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26-30, M
Científico forense.
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MS1552871 · 26-30, M
S E P A R A D O R
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Y es verdad que tus metodos de justicia son diferentes tal vez que los mios pero compartimos un mismo ideal, me da gusto verte tan seguro de tu deber... Y si creo que un momento de tranquilidad ayuda
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Gracias milo por dejarme pasar por aqui es agradable
AphroditeDePiscis · 31-35, M
¡Por los dioses Milo! ¡Pero qué belleza! ₪ No pudo contenerse y literalmente, solo esperó que dejara el pastel en la mesa y se le tiró encima en un abrazo volador ₪ ¡Milo gracias! <3 ¡Ay que te amo mas! ₪ A punto de llorar ₪
AaaHa · 26-30, F
|| Se puede editar.
AaaHa · 26-30, F
|| Amo este perfil *w*
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—A diferencia de todos ustedes aquí, me gusta manejarme con mucha más tranquilidad, es algo que he tratado de repetir constantemente, si bien el trabajo de un Santo Dorado te excluye por completo de una vida apacible y normal, por esa misma razón, fuera de perder el poco sentido del humor que muchos de ustedes tienen aquí, deberían fortalecerlo. O es que acaso, ¿ya olvidaste nuestra juventud?, bajo la tutela de Saga y Aioros, ustedes, siendo notablemente menores que nosotros, se deslindaban por completo de sus responsabilidades, y yo no los culpaba, eran unos niños, inmaduros y desesperantes, después de todo. . .Ahora todo eso ha cambiado.


Al notar la sonrisa que había nacido de manera inesperada de los belfos del octavo caballero, Kanon se dispuso a enmarcar el entrecejo, estaba ahí, tras esa temple de orgullo y nata fortaleza, el pequeño dolor de cabeza que él en efecto conocía mejor que nadie, aún estaba latente, esperando a salir. Pese al efímero lapso de tiempo en el cual su mente disipó las inquietudes de su psique, al retomar el punto central de su encuentro, el Leviatan atrapó una gran bocanada de aire, dejándola salir en seguida, acompañado de un deje de estrés notorio, pero quizás, innecesario.
A cuestas de todo lo que aun cargaba sobre su espalda, quizá y sólo quizá, una parte de su atormentado corazón, deseaba más que nada en el mundo, darle la razón a Milo.


—Purificaste mi cuerpo y mi espíritu, me castigaste, pero el fin de tus acciones fueron las de reconocerme como un verdadero caballero, veo que esa mentalidad en ti no ha cambiado, y dudo mucho que lo haga, pues arrepentirte de una elección ya predispuesta, no es algo que hagas con constancia.


Sin más, el mayor dejó caer por completo el peso de su cuerpo contra el primer peldaño que ascendía hasta los interiores de Géminis, su vista implacable, tratando de perderse en el obscuro firmamento, con el fin de encontrarse. . .Nadie lo entendía, pero tampoco esperaba que lo hicieran, pues el camino del segundo al mando, estaba lleno de infortunio, si con ello recompensaría el error de sus infracciones y la sangre inocente derramada por sus actos, con gusto recorrería ese camino de espinas unas 100 vidas más.


—Te convertiste en un hombre muy apreciable pero demasiado insistente y testarudo, Milo. Me alegra que tú tampoco hayas perdido tu esencia.
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—Mucho me temo que, por más que desee o me disponga a ocultarte la realidad de los hechos, siempre te empeñarás en descubrir cuál es el meollo del asunto, ¿no es así?, no me sorprende viniendo de ti.


Y en efecto, aquel que una vez dio la espalda a sus raíces por mera malicia, sabía mejor que nadie que, el tratar de ocultar la realidad al Escorpión, sería completamente inútil y vano, de ese modo, no tenía tiempo como para estar perdiéndolo así. La conexión entre Milo y Kanon era realmente profunda, pese a ello, no dejaba de preceder a la notoria tensión que nacía de ambos, uno siendo un guerrero inquebrantable de la esperanza, y el otro, buscando su camino, tratando de hallar su lugar en aquel tan despreciable mundo.


—Si tanto te molesta que en el Santuario no den buen uso a tus habilidades, ¿por qué no mejor haces trabajo voluntario dándole mantenimiento a los templos?, bien podría permitir que vinieras a dar una muy buena limpiada a Géminis.


Exclamó entre sutiles y poco notorias risas burlonas. El marino elevó su diestra en dirección a la punta de su nariz, dando pequeños toques a la misma con la yema de su dedo índice; sus ocelos optaron por abrir una vez más, dispuesto a ejercer un choque de miradas entre ambos, el Dioscuro no tenía problemas en admitir que, a pesar de todo lo acontecido, el regente del octavo templo, después de su hermano, era su favorito.
El nombre de su hermano. . .Al escuchar lo último proclamado por el dueño de Antares, Kanon elevó la mirada en dirección a la entrada del templo maldecido de su constelación guardiana. Los dos gemelos tallados pulcramente en la ornamentación de la superficie, calaban con constancia hasta sus huesos, por lo cual, se decidió a terminar con el tema que, desde su nacimiento, le ha obligado a permanecer en penumbras, siempre arrastrado por la sombra del hombre que le ha robado todo, incluso, su propio rostro.


