Έρμῆς
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macaria · 26-30, F
macaria thinks you are Crushable.
Mi1561159 · F
[code]— Melínoe sabía que no podía aceptar la petición de Hermes pues sus viajeros tenían deudas que pagar y la única forma de hacerlo sería crearles miedo para que por su propia voluntad saldarán sus cuentas. Sí dejaba de inducirles pesadillas jamás podrían arrepentirse y vivirían como si nada. — No es descortés, Hermes. Al contrario me da gusto lo preguntes. — Le dice sincera con una media sonrisa en el rostro. — Sin embargo, no puedo aceptar tú petición. Mi tío o mi primo quizá lo harían, pero yo no. Verás, tus viajeros han hecho cosas de las cuales deben arrepentirse. No sé si sepas al respecto... — pronunció seria esperando que el dios supiera de lo capaces que podían ser sus viajeros.
Uno de ellos ha engañado a su mujer y el otro le robo a un anciano. — Dirigió su mirada hacía los viajeros caminando lentamente a su alrededor dejando salir fuego de su vestido a sus pasos y sintiéndose un poco molesta pues la guerra interna entre sus dos polos siempre era presente. — ¿Ahora entiendes? No puedo aceptarlo.
— Sonrió al ver su reverencia moviendo un poco su cabeza hacía él en respuesta de agradecimiento. Le agradaba el respeto que mostraba ante ella porque a pesar de ser una princesa, los demás dioses fuera del Inframundo no llegaban a realizar acciones como él. Aún sabiendo que su padre podría hacer algo en contra de ellos. — El placer es mío Hermes. — Volvió a acercarse a él para reposar a su lado y escuchar su pregunta recordando la única que vez que su madre hablo de él — Mi mamá ha cambiado mucho últimamente... creo igual lo has notado, ya no suele contarnos muchas cosas pero recuerdo una vez cuando estaba pequeña, nos contó de un Dios mensajero que la visitaba y pasaba tiempo con ella cuando aún vivía con mi abuela Demeter. Ése Dios me imagino eras tú. — soltó un suspiro recordando los momentos de pequeña. Antes las cosas eran más sencillas para ella.
Te seré sincera. — Acomodó su vestido preparándose para contarle — Me gusta mucho, todos los días espero la llegada de la noche para poder venir y disfrutar de un rato a solas pero quizá no tan a solas con la compaía de mis fantasmas. Amo mi hogar pero siento muchos dioses de allá no me entienden, sólo mis fantasmas. Aquí puedo hacer lo que yo quiera y cuando quiera. — Observó que buscaba algo entre sus pertenencias hasta visualizar de que se trataba. Supuso era de su hermano dado que el contenedor era igual a los de él. — El vino es de mi hermano, cierto? — preguntó aceptando el vaso que le ofrecía sin importar su imagen, para ella era la escenia intrínseca lo imás mportante y no lo extrínseco. [/code]
Uno de ellos ha engañado a su mujer y el otro le robo a un anciano. — Dirigió su mirada hacía los viajeros caminando lentamente a su alrededor dejando salir fuego de su vestido a sus pasos y sintiéndose un poco molesta pues la guerra interna entre sus dos polos siempre era presente. — ¿Ahora entiendes? No puedo aceptarlo.
— Sonrió al ver su reverencia moviendo un poco su cabeza hacía él en respuesta de agradecimiento. Le agradaba el respeto que mostraba ante ella porque a pesar de ser una princesa, los demás dioses fuera del Inframundo no llegaban a realizar acciones como él. Aún sabiendo que su padre podría hacer algo en contra de ellos. — El placer es mío Hermes. — Volvió a acercarse a él para reposar a su lado y escuchar su pregunta recordando la única que vez que su madre hablo de él — Mi mamá ha cambiado mucho últimamente... creo igual lo has notado, ya no suele contarnos muchas cosas pero recuerdo una vez cuando estaba pequeña, nos contó de un Dios mensajero que la visitaba y pasaba tiempo con ella cuando aún vivía con mi abuela Demeter. Ése Dios me imagino eras tú. — soltó un suspiro recordando los momentos de pequeña. Antes las cosas eran más sencillas para ella.
