Una sonrisa, más bien un gesto de maldad se dibujo en su rostro al oír por boca de su maid personal que aquellos odiosos, Joestar serán eliminados uno a uno y él tendrá la carta de triunfo al final siendo así el vencedor y gracias a una pequeña albina siniestra pero aparentemente inofensiva.

— No hay tiempo para distracciones, bastará poco para que los Joestar empiecen su búsqueda y yo, los detendré... La existencia de mi Lord Dio está en juego—

Acomodando su cabeza sobre su puño diestro, esboza una sonrisa maligna ya que ha vuelto a ganar. —Sin dudad Sakuya ha tomado una sabia elección, y es la de servir al Gran Dio.

Por fin te independizaste de esa niñita tonta? bieeeen, ya todas creíamos cosas raras de ti por tan aferracion a esa niña mimada, supongo que ahora si podrás jugar la mahjong en la tarde.

— No volveré a la Mansión Scarlett Devil, Alice... Creo que Remilia y Flandere lo saben. He traicionado su orden porque... Lord Dio es él quien ahora merece mi lealtad— Sincera, directa y con un gran sentido de pertenencia. Esa era Sakuya la Maid que cuidaba peligrosos vampiros.

Sakuya no es un demonio, solo sirve a uno... uno que hace pucheros, juega en trenesitos y bebe sangre con popote.... si somos del mismo lugar, ella me compra muñecas seguido.

— Sin duda solo yo puedo tener el control sobre esta demonio de mujer. * Responde con soberbia y con un ego elevado al ver que aquella chica rubia se ve que conoce a su Sakuya. *

Asi nos llevamos, mas cuando estamos ebrias---

Mantenía una actitud tranquila por lo que halló lugar al lado de Dio, así solo observó a la persona que decía esas palabras. Sakuya no se sentía ofendida pero algo en su pecho se encendió al notar la actitud del vampiro.

— Nadie le habla sucio a mi maid, solo yo.