acabó por estrujarle el corazón fue la expresión destrozada en James. Lily, a como pudo, le sostuvo del rostro por las mejillas. Estaba al borde del llanto. No podía creer que James hubiese vuelto a casa en tan mal estado.

— Dime lo que ha sucedido, James. Ven, salgamos de aquí. Te curaré las heridas en la habitación — Por algún motivo, Lily presentía que el regreso de un James malherido tenía que ver con ella. Sacudió la cabeza suavemente. Necesitaba enfocarse en curar a James antes de saltar a conclusiones que lo único que lograrían era que se sintiese responsable al cien.

— Por favor, ven...— La voz casi se le rompe. Miraba con desesperación a James, buscando que accediera a su petición.

Estaba bajando las escaleras cuando escuchó un ruido seco en el baño, como si alguien acabase de aterrizar. Por un instante dudó que fuera James, pues lógicamente este usaría la puerta principal. ¿Y si se trataba de alguien que quisiera herirlos? Su primer preocupación fue Harry; Lily corrió a su habitación y revisó que siguiera durmiendo. Al ser así, se dirigió al baño, ya con la varita en alto. Intentó abrir la puerta con la mano pero ésta no cedió — Alohomora — La puerta se abre y Lily entra apresurada, apuntando sin una gota de duda a quien estuviese ahí, mas la sorpresa la invadió al ver que se trataba de su esposo.

— James... — Pudo sentir el momento en el que le temblaron las manos y dejó caer la varita. Sus pies tardaron en reaccionar pero se obligó a acercarse.

— ¡James! ¡¿Qué te ha sucedido?! ¡¿Qué pasó?! ¡¿A dónde fuiste?! Por Merlín... James, ¿qué sucedió? — Por cualquier rincón que escudriñara visualmente, veía lo mismo: golpes, sangre, su ropa mancillada, mas lo que

— Shhh, shhhh. Duerme ya, Harry. Es tu momento de ir a soñar...— Harry soltó un prolongado bostezo y buscó el calor de los brazos de su madre. Era tan pequeño, indefenso y frágil que a Lily se le llenaba el pecho de ternura con solo verlo estirar las manos o mover sus pies. Lo mantenía cerca de su pecho para que el bebé se acomodara fácilmente y pudiera dormir. Un par de minutos fueron suficientes para que el pequeño Potter cayera en los encantos de Morfeo.

Lily lo dejó en la cuna, le cubrió con una manta y encendió la lámpara sobre la mesita de noche, así en caso de que despertara, no encontraría oscuridad a la cual enfrentarse.

— Descansa, Harry. Mamá y papá te aman — Susurró en aras de dejar su sueño ininterrumpido.

Salió de la habitación de Harry.
La sonrisa que conquistaba su rostro se fue disipando conforme los pasos la hacían avanzar. James no había vuelto a casa, y el destino al que se dirigía era desconocido para ella.

Empezó a llorar cuando menos se dio cuenta, pero no eran lágrimas de miedo per se, eran lágrimas repletas de coraje y de impotencia. No podía vivir sin Lily, no quería vivir sin Lily... Tal vez lo mejor era escapar y no volver jamás o unirse a las filas de Voldemort... Cumplir su capricho con tal de asegurar que la pelirroja viviría muchos, muchos años más. Se remojó los labios y negó con la cabeza antes de alcanzar su varita y apuntar directo en la herida de su costado.

—Vulnera Sanentur —recitó y de su varita una luz leve se hizo presente, el dolor que sintió a continuación fue brutal, como si le calcinaran la herida y la piel, sin ningún tipo de anestesia previa. Aferró su mano libre al borde del lavabo y ahogó los quejidos apretando fuertemente la quijada; pero todo fue en vano, porque unos pasos se hicieron presentes en la cercanía y él no se percató de ellos, su cabeza estaba demasiado dispersa entre el dolor y el enojo.

manos y rostro, sabiendo que no era suyo el líquido carmesí en esas zonas y que había cruzado ya una línea que jamás pensó que habría de cruzar realmente; pese a que siempre fanfarroneaba con que no dudaría en acabar con alguien de ser necesario.

—Mierda, mierda, mierda —el agua no pudo retirar con totalidad la sangre y todavía le quedaba atender la gran herida que tenía en el costado y que sangraba con cada movimiento brusco que él hacía. La mirada de James se volvió cristalina y su ceño se frunció, ¿por qué?, ¿por qué tanta injusticia para con aquellos que no venían de padres mágicos? ¡Todos eran mágicos de todos modos! Y Lily Evans, hija de dos padres no mágicos, era la bruja más brillante que había conocido jamás. El linaje no tenía nada que ver, el linaje era la excusa del miedo que sentían al cambio. A ser superados por aquellos que no habían nacido en el mundo mágico.

Había aparecido en el baño de la casa que habitaba con Lily para no asustarla y evitar así presentarse en la puerta lleno de sangre en las ropas. Se obligó a levantarse y a retirarse de encima la chaqueta y la camisa, solamente para descubrir que tenía más golpes de los que podía sentir. Un bufido salió de su boca antes de que se mesara los cabellos como un tic ante la duda y desesperación; él y sus padres jamás habían estado de acuerdo con aquella tontería de la "pureza de la sangre", pese a ser una de las pocas familias a las que se les consideraba de abolengo, sin embargo, cuando el reflejo en el espejo le devolvió la mirada no pudo encontrar esa chispa que lo caracterizaba y lo hacía perseguir sus ideales hasta las últimas consecuencias. Se desconoció. El hombre que le regresaba la mirada era alguien más bien dudoso, temeroso y exhausto.

—Tal vez si puedo fingir ellos estarán a salvo... —balbuceó, abriendo la llave de agua fría para lavarse con furia las manchas de sangre en sus

Las palabras que venían de aquella sombría voz aún retumbaban en su cabeza y dolían más que las heridas que llevaba abiertas en la carne. Él le había advertido que de no unirse a su causa le harían daño a ella y a todos aquellos a los que Potter amaba; la sola idea de ver a Lily sufriendo, a Sirius descorazonado o a Remus y a Peter sin vida le causaba una tristeza abrumadora. Quizá fue hasta ese momento que James terminó de caer en cuenta en que ya no eran niños jugando a tener duelos a escondidas en cada pasillo de Hogwarts, sino que estaban en medio de una guerra que se cobraría todas las vidas que pudiera antes de terminar, si es que tenía algún fin.