—Su rostro quedó inexpresivo, como si estuviera perdido en el vacío desde que ingirió aquella infusión a base de esa extraña hierba. Aún así, sus acciones eran bastante torpez pero decididas, o eso parecía, sin embargo no era coherente. Su cuerpo ardía y la cabeza le daba ligeras vueltas, sentía todo en cámara lenta, incluso las voces eran como ecos a la distancia.—
—Por más que estuviera bajo los efectos de aquella planta, había algo imposible de cambiar en él y eran sus expresiones de placer en cuanto lo sintió entrar poco a poco, retrayendo los dedos de los pies y tensando su cuerpo ligeramente. Si bien estaba relajado gracias a aquel té, había dos cosas muy diferentes, una de ellas su sensibilidad en aumento, más de lo común, haciéndolo emitir un gemido agudo con apenas la invasión. La otra fue que, toda la relajación de su rostro y músculos, no existía en su cavidad; no podía explicarlo pero estaba bastante estrecho, más estrecho de lo que era usual, casi asfixiante para el dragón de fuego.—
A-aa...aahh~
—Dejó caer su cabeza hacia atrás, arqueando la espalda ligeramente, estrujandolo, devorándolo con necesidad, rodeando sus caderas en un candado con sus propias piernas para no dejarlo ir, aún cuando esa no parecía ser su intención.—
