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UmbraEterna · M
(...) curiosidad del portador del Vairant, pero aquí no hay Gatos de Ulthar que lo rescaten de la perdición.
Sus palabras nuevamente nadie les escuchó y fue el silencio la única respuesta que tuvo, pero, cuando Yeseen eventualmente parpadeó, al abrir sus párpados descubrió de frente al monje siniestro junto a un grito de otro universo a escasos centímetros de su rostro de forma terrorífica. El mortal y su avatar, pudieron ver a detalle esa efigie grotesca de tonos verdes y ocres, purulenta, con dos bocas con dientes en sierra que se abren bizarramente para dejar escapar ese grito duotonal calador de huesos que expulsa baba viscosa que pudo pringar al sujeto a su frente. Tenía cuencas negras de profundidad abisal por ojos y tentáculos móviles por toda su cabeza y su olor era pútrido a azufre, carroña y (...)
Sus palabras nuevamente nadie les escuchó y fue el silencio la única respuesta que tuvo, pero, cuando Yeseen eventualmente parpadeó, al abrir sus párpados descubrió de frente al monje siniestro junto a un grito de otro universo a escasos centímetros de su rostro de forma terrorífica. El mortal y su avatar, pudieron ver a detalle esa efigie grotesca de tonos verdes y ocres, purulenta, con dos bocas con dientes en sierra que se abren bizarramente para dejar escapar ese grito duotonal calador de huesos que expulsa baba viscosa que pudo pringar al sujeto a su frente. Tenía cuencas negras de profundidad abisal por ojos y tentáculos móviles por toda su cabeza y su olor era pútrido a azufre, carroña y (...)
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