Te seré sincera. — Acomodó su vestido preparándose para contarle — Me gusta mucho, todos los días espero la llegada de la noche para poder venir y disfrutar de un rato a solas pero quizá no tan a solas con la compaía de mis fantasmas. Amo mi hogar pero siento muchos dioses de allá no me entienden, sólo mis fantasmas. Aquí puedo hacer lo que yo quiera y cuando quiera. — Observó que buscaba algo entre sus pertenencias hasta visualizar de que se trataba. Supuso era de su hermano dado que el contenedor era igual a los de él. — El vino es de mi hermano, cierto? — preguntó aceptando el vaso que le ofrecía sin importar su imagen, para ella era la escenia intrínseca lo imás mportante y no lo extrínseco. [/code]
SW-User
La diosa de la primavera; Persephone, se encontraba en una laguna con unas cuantas ninfas que la tenían a su cuidado por órdenes de Demeter. Las ninfas se encontraban nadando en círculos, salpicándose de agua y riendo entre ellas. Todas comenzaron a echarle porras y darle ánimos a Kore, quien se encontraba en la cima de la cascada de aquella laguna.
Kore veía hacía abajo, le daba un poco de miedo las alturas pero se armó de valor y decidió saltar para unirse a las otras deidades. Cuando cayó al agua, nado un poco debajo y encontró varios peces de colores que se unieron a ella. Al salir a la superficie, escuchó los aplausos de las ninfas y las aclamaciones por haberse animado a saltar. Kore salió de la laguna y caminó hacia la orilla para poder sentarse en las rocas de aquella laguna. Comenzó a exprimir su cabello, y escuchó que alguien la llamaba. A lo lejos, vio a Hermes que estaba sobrevolando el bosque y para llamar su atención, Perse escaló el árbol más alto del bosque hasta la punta. Kore había pasado toda su vida en los jardines de su madre, oculta de los demás dioses y gracias a esto, aprendió varias habilidades como nadar, escalar, correr sobre los árboles y más. Una vez que estaba en lo alto, comenzó a llamar a Hermes para atraer su atención.
— ¡HERMES! ¡HERMES! ¡Aquí estoy! — movía sus brazos para llamar aún más su atención.
Mi1561159 · F
[code]– No olvides lo que me dijiste (?)
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macaria · 26-30, F
Había muchas razones por las cuales Macaria amaba estar cumpliendo sus deberes dentro de las islas, significaba que podía estar sola sin la compañía de ningún otro Dios, claro que de vez en cuando se encontraba con Thanatos o Charon. Era una diosa joven, hacía muy poco que Macaria había empezado a desempeñar su papel como diosa de la muerte bendita y a pesar de su inexperiencia era realmente dedicada a su trabajo y no lo tomaba a la ligera.
Macaria no tenía la habilidad de volar como tal o alas en todo caso, pero podría elevarse algunos metros con su propia energía. Se encontraba en aquel acantilado plantando algunas flores que su madre la reina Perséfone le había regalado y que crecerían en las islas. Estaba sumergida en sus pensamientos cuando la voz la desconcentró y perdió el equilibrio cayendo hacia atrás. Enarco una ceja ubicando al culpable de su caída.— ¿Qué yo soy tu qué? —molesta, se levanto del suelo limpiando su vestido blanco pensando en que su madre la mataría por arruinar su aspecto de esa manera. Ladeo su cabeza entrecerrando sus ojos, no daba crédito a lo que veía.— ¿Dios Hermes? ¿qué haces aquí?
Macaria no tenía la habilidad de volar como tal o alas en todo caso, pero podría elevarse algunos metros con su propia energía. Se encontraba en aquel acantilado plantando algunas flores que su madre la reina Perséfone le había regalado y que crecerían en las islas. Estaba sumergida en sus pensamientos cuando la voz la desconcentró y perdió el equilibrio cayendo hacia atrás. Enarco una ceja ubicando al culpable de su caída.— ¿Qué yo soy tu qué? —molesta, se levanto del suelo limpiando su vestido blanco pensando en que su madre la mataría por arruinar su aspecto de esa manera. Ladeo su cabeza entrecerrando sus ojos, no daba crédito a lo que veía.— ¿Dios Hermes? ¿qué haces aquí?
