- Tal vez había cometido un error al conectarse junto con su columna a la tierra sin saber qué había ahí. Usualmente sólo usaba sus brazos y piernas, pero su columna vertebral ya era demasiado. Fue imposible ignorar ahora la ola de energía que nació del interior de la cueva, mucho más abajo de lo imaginado. Las pocas piedras sueltas en la cueva se estremecieron, algo de aire a presión fue expulsado de la cueva y seguro agitó los árboles en el exterior. Durante el golpe sus ojos permanecieron ausentes, y se desconectó de su cuerpo. Primero miró negro, y en ese lapso su olfato captó una esencia similar... Era el perfume de Sybilla. Escuchó el reír de un par de niños, y mientras su mente perseguía el orígen entre la oscuridad, su cuerpo se levantó por si mismo y empezó a caminar. Su cuerpo se llenó de poder, sus nervios se conectaron en automático en una ruta que no conocía y la tierra empezó a abrir camino durante su caminata en trance, como si algo desde adentro le estuviese llamando. -