Miraba a su alrededor. Su cabeza daba vueltas y el sol era insoportablemente fuerte. A su alrededor notaba la fogata de anoche ya se había apagado y sus libros estaban regados por todos lados. No recordaba haberse quedado dormida, nunca se quedaría dormida en un lugar así teniendo en cuenta el peligro que conlleva eso. Se puso de pie con cuidado y notó que su cuerpo dolía. ¿Había peleado anoche? Notaba que su ropa estaba chamuscada, pero los recuerdos de anoche no aparecían en su cabeza.
—¿Qué demonios? —Se preguntaba sobando su cabeza.
Empezó a recoger sus cosas para irse a casa. Aunque ahí fue que notó la extraña paz que había a su alrededor. Podía percibir el ruido habitual del bosque, pero no el bullido lejano de la ciudad. Vive en una ciudad rodeada por grandes bosques por lo que a esta hora debía de lograr escuchar el típico ruidillo del trafico a esa distancia. Era extraño, tal vez se acababa de golpear la cabeza.