GiannaFernsby · F
GiannaFernsby thinks you are Adventurous.
Mi1561159 · F
[code]— Se impresionó al saber que su imagen convertida en él no le causaba ninguna inconformidad haciéndola regresar a su apariencia para finalmente dejarle ver la dualidad de su piel y cabello. — Podrías agradecer a Zeus no sea alguno de ellos. Sin embargo, tus viajeros desearían no tenerme cerca. — Volteó a ver a los viajeros haciendo que estos intensificarán su respiración y comenzarán a moverse, siendo ella la causante sin ninguna intención, pues era su naturalidad como diosa de las pesadillas y locura.
Observó como el dios se acomodaba sus prendas buscando lucir un tanto mejor para ella. Sus acciones la hicieron sentir superior e incluso algo sorpresiva dado que ningún dios fuera del inframundo había tenido dichas acciones con ella. Era costumbre para los demás tratarla como una niña y no con el debido como él lo hacía. Asimismo, no entendía como su aspecto le ayudaba a deducir sería de la realeza y aún más del Inframundo. Quizá al final del día, su realidad como princesa era presente para todos, a pesar de no conocerla.
La joven princesa le ofreció una sonrisa cálida sintiéndose cómoda a su alrededor, aspecto muy diferente a lo que ella usualmente mostraba a los demás dioses. Aquél dios le daba mucha curiosidad. — No te lo voy a negar, me agradas y no llevo ni unos minutos desde que te conocí. No eres como los demás dioses. — dijo honesta sabiendo ella de quién se trataba. Melínoe estudiaba mucho. No sólo acerca de su magia y poder, sino de los demás dioses, pues al no gustarle la multitud o el conversar con dioses arrogantes y egoístas, a lo que ella creía. Estudiarlos sería una forma de conocer sus debilidades tanto para la guerra, trato y para las pesadillas.
— Eres Hermes, ¿cierto? — Dijo rodeando la fogata apagada colocándose en medio de las cenizas de las ramas y troncos quemados. — El mensajero, protector de los ladrones y viajeros, el comerciante y guía de almas al Inframundo. — Pronunció en un tono más alto para hacerlo sentir honrado al saber que la princesa conocía de él y, al finalizar sus palabras se hizó a un lado de la fogata para hacerla encender en un abrir y cerrar de ojos como regalo para él y sus viajeros y como muestra de su poder.
— ¿De verdad quieres saber mi nombre? — Se acercó lentamente a uno de sus viajeros hincándose a un lado para sentir su respiración agitada, colocando su mano a unos cuantos centrimentros de su rostro. Posteriormente dirigió su mano a la frente del mismo para sentir su temperatura. — Tu viajero tiene mucho frío a pesar que la fogata ha regresado. —
— Verás, al decirte mi nombre recibirás muchas quejas de tus hombres implorándote hables conmigo para que sea benigna con ellos. — Se levantó cuidadosamente para acercase un poco a él — Pero dado que insistes.. Mi nombre es Melínoe y por lo visto veo ya has podido deducir de donde provengo y cuál es mi posición. —[/code]
Observó como el dios se acomodaba sus prendas buscando lucir un tanto mejor para ella. Sus acciones la hicieron sentir superior e incluso algo sorpresiva dado que ningún dios fuera del inframundo había tenido dichas acciones con ella. Era costumbre para los demás tratarla como una niña y no con el debido como él lo hacía. Asimismo, no entendía como su aspecto le ayudaba a deducir sería de la realeza y aún más del Inframundo. Quizá al final del día, su realidad como princesa era presente para todos, a pesar de no conocerla.
