— Esto ya no sirve de nada kedo, ¿cuánto tiempo lleva este mensaje aquí? — Un pensamiento ferviente, una posibilidad que resquebrajaba su orgullo encontraba la luz entre toda su previa oscuridad. El perdón, la humildad pero, al mismo tiempo la realidad que significaban sus nuevos sentimientos por el maestro del irezumi, la guiaron a tomar una determinación. Su mundo se oponía al de aquel regente infernal, y estaba más cercano y era más honesto para con el de un humano.

— Si vuelvo a verte... es una promesa. Pediré perdón, pero eso será todo.

Y la rosa se marchitó, volviéndose cenizas, polvo fino que viajó entre la blancura de ese invierno. Yui no contuvo ni una sola partícula contra su pecho. Simplemente... la dejó ir, tal y como su nostalgia.

Sea como fuere, no sentía el perfume a nirvana corrupto rondando los alrededores. Con los ojos entrecerrados y el rictus agraz poblando sus facciones, alzó ambas manos luego de guardar su móvil, tomando la esfera entre sus manos; esta última respondió al llamado del destinatario desvaneciéndose casi en el acto, erigiéndose como pequeñas esferas purpúreas que levitaron separándose del mensaje y flor, para deshacerse segundos después. Así recado y rosa fueron depositados sobre ambas palmas de Katai.

Habría decidido botar la rosa, pero concluyó que era mejor leer antes de tomar una decisión apresurada. Quitó el sello con ambas manos cuidando de no magullar la fragilidad de la flor y leyó lentamente, transformándose su rostro a uno de sorpresa. Lentamente mientras las letras transcurrían, rememoró sentimientos pasados con nostalgia, luego tristeza y finalmente... resignación. En medio de la silente frialdad que la rodeaba, un susurro cálido manó por entre sus labios de fina traza.

El afán de sus pasos la llevó por recorridos antiguos, donde los caminos yacían poblados de hojas mustias y aguanieve hasta la laguna donde se alzaba su vieja casa en palafitos. La atmósfera rústica y desolada le daba el mismo aspecto que el templo, pero en una imagen más humilde y triste. Aún el aroma a sangre de antiguas cuentas saldadas traspasaba el blanco del terreno. Enguantada en una gabardina rojo vino, que cubría la totalidad de su silueta sin dejar ver su indumentaria bajo ella, a excepción del tacón alto de sus botas largas de cuero, caminó hasta la escalera de madera con su móvil en mano, dispuesta a sacar fotos para revelar verdades pasadas al artista.

Algo en ese instante llamó su atención. El cabello suelto danzaba al viento gélido y sus ojos, zafiros cristalizados en hielo se dirigieron hacia la esfera que se suspendía en el aire frente a la puerta. La rosa le dio certera evidencia de su dueño, haciéndole hervir la sangre en ira.

(...) crearan nueva vida, de la cual, yo sería su guardián y el custodio de sus secretos. Cuando vuelva contigo te traeré aquí para que la conozcas, es hermosa, las personas durante generaciones le han traído el verde que antes no tenía por la guerra y la corrupción de nuestras energías que ahora solo vive en el templo de los caídos.

La guerra estalló casi por sorpresa, hordas de seres sin estandarte asedian las tierras y los arcanos hablan de algo que está alterando (“además de las mentes débiles”) el tiempo y el espacio. Te escribo esto para decirte que tardaré en volver, no sé cuánto, pero volveré porque tengo un motivo para hacerlo y ese eres tú, Yui mi amada, la que develó el ángel con cara de demonio que soy.

Quisiera escribirte más, pero mi mente está en otra parte donde me necesitan, pero te recuero y te extraño,

Siempre tuyo

Marcus D’ Furbus Rosae”

(2)

Al abrirlo la tinta negra un tanto ocrecida por los años pasados tras escribirla expone el mensaje:

“A mi amada.

Lamento haberme ido aquella noche sin decirte nada, pero estabas tan dulcemente acurrucada y durmiendo en tu cama que no quise despertarte para anunciar mi partida. Así pues, con un beso en tu frente y una rosa sobre la almohada me fui a mis tierras en lo que sería una corta visita diplomática y volvería a tus brazos como siempre lo hacía…cual equivocado estaba.

Cuando llegué algo estaba ocurriendo en el ambiente, el pueblo estaba intranquilo y varias tierras libres comenzaban a atacarse entre sí movidos por una extraña bruma que según ellos llegó con una máquina que cayó del cielo, pero junto a varios abanderados pudimos devolver la paz a Ragnarök, mi tierra, las que antes fueron del E.U.S.O.C. y que una vez disuelto el reino se les entregó a las nuevas generaciones para que allí (...)(1)