Ah... Qué complicada familia. Tan llena de esos matices extraños e inusuales, ¿Se debía a todas las nacionalidades que aportaban cualidades a su descendencia? Se encontró recordando la marca de nacimiento en el hombro de Jotaro, una que hace tiempo solía ver cuando él dormía boca abajo... Y que su hija también había heredado. Una vez había hablado con su suegra, una mujer que a pesar de pasar tanto tiempo sola siempre parecía alegre, como si hubiese aceptado ese destino hace tiempo. ¿Volvería ese a ser su destino? - ¿Tienes hambre...? Hay comida dentro.... Y podrás contarme. -
Seguía siendo tan él. Que se sintió un poco mal por ella, por lo que suspiro pesadamente, escupió su orgullo solo para tomarla de las manos y fijarle la mirada. —No, olvida eso... Yo... He venido a hacer las cosas correctamente— Un corto flashback lo abofeteo, vio esa misma escena de su abuelo Joseph con la abuela Suzie Q. Era una situación diferente, pero... Había dejado de ser completamente feliz por una atadura familiar y del pasado. —...Lo siento— esa mención dejo a la vista a un Jōtarō diferente, uno que sólo Umi conoce.
Jotaro siempre hacía las cosas a su manera. Sin explicaciones, a veces sin razón, y sólo se marchaba. Le acarició una mejilla dándose cuenta que a pesar de eso siempre lo había aceptado, y podría seguir haciéndolo. Era más doloroso no tenerle. — Sólo... Quedate a mi lado. Lo arreglaremos todo... Y te perdono. —
— Te contaré, una vez me perdones— Fue sincero, directo y se escuchó detrás de ellos por parte de Jolyne un sonido de euforia. Sus fuertes brazos la mantuvieron cerca y su corazón que con el paso de los años era cada vez más y más gélido acababa de recuperar algo de su calor.
Ella era pequeña en comparación con él, cosa que recordó dentro de sus brazos. Pasó los propios por debajo de los suyos y unió los dedos sobre su espalda, entreenlazándolos. Contra su pecho finalmente dejó que su rostro cediera a la preocupación, a la angustia. No quería que sus dedos se separaran jamás y que él no saliera de su abrazo. — Te extrañé mucho. ¿Qué es lo que sucedió...? —
Esa caricia le derritió. Razón por la cual se acercó para atraparla entre sus fuertes brazos, hace muchos años atrás quiso hacer eso pero las difíciles circunstancias de la vida lo separaron de su familia. — ... —
Ella llevó la mano a su rostro y con el índice trazó muy sutilmente la marca que lo cruzaba. ¿Cómo podría decirle que no con semejante herida...? Ella sonrió y asintió con suavidad. —Bienvenido a casa. —
