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↳De gaudium y laetitia ; el trabajo.
 
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—¿No? Bien, dame eso.

Le arrebató el pañuelo ya manchado de sangre y se lo acercó a la naríz. A primera instancia no notó nada extraño, pero fue claro cuando recordó que no había ingerido metales.

—Oh, espera, espera —Tomó un frasquito con alcohol y metales flotando dentro—. Esto es estaño, y me permitirá amplificar mis sentidos. Ahora sí, veamos.

Apresuró el contenido de golpe. Quemó el metal en el estómago y sus sentidos explotaron. Todo se sentía con más intensidad, cada hilo de su ropa parecía encarnarse en la piel, la luz era casi cegadora y dolorosa. Su olfato, ahora podía distinguir el hedor de un humano o un animal. Olfateó por última vez.
Erick rio y devolvió el pañuelo.

—No diré nada porque ella está aquí —mencionó con fin de inquietar a la rubia—, pero no deberías dejarnos sin cena, es muy cruel...
 
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