- Bajaron largas escaleras, ahora con guardias mirándolos más de cerca. El grupo era selecto, tan sólo ocho amos incluyéndolo, algunos con una mascota. La iluminación era pobre, pero entraron en una sala de torturas. Como si ya fuera un ritual acostumbrado, la gente se colocó en círculo alrededor de una cama de piedra, sucia de sangre y con olor a lejía, como si hubiese sido lavada con esmero un día antes. Se estremeció cuando al fondo encontró jaulas con niños dentro, uno de ellos pertenecía a su familia. Cuando escuchó varias puertas cerrar el pasadizo al que bajaron, se puso tenso. -
-Arslan estaba tenso incluso desde antes, aquellos guardias poniendole bastante nervioso. La ultima vez que habia estado cerca de ellos habia sido encerrado en una carcel que no pudo contenerle. Lo unico que le salvaba es que por la condición por la que pasaba, no levantaria sospechas al estar nervioso sino al contrario, sería raro que no lo estuviera. Ahora sabia que no podia ni siquiera susurrar sin ser escuchado, mordiendose el labio inferior cuando llegan abajo, su nariz aún era bastante sensible y el olor era nauseabundo, cosa que le hace recostarse contra Leo y cerrar los ojos intentando concentrarse en su objetivo, solo abriendo los ojos para ver a aquellos niños en jaulas, su corazon apretandose ante tal vision-
