- La vegetación se duplicó. Y lo que parecía un camino rodeado de altas rocas pronto pudo distinguirse como un pequeño pueblo en ruinas, consumido por la vegetación. El caballo pareció inquietarse y quiso retroceder, pero siguió guiándole hacia adelante con las riendas. Su rostro estaba inexpresivo, claramente no muy contento con lo que veía. -
Tonterías. Sólo me preocupa que te asusten mis ronquidos. - La espalda le estaba matando, así que se quedó en camisa y pantalones y se recostó en la cama. Estaba acalorado, así que dejó las mantas al costado para él, en su espacio. No pasaron más de cinco minutos para que se quedara dormido y efectivamente, sus ronquidos eran toda una exageración. -
