- Bajaron largas escaleras, ahora con guardias mirándolos más de cerca. El grupo era selecto, tan sólo ocho amos incluyéndolo, algunos con una mascota. La iluminación era pobre, pero entraron en una sala de torturas. Como si ya fuera un ritual acostumbrado, la gente se colocó en círculo alrededor de una cama de piedra, sucia de sangre y con olor a lejía, como si hubiese sido lavada con esmero un día antes. Se estremeció cuando al fondo encontró jaulas con niños dentro, uno de ellos pertenecía a su familia. Cuando escuchó varias puertas cerrar el pasadizo al que bajaron, se puso tenso. -
-Arslan ayudaba en lo que podia, tambien tomando a uno de los niños mas pequeños que habia, pero se queda en blanco al escuchar lo que habia pasado con dos de aus chivos. Tenia ganas de llorar y gritar, pero entendia perfectamente que no era el momento para eso. A pesar de que una lagrima logra escapar por su ojo derecho traga en seco, llendo a donde Leo estaba con aquel chico en brazos, viendole notandosele profundamente dolido- Nos encargaremos de el luego... ahora debemos asegurar a los chicos... si?... -su labio inferior temblaba, necesitaba sacar a los niños de aquel infierno y el mismo salir-
