Gracias a que alcanzó a tiempo el cuartel de la Orden del Rubí, el panorama que podía explicar las cosas que sucedían en los últimos días parecía mucho más abierto. No dejaron que Tres siguiera en contacto, pues se colocó una cuarentena en torno a Dos. Pruebas, estudios, procedimientos algunas veces dolorosos fueron necesarios para encontrar una medida temporal, que fue totalmente exitosa.
Después de un período de observación, volvió a buscarlo. Estalló en risas cuando encontró a su compañero tan desanimado, feliz de verlo. Ese lugar rentado se convirtió en su hogar por un par de días...
Asintió brevemente alzando el cuello, al verla dejar la botella sobre la mesa, ya se esperaba lo que iba a pasar, pero le sorprendió más verla despojarse de sus prendas. Con aquella piel desnuda, nuevamente entre sus brazos, los tiempos cambiaron al raso de su vista petrificada.
- Hoy apagaré el móvil. - Tomó su celular, lo apagó y tiró al otro lado de los muebles, sí, estaba más que dispuesto por tomar venganza.
Aquel que apenas iba con una toalla, le tomó por las piernas, arqueó su cabeza hacia adelante y besó sus labios. Já... Solo ese era el comienzo de su noche.
¿Débil? Cuando lo vio su corazón se partió en dos. Él le había acompañado a distancia en su angustia, en la dura lucha en esos laboratorios. Y ella había peleado minuto a minuto para volver con él, a compartir una bebida en un sofá y estar a su lado. Dejó la cerveza sobre la mesa y se sacó la camiseta. Con sus pechos al aire subió hasta sentarse encima de él, colocando las manos en sus hombros.
- Sí, está claro ... Pero mientras no llegue la nueva información, retomemos donde nos quedamos.
La noche continuó, tal como ellos. Y debía disfrutar cada instante a su lado, pues sabía que la siguiente misión contendría el doble de dificultad y peligro.
Soltó una leve risa al verle tan seria, pues, él estaba un tanto despreocupado, aunque le nerveaba la idea de perderla, otra vez. Su silencio se mezcló con un trago de su cerveza y contestó.
- Reconozco que fui débil estos días... -Silenció pensando un momento.- Aún así... Está claro lo que debemos hacer.
Tiró su cabeza hacia atrás, con la melena blanca sumiéndose sobre el mueble, su visión se perdía, quizá pensó ahora si enserio. Esto se notó a la hora de perfilar su mirada tan seria y fría, la misma hundida en ese llano y yermo roto. Toda esa luz, esa vida, se le vio arrebatada de sus ojos y rostro, esa piel muerta regresó de donde la había abandonado.
De alguna forma eso le preocupaba un poco. Abrazó su pecho y guardó su rostro ahí. Respiró su aroma y después levantó el rostro para mirarlo con seriedad, incluso le tomó la barbilla para mantener su rostro fijo.
- Escucha, siempre debes pensar con la mente fría. Si la Orden se da cuenta de cómo nos preocupamos el uno con el otro, podrían separarnos... Lo cual no es un problema, renunciaría para estar contigo. Pero tengo especial interés por llegar al fondo de todo esto.
Tomó una de sus manos y besó el dorso, luego la recargó contra su mejilla.
- Porque presiento que es algo muy, pero muy grande.
Suspiró entrecerrando su vista, aún emergía con esa sonrisa, aunque también doblegaba en queja al mover su brazo diestro. A pesar de ello, su mirada no la apartaba de Dos, le encantaba admirarla, era tan especial... Que no querría separarse otra vez, supo lo que era la pena, hasta que lo vivió y como dijo una vez Azazel...
" Un demonio deja de ser demonio, una vez siente el amor. "
Aquella mirada se centraba en peinar su cabello, acariciarle el rostro y de vez en cuando jalonearle las mejillas, no deseaba verla mal, ni mucho menos en el estado en el cual se la encontró aquella vez.
- No sé quién pudo... Pero de lo que estoy seguro, es de que, cuando lo encuentre, me atreveré a abrir mi sello y lo crucificaré en el limbo. - Dijo con mucha calma, luego de darle un beso sobre su frente.
Sus mejillas enrojecieron. Aún después de pasar con él ese par de días, seguía sorprendida de cuánta atención recibía de él. La veía de una forma única, algo a lo cual no estaba acostumbrada. De hecho, las personas solían evitar mirarla para no incomodarla, pero el hecho de que él fuese tan natural al momento de estar a su lado la hacía sentir en extremo afortunada.
Miró uno de sus brazos, pálido y con notables pinchazos en las venas. Se pasó los dedos por ese sitio, entrecerrando su ojo con cierto desagrado.
- Tuve suerte. Todos tuvimos suerte... ¿Quién es capaz de crear algo como esto? La Jefa dijo que sólo afecta a los seres no-humanos ... Alguien quiere crear una situación donde nos matemos entre todos.
Los momentos que pasó a su lado durante esos días, fueron únicos, tanto que soportó esperándola... Tanto dolor acumulado, desapareció una vez su corazón tuvo apego, no sabía ni como reaccionar, más que su cabeza dándole vueltas como una aureola, ya sabía cuán importante era para él.
Aquella ropa determinada, como lo eran solo una sabanas cubriéndole y ella... Con apenas esa camisa grande y su ropa interior, mostraban afecto a la hora de unirse uno encima del otro.
- Es buena idea Dos... Y sí, lo recuerdo. - Bebió de su cerveza, con su mirada totalmente embobada por la mujer, también pensaba en cual hermosa se veía, como en el mismo momento en el que se enamoró.
enteros que no dejaron de estar juntos, de hablar y tranquilizarse. Había extrañado demasiado a Tres, y en esos días de agonía tuvo muy claro lo que sentía por él, y no volvería a desperdiciar ningún segundo a su lado.
Estaba acurrucada con él en un sofá, con una cerveza en la mano y sólo una camiseta y pantys como ropa. Pensativa, comenzó a planear.
- Creo que deberíamos comprar este lugar y hacerlo nuestro hogar. Podemos arreglar atrás para lo que falte. ¿Recuerdas que te había dicho que quería comprar una casa?
