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''When you go, space closes over like water behind you,
Do not look back: there is nothing outside you,
Space is only time visible in a different way,
Places we love we can never leave.''
 
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R1579757 · F
El fondo de una de las cajas mostraba un juego de llaves. Está claro que lo cogió, su cabeza lo asoció a alguna galería o algo abandonada. Mucho de los envases que ha ido abriendo tienen fecha de semanas, pese a que solo ella los ha descubierto hasta ahora.

En el callejón, Rebeka contempló las diferentes puertas traseras que hay. La única que llamó su atención fue la que tenía varios cuadros al lado de ella. Dirigiéndose, el primero de toda la fila era familiar.

—En la cama creo que era, de Toulouse-Lautrec.— se vio sorprendida de reconocerlo al instante.— ¿quién va tirando cuadros...?

Volvió a mirar la puerta trasera, con signos de deterioro y con el hierro oxidado. ¿De quién sería el sitio?

—Yawn...— bostezó.— espero no meterme en el sitio equivocado.
R1579757 · F
Su falta de dinero no impide que lo adquiera igualmente. El problema es que no puede elegir, es según cómo le toque.

Poniendo un ejemplo claro, empieza a vagar por las calles a horas tardías tras las clases de la universidad; la gente en su mayoría marchan a casa a partir de las siete, alentados por el tácito frío panorama del otoño.

Justo como hoy, cuatro de octubre, se dirige a los callejones, el acceso a la parte trasera de las grandes filas de tiendas tan espectaculares que ofrece Manhattan. Sus ojos, pese a la negrura de la pronta noche y la falta de luz, se guían de la mejor manera en sitios así.

Su intención es registrar las cajas que van dejando, aquellas de libros tirados de por ahí. En este día se encuentra Cumbres Borrascosas, Kafka en la orilla, After (este último lo tira al momento)...
R1579757 · F
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(Manhattan, New York)

04/10/2021
9:28 p.m.
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Las calles de Manhattan en pleno octubre pasan a tener nativos de su estado; la temporada alta pasa y los viajeros se pierden hacia sus lugares de ocupación. No obstante, los estudiantes de intercambio suelen seguir dando la tabarra, sobre todo aquellos borrachos de las universidades. Muchos justifican su actitud con la edad aunque otros los tilden de sinvergüenzas y vagos que no aprovechan los recursos de los que disponen.

Quizá esto último, ajeno al debate de los adolescentes ebrios, tenga su parte de razón. Algunos estudiantes de Erasmus se mueren de hambre pese al dinero que reciben del proyecto, otros no se pueden permitir lujos: para Rebeka, una serbia en tierra neoyorquina, le es injusto no poder permitirse libros, ilustraciones o películas de nicho. El acceso al arte puede ser un privilegio según.

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