Le abrazó tanto con piernas y brazos. De esa forma hostigosa inició una siesta, parecía como si las dos se arrullaran con la presencia del inmenso Kujo, la seguridad que él les brindaba.
Al sentir la presencia de su esposa, extendió su brazo libre para atraerla También sobre su pecho. Ahora su corazón se llenó por completo al tener a su princesa y a su Reina cerca de él, como sí el oscuro pasado,las tristezas y quiénes ya no estaban ya no le lastimaron, solo eran un recuerdo detenido en el tiempo.
Se sentó sobre la cama, a un costado de ambos. No hizo ruido, tan sólo acomodó el cabello de su pequeña, admirando el creativo odango que solían peinar para ella. Dejó la cámara en la mesita de noche, luego se acurrucó a su lado y cerró sus ojos.
Elevó la diestra para abrazar a la menor, reacomodandose un poco y en el movimiento abrió los párpados, aún no era consciente de la realidad pero con la mano libre se quitó el gorro acomodandolo a un lado, ahora llevo la mirada a su retoño y le acarició la pequeña espalda.
Suspiró cuando llenó la memoria de la cámara de fotos, que se sumaban a muchas más. Los miró por unos instantes, luego sonrió con malicia. Le gustaría llenar a ese inmenso hombre con uno o dos retoños más.
