- El caldero les mostró las imágenes como si ellos estuvieran ahí. Era la sala del trono de su antiguo reino, iluminada por fuego azul. Las cortinas estaban desgarradas, los muebles casi destrozados. En el trono se sentaba un joven cuyo aroma apestaba a demonio. Las venas se le marcaban en los brazos morenos en un fulgor azul, y aunque era más moreno que Nualla el parecido era evidente. A su alrededor revoloteaba una horda de demonios de clase menor y media, alimentándose de los cadáveres de quienes habían sido la familia conqusitadora que asesinó a sus propios reyes. La visión era demasiado..
- Se sintió como un niño regañado cuando exigió sólo la presencia de él y su amado. Acarició la espalda de Arslan no para tranquilizarlo, sabía que tenía nervios de acero, si no para sentirlo cerca, para dar ese tipo de noticias en su compañía. Él siempre había estado a su lado, en cada momento difícil, y pronto se encontró a si mismo más valiente que nunca, con mayor fortaleza por el apoyo de esas dos personas en la habitación. Se sentó cerca de Nualla, después la miró fijamente. - Esto es lo que haremos ... La Colmena pasará a ser las trincheras. Evacuaremos a las personas que no puedan pelear hacia el interior del continente, tenemos aliados comerciales ahí. También pediremos ayuda a las ciudades internas para recibir armas y soldados. Ahora somos el frente.