—Tú y yo, no. . .Todos aquí sabemos perfectamente bien que Saga puede encargarse solo de Géminis. Quizá, hombres como nosotros no merecemos estar aquí, pues nuestros pecados se han encargado de manchar la pureza del recinto, sin embargo. . .La armadura dorada lo ha elegido a él para glorificarla, quizá sea tiempo de buscar mi propio camino.
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De manera brusca, aquellos vocablos que sin duda penetraron en lo más profundo de su sentido auditivo, halaron al mayor de los ahora presentes a la hiriente realidad. Los ocelos brillantes del desalineado varón fugazmente giraron en dirección hacia la presencia que irrumpía su pesar, con el simple tono de aquella voz, pudo detectar de quién se trataba. En pequeños semicírculos, Kanon dio paso a mover el rostro de izquierda a derecha, tratando de disimular en busca de la victoria, aquella penitencia que ahora arrastraba su inestable alma desdichada.


—Estoy más que acostumbrado a este tipo de clima.


Elevó sus hombros con completo desgane, al momento en que sus belfos torcieron por encima de su rostro, y en efecto, el castigo impuesto por su hermano mayor en la prisión de Cabo Sunion, había provocado que el cuerpo del griego se adaptara a las altas temperaturas del lugar. Las plantas de sus pies se posicionaron una vez más de manera correcta contra el piso de la acrópolis que se encontraba justo debajo de sus efigies. Las sandalias que adornaban sus extremidades inferiores resonaron tras cada paso que avanzaba en dirección al santo de Escorpio, las piedras diminutas del mundano terreno estrechaban contra su sendero, iniciando una pequeña danza intranquila con las suelas de su calzado.


—Milo, la pregunta real es, ¿qué haces tú tan tarde fuera del Santuario?, ¿es que acaso el Patriarca te ha encomendado una misión?, no, incluso la misma Athena.


Sentención; los parpados de aquel soldado maldito comenzaron a descender de manera quieta contra sus ojos celestes, negándose la vista a sí mismo, fue justo en ese momento que detuvo su andar, creía encontrarse a una distancia prudente del santo de oro, manteniéndose frente a frente con él. No cabía duda, Milo ya no era ese pequeño que el Geminiano había conocido en su adolescencia, no era de sorprender que mandatos importantes demandados por el sumo pontífice le fueran encargados.
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Rol Off:
En ese caso, me dispondré a iniciar ahora mismo.


Taciturno, el cielo calmo del oeste prontamente comenzó a hacer manifestación oportuna de la puesta de Apolo, errante deidad celeste, apoyo de almas desamparadas en busca de un poco de consuelo en sus carmines hilos de sedoso cabello. Con la puesta de aquel tan hermoso y cautivante astro celestial, la oleada magnifica de centenares de cuerpos brillantes empezaron sin permiso a impregnarse por encima de la morada de los Dioses.
Tras aquel omnipresente, la dama platinada emprendió paso a tomar su lugar en lo alto del cielo, bañando pulcramente con su pura e intachable luz natural, los primeros pedazos del suelo mundano, tan sólo aquellos que obtuvieron la suerte de servirle de trono a la perla lunar.

Siervos incorruptibles de la Justicia, los Santos Ateniences dotados de fuerza, valentía y lealtad intachable, yacían calmos descansando en los adentros del Partenón Griego, sin embargo, ¿aquella fidelidad que precedía en ellos incluso antes de su nacimiento era 100% pura?, al menos, aquella cuestión siempre divagaba sin tener lugar a donde ir dentro de la psique del menor de los Geminianos. El rostro de Kanon elevó grácilmente hasta las nubes, no deseaba perderse ni un segundo de aquel espectáculo celestial; las hebras azabaches de la Nix tiñeron el cielo de penumbras, sin siquiera haberse dado cuenta, la noche ingrata había caído sobre sus hombros como agua entre sus manos.

Los ocelos del Griego se dispusieron a perderse dentro de la inmensidad del Eliseo para los mortales, aquellos que siempre buscan respuestas, aquellos que pretenden conseguir consuelo a sus patéticas vidas, aquellos que desean una explicación clara del por qué de su nacimiento. . .Siempre buscan la respuesta arriba, en el cielo, como si a los Dioses les importara la miseria que doblega a este mundo, pensó, poco después, descendió la mirada hasta sus pies, los cuales se encontraban reposando justo a las afueras del tercer templo zodiacal, uno a uno, decidió descender los peldaños, quizá si desaparecía un rato, Saga ni siquiera lo notaría.


—No es más que una estupidez, todo esto es innecesario.


Exclamó para sí mismo, al término de los hilos de voz entonados con notable cansancio y desesperación, decidió reposar su fisionomía por encima de uno de los pilares que sustentaban su actual morada, tan solo, esperando. . .