Έρμῆς
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Mi1561159 · F
[code]— Se impresionó al saber que su imagen convertida en él no le causaba ninguna inconformidad haciéndola regresar a su apariencia para finalmente dejarle ver la dualidad de su piel y cabello. — Podrías agradecer a Zeus no sea alguno de ellos. Sin embargo, tus viajeros desearían no tenerme cerca. — Volteó a ver a los viajeros haciendo que estos intensificarán su respiración y comenzarán a moverse, siendo ella la causante sin ninguna intención, pues era su naturalidad como diosa de las pesadillas y locura.
Observó como el dios se acomodaba sus prendas buscando lucir un tanto mejor para ella. Sus acciones la hicieron sentir superior e incluso algo sorpresiva dado que ningún dios fuera del inframundo había tenido dichas acciones con ella. Era costumbre para los demás tratarla como una niña y no con el debido como él lo hacía. Asimismo, no entendía como su aspecto le ayudaba a deducir sería de la realeza y aún más del Inframundo. Quizá al final del día, su realidad como princesa era presente para todos, a pesar de no conocerla.
La joven princesa le ofreció una sonrisa cálida sintiéndose cómoda a su alrededor, aspecto muy diferente a lo que ella usualmente mostraba a los demás dioses. Aquél dios le daba mucha curiosidad. — No te lo voy a negar, me agradas y no llevo ni unos minutos desde que te conocí. No eres como los demás dioses. — dijo honesta sabiendo ella de quién se trataba. Melínoe estudiaba mucho. No sólo acerca de su magia y poder, sino de los demás dioses, pues al no gustarle la multitud o el conversar con dioses arrogantes y egoístas, a lo que ella creía. Estudiarlos sería una forma de conocer sus debilidades tanto para la guerra, trato y para las pesadillas.
— Eres Hermes, ¿cierto? — Dijo rodeando la fogata apagada colocándose en medio de las cenizas de las ramas y troncos quemados. — El mensajero, protector de los ladrones y viajeros, el comerciante y guía de almas al Inframundo. — Pronunció en un tono más alto para hacerlo sentir honrado al saber que la princesa conocía de él y, al finalizar sus palabras se hizó a un lado de la fogata para hacerla encender en un abrir y cerrar de ojos como regalo para él y sus viajeros y como muestra de su poder.
— ¿De verdad quieres saber mi nombre? — Se acercó lentamente a uno de sus viajeros hincándose a un lado para sentir su respiración agitada, colocando su mano a unos cuantos centrimentros de su rostro. Posteriormente dirigió su mano a la frente del mismo para sentir su temperatura. — Tu viajero tiene mucho frío a pesar que la fogata ha regresado. —
— Verás, al decirte mi nombre recibirás muchas quejas de tus hombres implorándote hables conmigo para que sea benigna con ellos. — Se levantó cuidadosamente para acercase un poco a él — Pero dado que insistes.. Mi nombre es Melínoe y por lo visto veo ya has podido deducir de donde provengo y cuál es mi posición. —[/code]
Observó como el dios se acomodaba sus prendas buscando lucir un tanto mejor para ella. Sus acciones la hicieron sentir superior e incluso algo sorpresiva dado que ningún dios fuera del inframundo había tenido dichas acciones con ella. Era costumbre para los demás tratarla como una niña y no con el debido como él lo hacía. Asimismo, no entendía como su aspecto le ayudaba a deducir sería de la realeza y aún más del Inframundo. Quizá al final del día, su realidad como princesa era presente para todos, a pesar de no conocerla.
La joven princesa le ofreció una sonrisa cálida sintiéndose cómoda a su alrededor, aspecto muy diferente a lo que ella usualmente mostraba a los demás dioses. Aquél dios le daba mucha curiosidad. — No te lo voy a negar, me agradas y no llevo ni unos minutos desde que te conocí. No eres como los demás dioses. — dijo honesta sabiendo ella de quién se trataba. Melínoe estudiaba mucho. No sólo acerca de su magia y poder, sino de los demás dioses, pues al no gustarle la multitud o el conversar con dioses arrogantes y egoístas, a lo que ella creía. Estudiarlos sería una forma de conocer sus debilidades tanto para la guerra, trato y para las pesadillas.
— Eres Hermes, ¿cierto? — Dijo rodeando la fogata apagada colocándose en medio de las cenizas de las ramas y troncos quemados. — El mensajero, protector de los ladrones y viajeros, el comerciante y guía de almas al Inframundo. — Pronunció en un tono más alto para hacerlo sentir honrado al saber que la princesa conocía de él y, al finalizar sus palabras se hizó a un lado de la fogata para hacerla encender en un abrir y cerrar de ojos como regalo para él y sus viajeros y como muestra de su poder.
— ¿De verdad quieres saber mi nombre? — Se acercó lentamente a uno de sus viajeros hincándose a un lado para sentir su respiración agitada, colocando su mano a unos cuantos centrimentros de su rostro. Posteriormente dirigió su mano a la frente del mismo para sentir su temperatura. — Tu viajero tiene mucho frío a pesar que la fogata ha regresado. —
— Verás, al decirte mi nombre recibirás muchas quejas de tus hombres implorándote hables conmigo para que sea benigna con ellos. — Se levantó cuidadosamente para acercase un poco a él — Pero dado que insistes.. Mi nombre es Melínoe y por lo visto veo ya has podido deducir de donde provengo y cuál es mi posición. —[/code]