La joven princesa le ofreció una sonrisa cálida sintiéndose cómoda a su alrededor, aspecto muy diferente a lo que ella usualmente mostraba a los demás dioses. Aquél dios le daba mucha curiosidad. — No te lo voy a negar, me agradas y no llevo ni unos minutos desde que te conocí. No eres como los demás dioses. — dijo honesta sabiendo ella de quién se trataba. Melínoe estudiaba mucho. No sólo acerca de su magia y poder, sino de los demás dioses, pues al no gustarle la multitud o el conversar con dioses arrogantes y egoístas, a lo que ella creía. Estudiarlos sería una forma de conocer sus debilidades tanto para la guerra, trato y para las pesadillas.
— Eres Hermes, ¿cierto? — Dijo rodeando la fogata apagada colocándose en medio de las cenizas de las ramas y troncos quemados. — El mensajero, protector de los ladrones y viajeros, el comerciante y guía de almas al Inframundo. — Pronunció en un tono más alto para hacerlo sentir honrado al saber que la princesa conocía de él y, al finalizar sus palabras se hizó a un lado de la fogata para hacerla encender en un abrir y cerrar de ojos como regalo para él y sus viajeros y como muestra de su poder.
— ¿De verdad quieres saber mi nombre? — Se acercó lentamente a uno de sus viajeros hincándose a un lado para sentir su respiración agitada, colocando su mano a unos cuantos centrimentros de su rostro. Posteriormente dirigió su mano a la frente del mismo para sentir su temperatura. — Tu viajero tiene mucho frío a pesar que la fogata ha regresado. —
— Verás, al decirte mi nombre recibirás muchas quejas de tus hombres implorándote hables conmigo para que sea benigna con ellos. — Se levantó cuidadosamente para acercase un poco a él — Pero dado que insistes.. Mi nombre es Melínoe y por lo visto veo ya has podido deducir de donde provengo y cuál es mi posición. —[/code]
Clefary · F
Clefary thinks you are Adventurous.
Mi1561159 · F
[code]Melínoe, amaba las noches no sólo porque podía ir al Exterior a divertirse con sus fantasmas espantando a los humanos. Sino que como una bruja, la compañía de la Luna era su mejor amiga al brindarle energía y felicidad. Sin mencionar que también le encantaba encontrarse con perros ladrando para ella a cada paso que daba, recordándoles a los humanos que su presencia estaba cerca.
Aquella noche, decidió escabullirse en el bosque de Nepal mientras sus fantasmas trabajan alrededor del mundo pues ésta, se encontraba deseosa de la Luna llena, pues dicha fase, era un tiempo de culminación para aquello que había experimentado en la semanas pasadas alcanzando un clímax emocional y una liberación de energía que se había ido acumulando durante todo el mes transcurrido desde la pasada Luna llena.
En el bosque, haría un ritual de purificación para pedirle a la luna llevarse lo malo que la rodeaba y atraer a su alma lo que necesitaba en su vida. Para ello, necesitaba un espacio tranquilo e íntimo, el bosque era el perfecto lugar para dicho ritual y más aún porque estaría rodeada de los olores de la naturaleza y sonidos relajantes como el paso del viento.
Levitaba en el aire desprendiendo pequeñas llamas de fuego en las palmas de su mano con ojos cerrados mientras pronunciaba hechizos de purificación.
El aire de su alrededor comenzaba a agitarse atrayendo hacía ella una luz protectora y magnética culminando sus hechizos, agradeciéndole a su fiel amiga por su magia y poder.
Terminado su ritual, sintió la presencia de humanos durmiendo cerca de ella, siendo así que en un abrir y cerrar de ojos, un par de fantasmas aparecieron a su lado siguiendo las indicaciones de su Reina para dirigirse a aquellos hombres y comenzar a darles pesadillas.
Muchos humanos, e incluso dioses podrían decir que el objetivo de Melínoe era hacer sufrir a los humanos, y en cierta manera era cierto. Sin embargo, como su destino era la dualidad, también buscaba hacer comprender a los humanos a través de las pesadillas los errores que habían cometido. En ésa ocasión, Melínoe detectó en uno de los hombres, un engaño hacía a su esposa y en otro, un robo a un anciano.
