No entendía este lugar. Había animales gigantes con pedazos de hueso incrustados en la carne, y eran difíciles de matar. Ahora había logrado conseguir donde establecerse. Había tenido que manipular una que otra mente, pero esperaba que eso fuese temporal. Ahora se dirigía a una de las escuelas de la ciudad, la academia Signa, quería entrar a la biblioteca y buscar más información. Los libros en la biblioteca de la ciudad eran demasiados largos y no parecía haber internet para todos, por lo que decidió ir a pedir prestados algunos libros que resumieran todo lo que debía saber de ese mundo. Tenía que entender ese nuevo mundo si deseaba sobrevivir solo lo necesario para regresar a casa. —Buenas, profesora... —Saluda ella a una maestra del lugar. — ¿Me podría indicar donde queda la biblioteca?
La señora observa a la joven con el ceño fruncido. Tal vez porque era media hora antes del inicio de clases o porque asumía que una estudiante a su edad ya debía saber como moverse.
