dar una sucesión de tres o cuatro tragos largos.
Retiró el mismo de su boca y le miró de soslayo.
- Este lugar es famoso por su información, y es territorio neutral para todas las razas. Debemos promover la cura del Dust, y ver si hay otros seres infectados que ya ... no tengan remedio.