La joven diosa dió la orden de mostrarle al hombre infiel el recuerdo de su padre engañando a su madre mientras él observaba de niño, y al ladrón, un hombre anciano indigente pidiendo dinero a los demás siento él, el futuro anciano.
Deseosa de verlos despertar con lágrimas y miedo comprendiendo sus errores, comenzó a dirigirse en dirección a los hombres generándoles frío con cada paso que daba.
Al llegar, la fogata que éstos tenían se apagó en un instante, viendo ella como una presencia extraña que había detectado anteriormente, le hablaba en la oscuridad.
— No deberías hacerles suplicas a mi tío y primo, ¿sabes? Sí fueran ellos los causantes de sus sueños, dormirían placenteramente sin ningún disturbio. En su lugar, deberías, deberían hacer súplicas y ofrendas a mí. Parece cada vez los humanos dejan de hacerlo. — Dijo con una sonrisa orgullosa en su rostro saliendo de la oscuridad de la sombra de las ramas del árbol que la cubrían. — Veo aún no te han hablado de mí. Siempre mi padre sin decirle a los demás Dioses. — Cambió su figura a la de Hermes sentándose a su lado imitando sus posiciones. — Podría decir que.. soy tú peor pesadilla.
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Aquella noche, decidió escabullirse en el bosque de Nepal mientras sus fantasmas trabajan alrededor del mundo pues ésta, se encontraba deseosa de la Luna llena, pues dicha fase, era un tiempo de culminación para aquello que había experimentado en la semanas pasadas alcanzando un clímax emocional y una liberación de energía que se había ido acumulando durante todo el mes transcurrido desde la pasada Luna llena.
En el bosque, haría un ritual de purificación para pedirle a la luna llevarse lo malo que la rodeaba y atraer a su alma lo que necesitaba en su vida. Para ello, necesitaba un espacio tranquilo e íntimo, el bosque era el perfecto lugar para dicho ritual y más aún porque estaría rodeada de los olores de la naturaleza y sonidos relajantes como el paso del viento.
El aire de su alrededor comenzaba a agitarse atrayendo hacía ella una luz protectora y magnética culminando sus hechizos, agradeciéndole a su fiel amiga por su magia y poder.
Terminado su ritual, sintió la presencia de humanos durmiendo cerca de ella, siendo así que en un abrir y cerrar de ojos, un par de fantasmas aparecieron a su lado siguiendo las indicaciones de su Reina para dirigirse a aquellos hombres y comenzar a darles pesadillas.
Muchos humanos, e incluso dioses podrían decir que el objetivo de Melínoe era hacer sufrir a los humanos, y en cierta manera era cierto. Sin embargo, como su destino era la dualidad, también buscaba hacer comprender a los humanos a través de las pesadillas los errores que habían cometido. En ésa ocasión, Melínoe detectó en uno de los hombres, un engaño hacía a su esposa y en otro, un robo a un anciano.
La joven diosa dió la orden de mostrarle al hombre infiel el recuerdo de su padre engañando a su madre mientras él observaba de niño, y al ladrón, un hombre anciano indigente pidiendo dinero a los demás siento él, el futuro anciano.
Deseosa de verlos despertar con lágrimas y miedo comprendiendo sus errores, comenzó a dirigirse en dirección a los hombres generándoles frío con cada paso que daba.
Al llegar, la fogata que éstos tenían se apagó en un instante, viendo ella como una presencia extraña que había detectado anteriormente, le hablaba en la oscuridad.
— No deberías hacerles suplicas a mi tío y primo, ¿sabes? Sí fueran ellos los causantes de sus sueños, dormirían placenteramente sin ningún disturbio. En su lugar, deberías, deberían hacer súplicas y ofrendas a mí. Parece cada vez los humanos dejan de hacerlo. — Dijo con una sonrisa orgullosa en su rostro saliendo de la oscuridad de la sombra de las ramas del árbol que la cubrían. — Veo aún no te han hablado de mí. Siempre mi padre sin decirle a los demás Dioses. — Cambió su figura a la de Hermes sentándose a su lado imitando sus posiciones. — Podría decir que.. soy tú peor pesadilla.
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macaria · 26-30, F
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